¿Qué es más sencillo? ¿Cerrar el corazón a cualquier posibilidad? ¿O simplemente deshacerse de él para no volver a sentir? ¿Debería sentir siquiera algo? ¿O dejar de ser un saco de huesos que se hunde en el Támesis?
Un punto de comparativa fijo no lo poseía, todo parecía ser la misma mierda. El mismo error, la misma equivocación. Caída tras caída; puñalada tras puñalada. Nada era bueno. Todo era horrible, atroz, un error. Eso era, un error.
Todo era nada.
Yo lo era. Nada. Simple y sencilla nada que no parecía ser suficiente para la única persona que juro ser el amor de su vida; el de mi vida. Ya para este punto no lo era ni para mí mismo, ¿Qué esperaría serlo para los demás? Era un idiota. Un chico de diecinueve años inexperto, estupido; usable. Alguien que no considerarías tu todo, ni nada lo mínimamente bueno para que dure. Quizás lo único para lo que servía era para ser utilizado. Un juguete más de una colección al que todos podrían tachar de ingenuo; solo con la verdad de que siempre estaría ahí para ser su pendejo.
Porque es lo que es. No más.
Porque, entre esas finas sábanas heladas en mi vieja cama en Holmes Chapel, me confirmaban la pésima dignidad que poseía. No había duda de que el respeto que debería tenerme, tendría que ser lo más fuerte de mí salud mental para no caer en la desesperación de un corazón hecho trizas; pero no era así. ¿Cómo podría mentirme de esa manera al decirme que era capaz de sobrevivir? ¿De siquiera pensar en que era lo suficiente bueno como para salir por mi propia cuenta de ese agujero? Ya ni siquiera poseía amor propio.
¿Quién lo necesitaba? Eso lo perdí en el momento en qué le rogué al amor de mi vida un poco de compasión por una relación que, al final, al parecer no tenía nada de futuro. No pensé cuando lo hice, actúe solo con lo que sentía; creyendo fervientemente que habría una solución, la que fuese; pero no. Nada era tan sencillo como el suplicar por una mínima de entendimiento de qué hiciste mal, de sí en verdad tu eres el problema.
Sí lo era, siempre fuí su problema.
El talón de Aquiles de Louis; el hazme reír de la universidad; el maldito maricon detrás de las faldas del capitán del equipo de fútbol. Eso era. Un homosexual más acosando a alguien que nunca pudo aceptar serlo totalmente también. Era difícil admitirlo, hasta considerar ser masoquista por agredirme de esa forma al pensar en lo complicado que resultaba recordar todo lo que tuvo que pasar desde un saludo en el tren a esa noche de abril en la que él tuvo que hacer pedazos lo que tanto nos costó construir.
¿Me equivoqué acaso al elegir? ¿En verdad el del error fuí yo al decidir amar a un hombre? ¿Realmente dolía estar enamorado? ¿El amor era tan malo?
Sí, todo era una sucia y asquerosa verdad.
Jamás me habían roto el corazón, ni humillado, ni agredido tanto como Louis lo hizo conmigo. Pero tampoco nadie me había hecho sentir lo que ese desgraciado me hizo sentir en cada fibra de mí piel; ni el inmenso enamoramiento que surgió por sí solo en cuanto nos dejamos fluir; mucho menos el hacer el amor como él me lo hacía. Los besos en las mañanas al levantarnos que se volvían salvajes con ambos desenvueltos en esa cama individual. Los post its llenos de mensajes positivos o te amo con corazones rojos en cada esquina. Las rosas. Las siestas en nuestro lugar secreto. Los detalles, las atenciones, todo. Todo. Absolutamente todo.
Golpes; humillaciones; traiciones. Amistad; amor. Azul; verde. Fútbol; canto.
¿Por qué no podía ser sencillo? ¿Por qué nada de lo que pensará sobre lo que vivimos estaba bien? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Exactamente, ¿Por qué, Louis?
Esa era la cuestión.
Lo odiaba, lo detestaba. Pero lo seguía amando como si mi vida dependiera de ello. Daba vueltas en mí cabeza cada palabra que él mismo proclamó como verdad esa tormentosa noche en el que los destinos se cortaron con tijera al dejarme en el suelo solo sufriendo por un final que sabía perfectamente nadie conocía. Pero él no podía luchar por nosotros. Por Cowell jamás lo hacía, ni lo haría.
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Friends|Larry Stylinson| *en Edición*
Fiksi PenggemarEn busca de autodescubrimiento, Harry abandona su hogar en Holmes Chapel para estudiar lejos. Su camino se cruza con Louis, el capitán del equipo de fútbol, quien lo desprecia por completo. A pesar de su animosidad inicial, un evento fortuito los un...