En busca de autodescubrimiento, Harry abandona su hogar en Holmes Chapel para estudiar lejos. Su camino se cruza con Louis, el capitán del equipo de fútbol, quien lo desprecia por completo. A pesar de su animosidad inicial, un evento fortuito los un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Curar un corazón roto una segunda vez... creo que eso no sería posible. Una primera tal vez, pero ¿Una segunda? ¿El corazón es tan fuerte como para resistir otro golpe? ¿Se pueden volver a unir las piezas? No estoy seguro. Lo que sí, es que jamás me voy a perdonar el haber aceptado un pacto con el diablo cuando tuve la oportunidad de huir.
Mi madre me lo dijo, hasta mis hermanas, pero no las escuché. No lo hice ni un poco, todo para poder encerrarme en mí habitación casi por tres semanas. No veía la necesidad de salir ni retomar las clases cuando el monstruo que me volvió a encerrar en esta jaula, se encontraba ahí. Huir sonaba algo placentero, pero una verdadera locura cuando esos hermosos labios me lo pidieron, me lo sugirieron como una ruta de escape a nuestro amor. Ahora deseaba haberlo hecho.
Todo era complicado, todo era difícil. Nada estaba bien y todo me arrastraba al mismo lugar del cuál nunca debí salir. Solo servía para lastimar a la única persona que en verdad he amado como mi corazón lo ha hecho. Es una locura. El despertar en las mañanas envuelto en una sábana hasta la cabeza, con el fino sueño de la noche anterior o la ilusión de ver unos ojos verdes al darte la vuelta en el colchón, erizaban los vellos de mí cuerpo a cada segundo del día. Levantarme en la mañana para vestirme con un tarareó en la espalda al reposar ese alguien en la cama, también era algo que imaginé una que otra vez. Y el calor de unas manos por el cuerpo mientras depositaba besos sin control en mis labios, en mí mentón, hasta en mi pecho... fueron parte del pasado. Dolía, vaya que dolía pensar en él, en la parte de mi alma que dejé ir.
De por sí pensar en Cowell me afectaba, ya el retomar a cada segundo del día a Harry, angustiaba aún más mis sentidos. Era una mierda, lo mirará por dónde lo mirará. El bastardo de Simón desde que lo he conocido, ha sido el motivo por el cuál mi vida no volvió a ser la que era antes de salir de Doncaster. El verme obligado a permanecer a su lado y todavía el forzarme a ser quién no era, de un modo u otro me raspaba el pecho. Años de tortura, de malos tratos, de exigencias; todo para ser el heterosexual perfecto para los ojos del público homofobico al cuál servía. Me dejé lastimar, me dejé perder por sus acciones por el temor que me infringía a pesar de que encontré la solución a una libertad tan corta, que apenas y pude saborear lo suficiente.
Esa libertad era Harry. Ese motivo, esa razón. Él lo era todo. Ahora yo no era nada sin él. Sin sus besos, sin sus caricias, sin sus mimos, sin su sonrisa. El mundo no volvía a girar sin tenerlo a mí lado. Pero... ¿Cómo podría? ¿Cómo se perdona el elegir a otra persona por encima de tí por más daño que presentes? ¿Quién podría perdonar algo como eso? ¿Era siquiera posible?
Sinceramente no lo sé, menos con un joven tan maravilloso como lo es Harry. Romper en mil cachitos algo tan hermoso como su corazón, después de todo lo que hemos vivido, es comprensible que actúe de esa manera conmigo. Hasta yo me odiaría. Mi cabeza me decía que todo lo que me gritó esa noche, me lo merecía, carajo que sí lo hacía. ¿En qué pensé sería buena idea volver a actuar con indiferencia con él? No pude ser tan ciego. Jamás habría podido durar mucho con mi máscara si sus ojos cristalinos me llenaban hasta ahogarme al tenerme en sus brazos. Sí en el pasado pude hacerlo, este no era el verdadero Louis que se hundía por no salir de ese verde tierroso que amaba. Pero ahí estuve, tejiendo una mentira para apartarlo del daño real que podía causarle.