capítulo 8

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Capítulo 8
Maddox Phoenix
Temblor.


No sé si creer en el hecho de que pertenecemos a un lugar, a algo y alguien… pero justo ahora en este instante me siento en mi lugar, en donde debo estar y con quién pertenezco.

¿extraño?

Quizás, quizás lo sea pero en mi corto tiempo transitando la tierra puedo decir que nunca me había sentido así, ella siempre había llamado mi atención, siempre la buscaba antes de correr…
Y ahora, justo ahora está frente a mi con las mejillas rosas, con su linda piel pálida y sus hermosos ojos.

Trago grueso cuando por un leve segundo me mantiene la mirada.

──¿Qué estás haciendo? Nos están viendo, no me gusta ser el centro de atención, me causa incomodidad. ──Susurra.

──Concéntrate en mi. ¿si? ──Musito casi sin aliento, eleva su mirada hacia mi.

Las música sigue su curso mientras ella intenta mantener sus orbes en los míos. Mi boca se seca y paso de sus ojos a sus labios esos mismo que humedece ligeramente con su lengua para quitar la resequedad que se instala en ellos.

──Yo… ──murmuro intentando entender aquello que mi mente quiere decir.

Me inclino hacia su rostro, soy mucho más alto que ella, poso mi mano libre en su rostro y se estremece ante mi toque.

──Nos están viendo.

──No importa. Que nos vean, así verán con sus propios ojos lo que es una conexión de verdad.

──Estas loco lo sabías.

──Quizás… pero prefiero estar loco y feliz, que triste y arrepentido.

Y lo hago, el impulso me puede, dejo que mi cuerpo manifieste aquello que pensó y que sigue deseando, sentir sus labios.
Mis labios se entrelazan con los suyos con suavidad, como si fuese una especie de fusión armónica y necesaria en la vida.

Mi corazón golpea con fuerza en mi pecho, es una emoción que nunca había sentido, es como si fuese ese primer y explosivo primer beso que te hace delirar y sentir vivo. Ella tarda en reaccionar pero lo hace… y quizás no de la manera que esperaba, corta la conexión haciendo que todo se estanque.

El aire se siente pesado, ella está igual de agitada que yo.

Lleva sus dedos a sus labios, e intenta regular lo que pasa por su cuerpo, y puedo asegurar que es lo mismo que yo siento.

Lo mismo.

Sus pupilas están dilatas y brillantes, haciéndola ver mucho más hermosa de lo que ya es…

──¿Por qué hiciste eso? ¿Qué…? No, yo tengo que estar soñando. Si, es eso…
Se pellizca ante mi mirada, tomo su mano para evitar que lo siga haciendo.

──No estás soñando. ¿Por qué dices eso?

──Por qué tú me besaste… porque tú eres… porque tú nunca me habías hablado y ahora me besas. ¿Por qué?

──¿y porque no? Porque no debería hacerlo… ¿No te gustó? Oye, no soy el mejor besador del mundo pero puedo asegurarte que yo estoy temblando. ──Suelto sintiendo que soy demasiado sincero.

Baja la mirada.

──¿Alana?

Su cuerpo se lanza sobre el mío y debo reaccionar rápido para poder sujetarla, sus labios se pegan a los míos, haciendo que el mundo a mi alrededor de vueltas y que todo aquel ruido que buscar perturbar nuestra paz y nuestro momento se silencien.

Sólo somos ella y yo, un beso tierno, corto y lindo.

La bajo con cuidado, y ella ríe nerviosa bajando su mirada hacia mis pies.

──Perdón… no se qué me pasó.

Poso mis dedos en su barbilla para hacer que eleve su mirada hacia mi.

¿Por qué nunca la vi hasta ahora?

La siento hasta en los huesos…

──No te disculpes, has eso más seguido y te juro que me tendrás arrodillado a tus pies. ──musito.

La música termina, y el ruido vuelve, el entorno también, aunque el temblor en mi cuerpo no ha cesado.

Es por mucho el mejor beso.

──Ese fue mi primer beso. ──Susurra.
Elevo mis cejas sorprendido. ¿Cómo es eso posible?

¿Su primer beso?

──¿en serio?

──Si. Yo… nunca había besado a alguien, en mi imaginación si, pero en la vida real no.

──¿y con quién imaginaste tu primer beso? ──Inquiero con curiosidad. ──. ¿algún famoso?

Se sonroja, y niega desviando su mirada de mi para posarla en la vitrina llena de helados.

──No. Nada que ver…

──¿Con quién entonces?

──No te lo diré. Guardaré el secreto. ──Sonrío divertido intento acercarme a ella pero niega entre risas nerviosas.

Me siento como un adolescente que acaba de descubrir las sensaciones y las hormonas, no puedo estar sin tocarla así que la halo de su sweater y la empujo hacia mi. Ambos respiramos con pesadez.

¿Qué hace ella?

¿Qué pasa en mi cuerpo?

Es como un temblor, como un sismo de fuerte magnitud destruyendo todo a su paso y dejando una sensación de inestabilidad que te obliga a aferrarte a algo, y eso es ella.

Ahora más que nunca creo en esa frase que dice; el alma no vibra con cualquiera.

No lo hace. Ella no es cualquiera.
Un leve carraspeó hace que nos separemos ligeramente.

Chloe está con una amplia sonrisa en sus labios, y nos observa a ambos pasa de uno a otro mientras su novio está detrás de ella.

──Lamento interrumpir su momento pero  mamá llamó. ──Se enfoca en Alana, rasca ligeramente su barbilla. ──. Al parecer le dijiste que irías con ella a hacer compra.

Alana mira la hora en su reloj.

──Eh si. ¿nos vamos?

──Si.

Patrick se acerca a mi para despedirse con una sonrisa divertida en sus labios.
──Nos vemos pronto, Maddox. No eres tan engreído. ──Río al escucharlo.

──y tu no eres tan idiota.

Ambos reímos con fuerza.

Chloe me abraza.

──Si la haces llorar te castro. ──Murmura en mi oído. ──. Juro que lo hago, tengo una tijera de jardín bien afilada.

Trago grueso, se aleja y me guiña un ojo para irse con su novio.

Alana me observa con una sonrisa en sus labios.

──Te dijo de la tijera… ¿Verdad?
──Asiento. ──. Vive amenazando al pobre de Patrick con ella. Si la tiene pero no está tan afilada como dice, más bien esta oxidada.

Río.

──Quiero tu número de teléfono. ──Digo. ──. Por favor…

──Esta bien. ──responde. ──. Te lo enviaré por Dm.

──Ok, lo esperaré. Sino me lo envías iré a su casa.

Niega divertida.

──Hasta pronto, Maddox. ─se aleja y no puedo evitar sujetarla de su codo para evitar que se marche sin despedirse de mi.

Necesito que me haga temblar nuevamente.

Se sorprende por mi arrebato, pero no huye y menos de la cercanía y el tacto de mis labios con los suyos. Un beso rápido, pero condenadamente maravilloso. Al separarnos huye dejándome con miles de sensaciones en mi cuerpo.

Largo un fuerte suspiro.

¿Qué mierda fue eso?

Salgo de la heladería para verla marcharse en el deportivo de Patrick.

Una sonrisa tonta se escapa de mis labios mientras camino a mi Jeep, no se qué pasó pero puedo decir que me gustó y mucho.

Enciendo el motor y me pongo en marcha rememorando todo, como si hubiese pasado hace mucho, de camino a casa me consigo con una floristería, y freno en seco para dar una vuelta imprevista ganándome varias pitazos, bajo de mi Jeep y corro hacia el pequeño puesto donde muestran ramos ya listo.

Noto unos hermosos girasoles, la señora me sonríe.

──Buenas tardes… ¿Algo que le guste?

──Buenas tardes, los girasoles. ──Toma el pequeño arreglo que costa de tres girasoles, y un lindo lazo amarillo.

Lo que dijo Alana es cierto, un pequeño detalle hará amena su guardia.

Le extiende el efectivo a la señora.

──¿Alguna nota para su novia?
Sonrío.

──No son para mi novia, son para mi mamá. Gracias. ──digo, sonríe de una manera muy dulce y vuelvo al Jeep.

Acelero el motor, y marcho directo al hospital, no tardo mucho en llegar, el anuncio de emergencia me hace detenerme en la plaza más cercana, tomo el arreglo y corro hacia las puertas dobles que se abren al instante.

Mi madre en enfermera en el área de neonatología, así que subo al piso tres en su búsqueda, las puertas del elevador se abren y me da la bienvenida un larga y frío pasillo. No recuerdo cuando fue la última vez que vine, tal vez era un niño, y eso me hace sentir un poco mal.

Llegó al stand de enfermería. Yeli, una compañera de años de mi madre me reconoce al instante.

──¡Maddox Phoenix! ──Exclama. ──. ¿Qué haces aquí?

──Hola… ──muevo mi cabello nervioso. ──. Mi madre.

──Está en la UTIN. Vamos yo te llevo.

Sale del mostrador, y me guía hacia otro pasillo que guía a unas pequeñas puertas que se abren, una inmensa ventana nos recibe con cortinas, no se puede ver hacia dentro, toca una especie de timbre y al cabo de un par de segundo mi madre asoma su cabeza.

Lleva su uniforme y va con mascarilla y gorro.

──¡Maddox!

──Hola, mamá. ──eleva su dedo para que le de un segundo. Su amiga se marcha, y al rato mi madre esta de vuelta sin mascarilla.

──¿Qué haces aquí, hijo? ¿pasó algo?
Niego, saco las flores de mi espalda y se las extiendo.

Sus orbes brillan, sonríe de oreja a oreja y puedo asegurar que está conteniendo el aliento.

──¿Y esto…?

──Para alegrarte la noche, mamá. ──Traga grueso las abraza a su pecho y eleva su mirada hacia mi.

──Con tu visita alegraste mi noche. Gracias, cariño.

Da un par de pasos y me abraza con fuerza envolviendo mi cuerpo con sus manos, yo hago lo mismo.

──Esto es muy lindo de tu parte.

El día de hoy, ha sido mágico en todos los aspectos, Alana Faith hizo que mi mundo temblará y de buena manera.


Todos los besos que me imaginé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora