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—Linda.
—¿Si?— le pregunte a mi compañero que me había llamado.
—¿Tu no conocías a ese niño blanco que tu traías para que haga encargos?
Frunci el ceño.
—¿Carl?
—Si, el— asintió, yo lo mire para que continúe hablando —oí que el esta empezando a hacer de camello— alce las cejas —solo te aviso que si se cruza en nuestro camino o evade nuestro territorio-
—No me avises nada— lo interrumpí rápidamente —Ya te he dicho a ti y a todos que no se tocan a los Gallagher, me importa una mierda lo que haga o de que trabaje, es mi familia.
—Crei que le odiabas.
—Lo odio, pero no voy a permitir que le hagas algo ¿oíste?
El hombre asintió y se marcho, al poco tiempo llegó otro y se cruzo de brazos.
—¿Esa regla solo nos incluye a nosotros también a su propio bando?
—¿A que te refieres?— pregunte sin entender.
—Que esta metiendo la pata, esos hombres ya lo quieren ver o bajo tierra o relleno de coca.
Cuando dijo eso sentí mi sangre hervir, el simple hecho de pensar que alguno de esos idiotas le haga algo a Carl o a alguno de sus hermanos.
—Vamos, tenemos asuntos pendientes con esos idiotas.
Subimos al auto y llegamos donde estaban Carl y su nuevo grupo.
Bajamos del auto y note como el chico de color amenazaba notablemente a Carl.
—Será mejor que dejes de joderle al niño blanco— le hable al líder.
—No se que coño haces aqui Rodrigo, este no es tu territorio— dejo detrás al ojiazul y se enfrento a mi —no queremos problemas.
—Espero que esa no sea una amenaza— dije con poca gracia y cruzandome de brazos —procura que antes de amenazarme primero te salgan pelos en el sobaco, capullo.
El me miro notablemente molesto, pero no dijo nada.
—Y será mejor que dejes al niño blanco— dije mirando a Carl —Vestirlo con esa ropa de pijo no te garantiza nada.
—¿Tu crees que me das miedo?— pregunto mirándome, yo asenti —para que sepas, no me molestaría empezar con una bronca, estamos parejos en cuanto a respaldos.
Dijo el haciendo referencia a sus dos compañeros y a los dos míos.
Al alce una ceja y el se dio la vuelta, sus dos amigos estaban tirados en el piso, detrás de ellos habían otros dos de mis trabajadores.
—¿Decías?— pregunte divertida y el se fue corriendo —Vamos chicos, ya no hay nada que hacer aquí.
—Linda— escuche como me llamo Carl, me di vuelta y lo mire —Gracias.
