𝐌𝐘 𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄 𝐁𝐎𝐘 𝐂𝐀𝐑𝐋 || ᴄᴀʀʟ ɢᴀʟʟᴀɢʜᴇʀ

035. complejo de Fiona

—Linda, oye Linda, despierta.

Abrí mis ojos con pesadez, mire al chico de tresas, ya estaba levantado.

—¿Que ocurre?

—Tengo que salir ¿te vienes conmigo?— pregunto y yo asentí —anda, antes que despierte Fiona.

Yo asenti nuevamente y me levante procurando no hacer nada de ruido.

Habíamos pasado la noche en la casa del novio de Fiona, después de lo de ayer, Carl no quería volver al hotel.

Aunque en gran parte sabía que el quería sentir esa sensación de saber que duerme bajo el mismo techo que Fiona, le daba seguridad.

—¿Donde vamos Carl?— le pregunte una vez salimos del departamento.

—Iré a sacar dinero, compraremos la casa— dijo con una pequeña sonrisa en su rostro, mirando hacia al frente.

Me pegue a él y lo abrace, el acepto este, para luego separarnos y seguir caminando.

—¿De donde sacaras el dinero?— le pregunte confundida, porque no sabía hacia dónde me estaba llevando.

—Es como una especie de banco personal— bromeo y yo sonreí.

—Carl, cuando me dijiste banco personal, no me imaginaba esto.

Dije mirando a mi pareja cabar un hueco en la tierra.

Volte mi cabeza viendo pasar el tren por las vías, luego mire a Carl otra vez.

—Ya esta, nos vamos— dijo cuando habíamos terminado de cargar los fajos de billetes en el bolso.

Sonreí siguiendo a mi pareja, fuimos hasta el trabajo de Fiona, le dejamos el dinero y al salir del negocio fuimos a la casa.

—¿Y ahora a donde?— le pregunte.

El se dio la vuelta y me sonrió tomando mi mano

—Y ahora nos vamos a casa.

Llegamos hasta la vieja residencia de los Gallagher y entramos.

Carl empezó a guardar las cosas de Nick en una caja, tomó una botella de alcohol y comenzó a beberla.

—Compramos la casa, hoy estamos de fiesta nena— dijo pasándome la botella.

—Todo gracias a ti— tome la botella y le guiñe un ojo.

Le pasé la botella nuevamente, la tomó y antes de beber, tiro un chorro en el piso.

Le sonreí, sabía para quien era.

Carl se acercó a mí y dejó un beso en mis labios.

—¿Que hora es?— pregunte apartando mi cara.

El empezó a dejar besos en mi cuello.

—Carl.

—No lo se, tal vez las siete— dijo sin darle importancia.