Capítulo 23: Biblioteca

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Pasaron varios días antes de que Izuna regresará a la ermita, y mientras tanto Tobirama se debatía entre confrontarlo sobre la lista de fechas. Si Izuna sabía de su existencia, entonces, lo más probable era que él había compilado la información con un propósito siniestro, pero si no lo sabía, entonces alguien conocía de las visitas de Izuna y las estaba registrando por varias razones. Era muy posible que las fechas correspondieran simplemente a días en los que Izuna estuvo fuera del castillo y que se hubieran escrito sin saber dónde o con quién pasaría esos días. Pero ¿Quién lo había escrito? ¿Y quién lo había leído? Cualquiera que sea la razón, la paz tentativa que Tobirama había fomentado con Izuna se tambaleaba y no estaba preparado para que colapsara. Caminó alrededor de la ermita para convencerse de la inocencia de Izuna hasta que se le hizo un nudo en la garganta. En un ataque de angustia, arrojó la lista al fuego y se dio la vuelta mientras las hojas ardían. Tenía que estar preparado para cualquier resultado. Ya fuera inocencia o traición, ataque o defensa, tenía que prepararse para ver cómo se desarrollaría el futuro. Tarde o temprano, las piezas caerían, y él sólo podía esperar a que las consecuencias llegarán. Sus instintos de shinobi lo instaron a tomar la iniciativa y atacar antes de que su enemigo tuviera la oportunidad, pero su corazón era más fuerte que su mano. Al final, se resignó a la verdad, de que no podía ser él quien provocará su ruina. Ni siquiera era una elección real. El clamoroso poder de la sonrisa de Izuna, lo había conquistado hacía mucho tiempo.

Cuando finalmente apareció Izuna, saludó a Tobirama con bastante rigidez. La incomodidad de Tobirama por realizar el espionaje en su contra, sumado a la lista de fechas, era palpable, pero no mencionó el tema, ni Izuna mencionó su encuentro en el castillo. Siendo estos asuntos del clan, parecía inapropiado abordarlos en su isla de paz. Afortunadamente, la actitud fría de Izuna se fue suavizando de poco a poco y no le tomó mucho tiempo en tratar a Tobirama con su calidez habitual. A medida que pasaban los momentos juntos, la importancia de la lista de las fechas disminuía en el corazón de Tobirama. ¿Qué importaba realmente si la gente lo sabía o si Izuna estaba conspirando contra él? Por mucho que lo intentó, no pudo convencerse de que Izuna siguiera siendo un enemigo después de todo lo que había ocurrido entre ellos. Su corazón ni siquiera era capaz de considerarlo.

Se bañaron en el templo y después de que los monjes se retiraran a dormir, ellos se dirigieron solos a la biblioteca. Hacía bastante tiempo que no estudiaban nada y acordaron copiar un nuevo pergamino de pasajes para trabajar en el las próximas semanas. Tobirama se quedó mirando los muchos pergaminos que estaban apilados en un estante, e Izuna se sentó junto a la lámpara que estaba en el suelo, hojeando un tomo toscamente encuadernado con papel y tinta a su lado para copiar. Cuando de repente reprimió un bostezo, Tobirama lo miró de reojo.

"¿Mucho trabajo en el castillo?", preguntó.

"Sí", dijo Izuna lanzándole una mirada fría. "Gracias a cierto ladrón que entró por la noche. Me ha causado un gran dolor de cabeza con mi padre. Si tengo que escuchar más quejas sobre la seguridad en estos tiempos difíciles y la falta de personal porque todos los guerreros están trabajando en la cosecha, creo que me volveré loco. No es como si pudiera conjurar a shinobis con mis propias manos".

Por alguna razón, escuchar a Izuna quejarse aligeró el humor de Tobirama y tuvo que luchar contra la sonrisa que se dibujaba en sus labios.

"Qué ladrón más molesto", dijo.

"Exasperante, más bien", dijo Izuna con vehemencia. "¡Y encima tuvo la desfachatez de quedarse el tiempo suficiente para mirarme a los ojos como despedida!".

"Es difícil de creer", dijo Tobirama.

"El descaro....." Izuna se pasó los dedos por el cabello y dejó caer el libro contra su regazo. "Parece que quisiera mantenerme lo más ocupado posible para que no tenga tiempo de venir aquí".

Espadas de papel y Tinta escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora