Capítulo 27: Descubrimiento

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El frío aumentaba en las montañas, pero la ermita se mantenía cálida envuelta en los tenues colores otoñales. Con su inminente unión con Izuna brillando en un futuro que, de otro modo, sería incierto, las preocupaciones de Tobirama fueron apaciguadas por una alegría profunda e inquebrantable. Nunca antes había considerado el matrimonio. Siempre le había parecido imposible para alguien en su situación, a pesar de que de vez en cuando se le pasaba por la cabeza la idea de que estaría bien casarse con alguien si las cosas fueran diferentes. "Si las cosas fueran diferentes" era una frase que parecía seguir muchos de sus sueños. Solo Izuna le había enseñado que podía disfrutar de la vida independientemente de las circunstancias. Por eso, cuando le propuso matrimonio a Izuna, había seguido ciegamente a su corazón sin tomarse el tiempo para considerar los habituales " y sí" o "peros" que obstaculizaban su toma de decisiones, y se encontró completamente desprevenido. ¿Cómo sería la ceremonia? ¿Dónde se llevaría a cabo? ¿A quién podría decírselo? Tan pronto se quedó solo le asaltaron muchas preguntas de este tipo, pero todas estaban impregnadas de una emoción frenética y poco inusual en él.

Como de costumbre, Tobirama e Izuna estaban separados por sus obligaciones, pero los momentos que compartían juntos estaban llenos de un amor nuevo y feroz. A veces, Tobirama regresaba por la noche y encontraba a Izuna envuelto en un grueso haori, estudiando minuciosamente uno de los pergaminos del templo a la luz de la lámpara. Otras veces, oía una suave voz en la puerta e Izuna entraba trayendo dulces de temporada, libros nuevos y susurrando confesiones de amor. Pero lo más frecuente era que encontrara la casa oscura y vacía. Una de esas noches, regresó al templo donde el sacerdote principal Kintō estaba sentado a solas copiando sutras de manuscritos antiguos. Kintō dejó su pincel cuando Tobirama se anunció y le hizo pasar.

"Me temo que Sosei y los demás siguen fuera", dijo con una sonrisa.

"En realidad, quería hablar con usted, Oshyō-sama, si me lo permite", dijo Tobirama.

Kintō le hizo un gesto a Tobirama para que se sentara enfrente, cosa que hizo con postura formal.

"Tú y los demás monjes habéis sido generosos ayudándonos a restaurar la ermita, y no puedo agradecerles lo suficiente -dijo Tobirama- pero tengo que pedirte un favor directamente a ti, si me lo permites. ¿Me harías el honor de supervisar la unión matrimonial entre Mizuki y yo después del Año Nuevo?"

Por un momento, Tobirama no estaba seguro de si Kintō se negaría rotundamente y se preparó para la posibilidad; pero el anciano sacerdote sonrió e inclinó la cabeza.

"El honor será mío", dijo.

"Gracias, Oshyō-sama", dijo Tobirama inclinándose

"Tu fuerza con las armas ha sido un regalo para nuestra causa -dijo Kintō- y la restauración de la ermita ha sido un gran favor a la memoria del sacerdote que vivió allí".

"Preferiría que la ceremonia se celebrará en secreto, sólo con un par de testigos de confianza", dijo Tobirama. "Tal vez, Sosei y Honjo, pero aún tengo que consultarlo con Mizuki"

"Entiendo", dijo Kintō. "Es probable que una unión de este tipo provoque una atención no deseada".

"Así es. Entre dos hombres es... sin duda poco común".

"Y particularmente entre hombres en vuestra situación".

Tobirama abrió la boca para replicar, pero volvió a cerrarla. Kintō tenía una mirada de complicidad en sus ojos mientras observaba al joven que tenía al frente.

"He sido monje durante muchos años", dijo Kintō. "Hace tiempo que me he sacudido el polvo de este reino terrenal, y los dioses furiosos no se oponen a los caminos del amor*"

Espadas de papel y Tinta escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora