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❝ No te puedo ayudar si no me dices... ❞
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En la mañana siguiente, Harry, agotado pero muy satisfecho de la última clase particular con Dumbledore, le explico a Emma lo que había descubierto, ya que era la primera con la que se encontró en la sala común.
— ¿Así que hay seis Horrocruxes? — le preguntó.
Harry recostó la cabeza sobre su hombro y Emma acariciaba su cabello, mientras procesaba la información.
— Sí. Y dos están destruidos actualmente: el diario ese y el anillo — contestó el azabache.
— Seis — murmuró ella. — Y tienes que... ¿destruirlos tú sólo?
— Quizás con la ayuda de Dumbledore...
En la clase de Encantamientos, (después de hacerles el hechizo muffliato a los que tenía más cerca), Harry les explicó a Ron y Hermione lo que había sucedido. Sus dos amigos se mostraron muy impresionados por la manera como le había sonsacado el recuerdo a Slughorn y se sintieron sobrecogidos cuando les habló de los Horrocruxes de Voldemort y les contó que Dumbledore había prometido llevarlo con él si encontraba otro de éstos.
— ¡Uau! — exclamó Ron embelesado, mientras agitaba distraídamente su varita apuntando al techo sin prestar la menor atención —. ¡Uau! Vas a ir con Dumbledore… para destruir… ¡Uau!