22 | «Puedes mostrarles tu anillo»

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—Una orden de tacos con extra salsa picante, dos mojitos con lima extra y un balde de papas con bacon extra —leo la orden antes de dejarla en la cocina—. ¿Quieres que te ayude aquí?

Louis voltea a verme bañado en sudor y con el vapor de las ollas que tiene en frente dándole en la cara.

—Creo que voy a desmayarme —dice y sus ojos se ponen en blanco—. ¿Quién mierda ordenó bacalao?

—Esa es para la mesa veintidós creo, es de Mikah —suelto mientras me acerco a él y lo ayudo a sentarse—. Puedo quedarme aquí si quieres, ve a cubrir mis mesas.

—Te amo, Dakota, gracias —sus brazos caen flojos a ambos lados de su cuerpo—. Eres la mejor compi que tiene este nido de ratas.

—¿Compi? —frunzo el ceño sonriendo. Es la primera vez que me llama así y escucharlo es raro.

—Yo te considero mi amiga —comienza a caminar hacia la salida de la cocina—. Pero no sé qué crees que soy yo, la gente de aquí no quiere que la involucren conmigo desde el rumor...tú sabes.

—Somos amigos, Louis, no me importa lo que diga la gente.

Él regresa hasta mí y me abraza—. Gracias por no juzgarme.

Yo le sonrío mientras lo veo alejarse y salir de la cocina. No puedo juzgarlo porque sé como se siente que todo el mundo se ponga en tu contra por cosas que ni mil años podrían ser ciertas; la mujer con la que lo acusaban de estar follando acabó peleándose con su esposo y en cuestión de semanas su vida se vino abajo, todo por un puto rumor que nació de alguna de las mesas de este bar.

Releo todas las notas que le he traído a Louis durante los últimos quince minutos y me pongo en marcha a preparar los pedidos uno por uno e ir dejando las bandejas en la mesada que comunica con la barra para que Nick pueda dárselas a los chicos. Me peleo con la horrible caligrafía de Walter, otro de mis compañeros, al menos diez veces y en todas acabo pidiéndole ayuda a Nick para descifrar qué pone. Cuando el bacalao por fin se coce preparo las papas y los garbanzos para de una vez por todas sacar los platos de la cocina y deshacerme del olor inmundo que parece estar impregnado en las paredes del lugar.

Cuando mi turno acaba y termino de arreglar la cocina, me dirijo a los baños para cumplir con mis tareas finales que implican limpiar los inodoros y repasar los pisos para no tener que hacerlo mañana ni bien llegar aquí. Sin embargo, al entrar al baño, me encuentro a Louis con un trapeador y un balde de agua a sus pies.

—Está mojado —anuncia al notar mi presencia a sus espaldas—. Ah, eres tú.

—Estas son mis tareas, Louis —me cruzo de brazos ladeando la cabeza—. ¿Ya no tendrías que haberte marchado?

—Ví que estabas limpiando la cocina así que vine para aquí —se encoge de hombros—. Ya casi acabo, anda, vete.

—Si te ayudo terminaremos más rápido —sonrío tomando un trapeador de la despensa al final de los cubículos—. ¿El de mujeres ya está listo?

—Sí, solo queda este.

Afirmo mi agarre en el palo del trapeador y me dispongo a repasar el suelo de los cubículos. Quince minutos después estamos despidiéndonos de Nick al salir del bar.

—Sabes que lo de los rumores era falso, ¿no? —pregunta dándome mi bolso.

Yo asiento con la cabeza—. Y aunque no lo fuera, es cosa tuya, nadie tiene por qué meterse.

—La gente siempre se mete, es como la mugre, está en todo —sonríe—. No sé siquiera de dónde salió ese rumor, pero voy a descubrir quién lo hizo circular y por qué tuvo que mentir. Sé que quien lo hizo fue para salvarse el culo y voy a averiguarlo.

La melodía que nos une [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora