13 | «Pareces un paparazzi»

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Apenas entro en el bar miro a Nick con los ojos como platos y una disculpa enorme en ellos. No debí quedarme hasta tan tarde con los chicos sabiendo que hoy tenía que trabajar temprano, fue irresponsable y el reloj que creía tener dentro del cuerpo me quiso dar una lección que claramente he aprendido.

—Perdón, me dormí —digo cruzando junto a la barra en dirección al baño.

Me pongo el delantal del uniforme lo más rápido que puedo y recojo mi cabello en una cola de caballo alta dejando algunos mechones caer por delante de mi rostro. Así regreso a la barra donde Nick está hasta el tope de pedidos.

—Esa bandeja es para la cuatro, y aquella con las papas fritas para la dos —dice antes de que siquiera pueda volver a abrir la boca.

Tomo ambas bandejas y prácticamente corro hasta las mesas indicadas. Al regresar lo encuentro preparándole un trago a una mujer rubia refinada y sabiendo que todavía no podré disculparme propiamente, comienzo a servirle un vaso de whisky al señor que la acompaña. Cuando estos por fin se marchan a una mesa miro a Nick y él simplemente niega con la cabeza.

—Ví las fotos que Lena subió anoche, supuse que ibas a llegar tarde, tranquila —posa su mano en mi antebrazo—. Conmigo no hay problema, solo procura que no te pase cuando papá esté aquí porque él sí te hará problema por eso.

—¿Crees que pueda darme el jueves libre? —sonrío ladeando la cabeza.

—No creo que te de el día entero, pero quizá un turno... A menos que sea algo importante.

—Es mi cumpleaños —Nick alza las cejas—. Pero por favor no se lo digas a nadie, no es un día que guarde buenos recuerdos.

—De mi boca no va a salir palabra alguna —asegura—. Habla con papá, seguro te da el turno de la noche libre para que puedas festejar —me señala con el índice y me mira con los ojos entornados—. Pero el viernes tienes que estar a primera hora aquí, nada de dormirse.

—¿Vas a restregármelo en la cara hasta que me muera? —sonrío tomando la bandeja que trae Mikah, mi compañera, desde la cocina con un cartel que indica que pertenece a la mesa siete.

—Puede ser —dice devolviéndome la sonrisa antes de que me marche.

Después de más de dos horas entregando pedidos, recogiendo dinero de las mesas, cambiando el rollo de papel del baño y atendiendo en la barra, el bar por fin parece vaciarse dejándome sin quehaceres más que sonreír detrás de la barra esperando a que alguien se acerque a ordenar alguna bebida. Estoy sirviéndole vodka de frutilla a una chica cuando la pequeña campanilla de la puerta suena y como siempre, atrae mi atención, haciendo que voltee mi cabeza en esa dirección para ver entrar a Harry, Lucca y con ellos dos niños, uno notablemente más grande que el otro.

Saludo a Harry con la mano en el instante en que nuestras miradas se cruzan y él me regresa el saludo en una sonrisa antes de empujar a Lucca por los hombros y dirigirlo a una de las mesas del sector de Louis.

—Si quieres puedes ir —Nick me codea las costillas—. No creo que a Louis le importe si atiendes una de sus mesas...

—La otra noche se molestó con Axel porque atendió a sus padres en su sector —niego con ambas manos—. No voy a meterme en su sector.

Nick me mira alzando las cejas y luego frunce la boca.

—Louis se ocupó de tus mesas mientras no estabas aquí —me señala con el índice—. Así que como hijo de tu jefe te ordeno que vayas a atender a los Bianchi.

Entorna los ojos y yo le devuelvo el gesto viéndolo fijo hasta que las ganas de pestañar me consumen e inevitablemente debo apartar la mirada.

—Está bien —suelto un suspiro—, pero si se molesta tú tendrás la culpa.

La melodía que nos une [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora