Capítulo 84. Siempre llego tarde.

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"Me alegro de haber estado ahí. Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no me habrías contado lo que pasó allí."

Marianne respondió con una voz indiferente.

"Hoy realmente no fue gran cosa. Solo se trató del código de vestimenta... por lo que no es gran cosa. Además, me divertí tanto hablando con la condesa Wolfgang que no supe en qué momento el tiempo pasó volando. Oh, la condesa me invitó a su mansión la semana que viene. Llegará un pintura de Kundensky."

"Ni siquiera es gran cosa."

Kristoff murmuró con voz lánguida lo que ella había dicho. Eso significaba que en la capital había cosas mucho peores que eso.

Kristoff recordó las miradas que cayeron sobre él cuando bajaba del carruaje. La sorpresa no fue sólo su repentina aparición. Fue porque había venido a recoger a Marianne y se dio cuenta de lo que significaba esa acción.

Él sabía al menos qué tipo de rumores se estaban difundiendo a su alrededor. Hubo rumores de que los dos se estaban separando porque no se llevaban bien.

Era una historia bastante cercana a la verdad, pero también muy alejada de ella.

Pero Kristoff vino a recoger a Marianne. Fue un acto para acabar con los rumores.

Al mismo tiempo, Kristoff se dio cuenta de algo. Cuanto más se alejaba de Marianne, más precaria era su situación.

Fue natural. Marianne no tenía ningún título ni una familia fuerte que la protegiera. Ella era una plebeya y al casarse entró en un mundo nuevo.

Lo único que podía protegerla era el amor de Kristoff. Tenía que dejar claro que su corazón estaba con Marianne. Para que nadie pueda faltarle el respeto.

M*rda.

Se dio cuenta de ese hecho demasiado tarde. Su indiferencia llevó a Marianne a un abismo.

No podía usar una sola armadura y tenía que luchar desnuda contra los enemigos. No tenía armas y estaba indefensa ante los ataques enemigos.

Soy maldito bastardo.

Kristoff volvió a maldecir. No importa cuánto esté su corazón con Marianne, nadie lo sabrá a menos que él lo exprese.

Debería haber expresado su afecto delante de los demás sin dudarlo. Porque esa sería la lanza y la espada de Marianne.

"Siempre llego tarde."

Marianne levantó lentamente la mirada ante su voz amarga. Miró a Kristoff en silencio. De repente, alzó las comisuras de la boca y habló con una voz baja.

"Llegaste temprano y me esperaste. Hasta que terminó la fiesta del té."

"No, eso no es lo que quise decir, Marianne."

"No, es es verdad, Kristoff."

Marianne respondió en tono confiado. Kristoff la miró en silencio. Marianne sonrió levemente.

"Hoy no fue demasiado tarde, Kristoff."

"...eso es un alivio."

Kristoff susurró en voz muy baja, apenas audible.

"Me hace feliz."

Pero a Marianne no se le pasó por alto esas palabras. Sus labios adquirieron una luz cálida.

Girando lentamente la cabeza por la ventana, de repente dijo "¡Ah!" exclamando. Los ojos azules brillaron.

"Tengo un lugar donde pasar. ¿Estás libre?"

Te pido perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora