DÉJÀ VU ━━ [En curso] 《66》

Capítulo trece: ¿Estoy soñando?

[Tn]

¿Que no quiere a cualquier mujer? ¿Que me quiere a mí?

Mis ojos, en estado de alerta revestida por la sorpresa e incredulidad por causa de lo recién escuchado, siguen los de Shanks que no se pierden de ningún segundo de mi reacción.

Al diablo lo que representa como hombre importante e influyente. A la mierda los dígitos que conforman su exagerado patrimonio neto. Al carajo con el hecho de que es seis años y algunos meses mayor que yo. Él, por sí solo, ya es demasiado para mí.

Éste hombre es peligroso para mis emociones y para mi corazón, que en este momento se debate entre lo soñado y la realidad.

Siempre quise conocer a un hombre especial que me hiciera sentir especial, aunque nunca ignoré que mi anhelo tan específico rayaba en lo ridículo. A pesar de que tengo una buena imaginación, sumando que adoraba soñar despierta con lo hermoso que sería vivir un romance de película; dentro de cada posibilidad, jamás imaginé a ningún protagonista tan perfecto como éste.

Definitivamente, Shanks es lo que cualquier mujer heterosexual desearía tener.

Es verdad, todavía no se ha dado un «romance» tal cual, pero, parecería que eso dependiera de mí, y no de él, porque su disposición es en verdad notable.

Mierda. ¡No! Pero ¿qué estoy pensando? Nunca he sido una persona confiada, y los golpes de la vida me han hecho entender que es una necedad intentar creer, más aún, cuando cada detalle eleva una bandera roja que me grita que no me confíe. Todo lo que he recibido son malas experiencias; una tras otra. ¿Por qué, así tan de la nada, un hombre (¡como éste!), aparece en mi vida con toda su artillería dispuesta a acertar en la pequeña y deteriorada diana que representa mi corazón?

No, no, no. Esto es demasiado bueno para ser verdad.

Me desconcierta. En verdad me desconcierta. ¿Por qué no encuentro ni un solo rastro de mentira en los ojos de Shanks? ¿Por qué es que a pesar de mis inútiles esfuerzos y excesiva meditación, estoy creyendo como toda una tonta en su declaración?

Jamás en mi vida he sido una persona crédula, pero sus bellos ojos ámbar refuerzan esas palabras que, aunque mi orgullo de gata arisca no desea admitirlo, ya me he creído.

—Lo dices en serio, ¿verdad? —le pregunto, con un hilo de voz que por poco se ha perdido en la suave brisa de la tarde.

Asiente, sin apartar sus ojos de los míos.

Debe estar diciendo la verdad. No estaría aquí, sino.

¿Por qué un hombre tan importante (y seguramente ocupado como él) perdería su tiempo con un cero a la izquierda como yo? Lo he dicho ya: podría tener a cualquier mujer, sin embargo está aquí, conmigo.

Todavía no comprendo qué es lo que ha visto en mí, pero creo que estoy dispuesta a averiguarlo.

¡No! ¡Espera un momento, idiota! No decidas cosas tan precipitadas mientras muy en el fondo (aunque no tan en el fondo), consideras la gran posibilidad de que podrías resultar con el corazón roto, y que aún ese mal sería un verdadero privilegio si se trata de este hombre.