Capítulo ocho: Hoy por la noche, mi Melody

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Shanks

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Shanks

No es una hipérbole; en absoluto. Considero que mi gesto, que puedo ver en el espejo retrovisor, es de antología poética.

Vaya...

Mi sonrisa de crío de instituto no me ha abandonado, al contrario, se ha ensanchado.

Su nombre es [Tn]. Finalmente... ¡Finalmente sé cuál es su nombre!

Las manos me hormiguean, y en mi estómago sube y baja una loca pero agradable sensación de cosquilleo que me estremece.

Todavía puedo sentir la calidez de su piel en mis labios, de cuando le besé la muñeca.

Sí, es sorprendente que aún conservo el suave y dulce pero electrizante efecto de tener su pequeña mano entre la mía.

¿Sería creíble si dijera que no me di cuenta de que la sostuve todo el rato, desde que estrechamos el apretón tras darle mi nombre?

Porque en realidad no fui consiente de ello sino, hasta que tuve que vencer el deseo imperioso por continuar guardándome esa manita.

Suspiro sin dejar de sonreír.

Sé que estoy sobrepensando demasiado. Y es que en verdad he usado muchas neuronas desde que la vi por primera vez, cuando yo iba en el Uber y ella se encontraba en aquella parada de autobús.

Repito cada dígito de su número de móvil sin reparar en lo idiota que debo lucir justo ahora.

No me importa. De verdad. No me importa hacer el papelito de adolescente precoz que va a toda marcha con la chica de quien gusta.

Siento que la conozco desde siempre, o quizá debo atribuirle la sensación al hecho de que la he visto en tantas ocasiones, y a la ineludible verdad de que la he soñado toda mi vida.

Es... Bueno... Parecería que he estado esperándola desde hace una eternidad.

Río catalogándome como un idiota. A la vez, me convenzo de que debo parar de mofarme de mí mismo. Es hora de ponerme serio muy a pesar de esta sonrisa de bobo que sigue partiéndome la cara en dos. Fuera de eso, soy un hombre maduro, no un crío indeciso. Así que sin ánimo de darle tantas vueltas al asunto, lo admito: ella me gusta y mucho.

Desde luego, sé que tengo que mantener la calma y manejarme con cautela. No quiero espantarla.

Tampoco debo idealizarla, porque [Tn] no es la chica con la que he soñado cada noche a lo largo de mi vida; es una persona real y muy distinta a la otra, sin importar que las dos compartan tantas cosas en común.

No exagero al declarar que ellas poseen características que me hacen verlas como a una sola persona. Tienen el mismo tono de piel, la misma estatura e inclusive la misma voz. Y en la lista, no puedo dejar de lado lo más importante: la semejanza del hermoso rostro, y que cada cual es una copia exacta de la preciosa sonrisa de la otra.

DÉJÀ VU ━━ [En curso] 《66》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora