DÉJÀ VU ━━ [En curso] 《66》

Capítulo tres: ¿Quién eres?

Shanks

Una vez más me encuentro aquí, moviéndome con pasos medidos y elegantes; sonriéndole a la hermosa chica cuyos ojos azules están fijos en los míos.

No la conozco de nada, pero siento que es importante para mí.

E inclusive, mi pecho enardece con sensaciones que nunca antes había experimentado.

Su vestido de novia es precioso. Parece una princesa de esos cuentos ilustrados que solía leer para mi hija cuando ella era una niña.

Tiene el hermoso cabello rubio recogido en un peinado debajo de una tiara de la que pende un largo velo.

Su manera de sonreírme y la forma en que se comporta... Su voz y su modo de expresarse... Todo en ella respalda mi manera de pensar. Definitivamente es una princesa. O es lo que creo.

—Me has hecho la mujer más feliz del mundo, ¿sabes? —me dice, antes de que la haga girar delicadamente.

Miro a mi alrededor. Todos visten tan elegantes... No pertenecen a mi época. Tampoco yo pertenezco a mi época; lo descubrí hace un momento, cuando me vi en el espejo del lavabo dorado donde me refresqué la cara intentando despertar.

Sé que estoy soñando y que esto no es real.

Este no soy yo.

No soy una especie de miembro de la realeza que porta medallas de condecoraciones que definitivamente no me he ganado, en un traje de novio de color negro que tampoco me pertenece. Porque este no soy yo.

En mi vida he bailado de este modo, como si siguiera un patrón de elegancia que me sobrepasa.

Soy consciente de la sonrisa que me decora la cara mientras veo los candelabros de cristal sostenidos por soportes dorados. Ni siquiera soy dueño de mis acciones.

Me parece que sigo un guión que fue escrito y que se me dio con instrucciones a las que no puedo negarme, porque incluso estoy a punto de decir algo que realmente me asombra.

—Y tú me has hecho el hombre más feliz del mundo —le respondo a la joven desconocida, a quien le doy toda mi atención.

Estoy loco. Estoy realmente loco.

Siempre sueño esto, y jamás puedo cambiar nada de lo que sucede.

Y, por mucho que he intentado hacer algo distinto, cada cosa sigue un curso que me conlleva exactamente a ese momento en el que, alguien me dispara en el pecho en mi noche de bodas.

¡Denme un respiro! Ni siquiera tengo el tiempo de tener sexo con la hermosa joven con quien cada vez revivo esta escena.

¿Se trata de una vida pasada?

No, no, no. Nada de vidas pasadas. No creo en esas cosas.

Además, odiaría dejar viuda a esta preciosa chica en la noche de bodas.