Capítulo veintidós: No quiero gafarlo

1K 156 473
                                    

[Tn]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[Tn]

Según la aplicación de TAP en mi iPhone, mi autobús viene con nada más y nada menos que doce minutos de retraso. Qué raro, esto casi nuuuunca pasa. ¡Mucho menos con el tráfico del condado de Los Ángeles! Ruedo los ojos en tanto resoplo y sonrío negando con la cabeza. ¿He sido sarcástica o irónica?, no lo sé, a veces tiendo a confundir ambos sustantivos.

Distraídamente, sigo con la vista los autos que van y vienen hasta que se posan sobre la señal del McDonald's al principio del siguiente bloque. Estoy muy tentada de ir a por un batido de leche y fresa y bebérmelo todo con calma, mientras escribo algo en LoveLetterApp.

Sin embargo, no me siento en óptimas (¿se podría decir?) condiciones de darle secuencia al merecido drama, que ya se ha desatado en mi historia de romance.

¿Historia? Eh... No. Me parece que debido a la complejidad y extensión de la trama de «Luna Mía», esto ha pasado a ser una novela completa.

Sonrío para mis adentros; estoy tan enamorada de mi obra, que he estado pensando seriamente en imprimir un ejemplar para mí cuando ya esté finalizada. (Aunque dudo poder terminarla pronto).

Cuando empecé a escribir esta novela, me encontraba totalmente revestida e impulsada por mi depresión, negatividad y fatalismo. (Claro que, está de más señalar que alguien como yo tiene todo el derecho de mirar el mundo tal cual, y no como otro quiera pintármelo con burbujas, purpurina y arcoíris). Y desde luego, mis acumuladas frustraciones fueron mi fuerza y mi motor, pero no por esto descuidé el curso y la dirección que deseaba en cada capítulo. Si lo veo desde un punto de vista imparcial (y dejando de lado mis motivaciones personales) el flujo de la trama ha seguido un cauce natural.

Tengo muchas ganas de teclear hasta que los dedos se me entumezcan, pero ¿a quién engaño? En este momento no podría darle forma a ningún escenario, y existe una razón muy válida para no poder canalizar las emociones, sentimientos y carencias de las que me valí para darle vida a la historia. ¿Y la razón? Pues... sencillo: Shanks Figarland.

Soy tan feliz que en mi interior no hay sitio para nada más que dicha, dicha y más dicha.

Aunque no puedo ignorar que el miedo está al acecho.

Resurge en mi interior ese pensamiento que me hace sonreír y a la vez suspirar; y es que todavía no me creo que exista un «nosotros» entre Shanks y yo.

¿Puede algo tan increíble como él sucederle a una mujer ordinaria como yo?

Porque me ha pasado y sigue pasando.

Pero ¿hasta cuándo será así? ¡Por Dios!, ¡ya déjate de tonterías!

Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás a la vez que inhalo profundo y fuerzo mis hombros hacia abajo.

Estoy tan exhausta que tampoco quiero ocupar un hueco en la vacía banca metálica de color verde. He estado parada durante todo el día (a excepción de mi media hora de almuerzo), y temo que si me siento, no podré —ni querré— levantarme de nuevo; ni siquiera para abordar el autobús que me llevará a Western.

DÉJÀ VU ━━ [En curso] 《66》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora