Capítulo diecinueve: Sentimiento

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Shanks

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Shanks

Melody, Melody... ¿Tienes la mínima idea de lo que me has causado chupándome el dedo? ¿Podrías siquiera, intentar especular, en dónde he recibido el impacto de la estimulación?

Porque para mí, es justo lo que ha sido: estimulación.

He perdido el control, y quiero hacerte pagar por las consecuencias.

Oh sí, Melody, eres la única responsable de que ahora me aferre a tus labios mientras te sujeto por debajo de las rodillas.

Algo muy, muy, pero muy dentro de mí, me dice que es mejor que me detenga, que estoy a tiempo de parar; que se suponía que respetaría a Melody hasta que ya no tuviera que hacerlo. Pero mi cuerpo no responde, y mi lóbulo frontal no admite ninguna contienda directa con la razón.

Mis instintos primitivos están... cegándome.

Melody, pídeme que me detenga.

¡Hazlo! ¡Venga! ¡Dime que me aparte! Pídeme que no me presione contra tu entrepierna.

No estás siendo de ayuda, Melody, no si me rodeas la cintura dejando tus pantorrillas entrelazadas sobre mi trasero; no, si me estás permitiendo estrujarte el tuyo mientras correspondes la intensidad de mi beso. No, si te aferras a mi cuello de este modo.

¿Se ha llegado el momento?

Estoy acostumbrado a conseguir lo que quiero de una mujer a la primera. Nunca he tenido que esperar tantas semanas para acostarme con ninguna así como con Melody, pero... ¿Será demasiado pronto para ella? Porque por mi parte...

No. Melody también me desea, porque de otro modo, ya me habría puesto en mi lugar.

Mis manos se están colando por debajo de su blusa y no parece que ella vaya a detenerme.

¿Tengo carta blanca?

Oh mierda.... ¡¿No hay sostén?!

Esta mujer...

Primero me chupa el dedo, debilitando aún más el oxidado cerrojo que mantenía a raya el rabioso animal que llevo dentro, ¿y ahora resulta que no usa nada que me restrinja de que le apretuje los pechos?

¡¿Acaso quiere que pierda la cabeza?!

Creo que ya la he perdido, aunque de nada me sirve tener una en este momento. Pensar es lo que menos me apetece.

Jadea en mis labios ahora que mis manos amasan la tersura de su piel.

La siento estremecerse ya que mis dedos juegan con sus pequeños y suaves pezones endurecidos.

No podría ni imaginarse cuánto la he deseado. Poder tocarla es un lujo del que me ha privado hasta hoy, y me parece increíble que esto de verdad esté pasando.

Me encanta sentir que los dedos de una de sus manos se presiona en mi nuca, y los de la otra; en mi cuero cabelludo.

Mi boca se desplaza de sus labios a su mandíbula, y de este sitio al cuello, mientras me apego mas a su cuerpo dejándola totalmente empotrada contra la pared.

DÉJÀ VU ━━ [En curso] 《66》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora