Capítulo 8 "Invitación"

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Me llevó de regreso al Mervent sólo un rato después, cumpliendo su palabra de no intentar besarme ni nada más, eso se lo tenía que reconocer. Aún tenía el siguiente día para disfrutar del lugar y él decidió invitarme a cenar a uno de los restaurantes de su hotel, lo dudé, de verdad lo dudé, pero terminé aceptando, era una simple cena y ya.

Llegué al Montbel a la hora acordada, siendo recibida por una amable y sonriente chica que me condujo hacia el restaurante con una terraza directa al lago, ahí ya me esperaba Christopher, bebiendo una copa de vino tinto.

—Hola—saludé cuando el hombre se puso de pie.

—Hola Dulce—se acercó a saludarme con un casto y breve beso en la mejilla para después retirar un poco la silla y sentarme—, me alegra que ya estés aquí.

Sólo sonreí y tomé la carta que la joven mesera me extendía.

—¿Entonces ahora sí puedo elegir qué comeré? —sonreí sin despegar la mirada del cartoncillo frente a mí.

—Sí, esta vez sí—soltó una pequeñísima risa—, pero el vino lo elijo yo.

—Bien—suspiré negando con la cabeza, pero mi sonrisa no desapareció.

Sin duda el filete mignon que pedí había sido una excelente elección, el puré de patatas estaba simplemente maravilloso y el vino que el hombre había elegido había dado en el clavo, de nuevo reconocía que tenía muy buenos chefs y con platillos de la más alta calidad.

—¿Cuándo regresas a Nueva York? —preguntó cuando terminaba con mi postre, un soufflé de queso bañado en una salsa de frutos rojos.

—Mañana—lo vi a través de la mesa—, a mediodía. ¿Y tú?

—Mañana también, pero por la noche. ¿Qué te parece si salimos a cenar en estos días?

—Está bien—asentí con una sonrisa, ahora no lo dudé ni un poco—, me encantaría.

Caminamos hacia su oficina al terminar aquella deliciosa comida, sólo quería sacar algunos documentos y me llevaría de regreso al Mervent, había sido un buen momento en su compañía, de nuevo se mantuvo en lo dicho de mantener los besos y demás fuera de nuestros encuentros, aunque por dentro me moría por probar de nuevo esos ardientes labios, debía ser fuerte y no ceder a mis impulsos, todo paso a paso y dependiendo de sus acciones, hasta que estuviera convencida de que decía la verdad.

Me senté en la pequeña sala al interior mientras él tomaba lo que necesitaba, entonces alguien tocó a la puerta, fue su gerente quien se asomó cuando el hombre le permitió pasar, la mujer me vio, esbozó una sonrisa a manera de saludo y se dirigió hacia el escritorio de su jefe.

—Sólo vengo a entregarle esto señor Uckermann—le extendió un folder.

—¿Qué es Natalie? —lo recibió.

—El documento notariado sobre la compra del Mervent señor.

Mi mirada de inmediato se encontró con la de él, que sostenía dicho papel entre sus manos, eso fue un golpe bajo, casi podía sentir la sangre hirviendo en mis venas, la piel de mi espalda erizada y seguramente la ira destellando en mi mirada, sin decir más, me puse de pie y salí de ahí casi corriendo, pero podía sentir sus pasos tras de mí y su voz llamándome por todo el pasillo hasta la salida. Maldito idiota, de nuevo había estado jugando, ablandando el terreno para al final llevar a cabo su plan inicial. Afortunadamente encontré un taxi apenas salí del Resort, así que no hubo oportunidad a que Christopher me alcanzara. Me encerré en mi habitación apenas llegué, no quería que mi abuela me viera así y yo necesitaba tranquilizarme de alguna manera, tal vez un baño de tina ayudaría.

Sólo Tú (Vdy) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora