Nuestro viaje estaba ya a sólo unos días, en la oficina ya estaba todo en orden, Maite y Kelly se harían cargo del resto, mis documentos para viajar al extranjero listos y la emoción por hacer ese viaje juntos presente a cada momento.
Estuvimos en el aeropuerto temprano, esperando en una sala privada hasta que nos avisaran que el avión estaba listo, mientras, hablaba con su gerente en Londres.
—Llegaré con la noche—decía con su representativa voz de negocios—, necesito el penthouse listo para dos personas y todos los reportes en mi oficina por la mañana... bien, esperaremos el auto al llegar al aeropuerto.
Se sentó a mi lado una vez que colgó, tomando la taza de café que el asistente le entregó.
—¿Qué? —me vio confundido.
—Nada—reí—, nada, sólo observaba tu otro yo.
—El de los negocios—sonrió.
—Así es—asentí—, pero el mío ya volvió.
—Sabes que siempre lo tienes cariño—tomó mi mano llevándola a sus labios, dándole un beso en el dorso.
—Y—lo vi sugestivamente—, tomando en cuenta que este vuelo será más largo...
—Tendremos más tiempo para hacer el amor—sonrió, atrayéndome a él en un beso.
Tal como dijo, aterrizamos en el Heathrow ya con la noche, a eso de las nueve de Londres, el auto de su hotel ya nos esperaba, aproximadamente treinta minutos de viaje y estuvimos en el centro de Londres, una construcción estilo regencia justo frente al Támesis. Tomó mi mano para entrar al edificio restaurado, el lobby conservaba el mismo estilo clásico, candelabros altos iluminando la estancia y el lujo inglés predominando en cada espacio.
—Señor Uckermann—saludó un hombre, de unos cuarenta años, en su gafete se podía leer "gerente"—, señorita Espinosa, bienvenidos.
—Buenas noches—saludamos ambos, él con su característica seriedad.
—El penthouse está listo y sus servicios privados también.
—Perfecto—asintió—, que suban la cena en media hora por favor.
—Claro que sí señor—le extendió un par de tarjetas—, sus llaves provisionales, mañana le entregaremos las otras.
—Gracias Nicholas.
Comíamos hacia la parte trasera de la recepción, donde había un ascensor que activó con un código y su tarjeta.
—¿Servicios privados? —pregunté cuando ambos estuvimos dentro.
—Ya los verás—sonrió tomándome de la cintura.
Al fin llegamos a la última planta, entrando directamente al penthouse, pisos alfombrados y sus paredes en tonos claros, ahí sí reinaba la modernidad y lujo, ventanas en toda la estancia desde donde teníamos una vista directa al Támesis y al London Eye iluminado.
—¿Una copa de vino? —ofreció llegando junto a mí.
—Sí—asentí—, suena bien.
—Te ves cansada amor—me abrazó por la espalda en cuanto me entregó la copa.
—Lo estoy—suspiré recargándome en él.
—La cena no tarda en llegar, después, un baño de tina tal vez, o una muestra de los servicios privados.
—Creo que quiero que me lo muestres.
—Bien—besó mi cabeza.
Un pescado frito con patatas y un pastelillo relleno de pollo fue nuestra cena, estaba delicioso, realmente delicioso.
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Sólo Tú (Vdy) ©
RomanceDos vidas resueltas, dos almas diferentes, dos caminos cruzados y una razón para evitar que lo sigan haciendo. Dulce Espinosa había encontrado la manera de ayudar a su abuela a no perder su preciado hotel clásico, ¿el obstáculo? Christopher Uckerman...