Llegué al Mervent a la hora que la invitación marcaba, casi al mismo tiempo que Christian quien de inmediato estrechó mi mano y caminamos al interior del salón, ahí, algunas miradas nos recibieron de buena manera, otras, preguntándose qué hacíamos ahí y tres pares de ojos deseando echarme a patadas, Sergio, Maite y Aleida.
—Qué descaro el tuyo al venir—resopló Maite junto a su abuela.
—No dirás lo mismo en unas horas, Maite—le sonreí y tomé la copa que uno de los camareros me ofrecía.
Recorrí el lugar, encontrando a Holly y su hermano quienes me saludaron con una sonrisa, al igual que Damián, quien se mostraba entusiasmado con el plan, entonces la vi, en la entrada del salón, se veía hermosa en ese vestido azul, escondí mi sonrisa en la copa al imaginar esa prenda en el piso de mi habitación, a su lado venía el imbécil de Sergio, quien se pavoneaba y se dedicaba a presumir a Dulce como su novia, tomándola posesivamente de la cintura, eso hacía que mi sangre hirviera, pronto se le caería esa tonta sonrisa.
—Se notan tus celos, querido—escuché a Maite junto a mí—, pero tendrás que resignarte, esta noche se comprometerá con él, estoy segura de qué al menos sabrá que se casará con un hombre honesto.
—Por supuesto que lo hará, Maite—le sonreí, pues ciertamente lo haría, sólo que se estaba equivocando de futuro cuñado.
Su mirada de confusión era como un poema, iba a disfrutar mucho el momento de las revelaciones. Por ahora, una visita a los baños era lo que necesitaba, iba hacia la salida cuando escuché la puerta abrirse, viendo a Sergio a través del espejo, su petulante sonrisa me enfermaba, deseaba que ya todo se revelara.
—No puedo entender qué haces aquí, Uckermann, pero en cierto modo me alegra.
— ¿Ah sí? —sonreí cruzándome de brazos— ¿Tanto me has extrañado, Sergio? Vaya, no sabía que tirabas a ambos lados.
— ¡Eres un imbécil! —su rostro cambió a un rojo intenso— ¡Esa sonrisa se borrará con esto! —sacó la caja con el anillo de compromiso, restregándomelo en la cara, quería burlarme de él en ese instante, pero eso arruinaría el plan de Dulce y no me atrevería a hacer eso.
Hice lo que ella me pidió, fingí sorpresa y salí de ahí escuchando sus risas, riendo yo también, al menos hasta que una delgada mano me jaló al interior de lo que parecía ser una bodega.
—Pero qué...
—Shhh...—sentí sus labios sobre los míos— ¿Quieres que nos descubran?
—Después del encuentro con Sergio en los baños créeme que sí—la tomé de la cintura—, quisiera salir contigo a mi lado en este instante.
—Tranquilo, mi amor—rio besándome de nuevo—, así saldremos más tarde.
— ¿Cuánto falta para eso? —mordí su labio, mientras mi mano bajaba hasta la abertura del vestido en su pierna.
—Un par de horas—jadeó al sentir mi mano sobre el encaje de sus panty.
—Mucho para un hombre que lo que quiere en este momento es hacerte el amor.
— ¿Un rapidito te sirve?
—Sí—reí sobre sus labios, tomando su pierna para colocarla sobre mi cadera—, por ahora sí.
Mi mano estaba a punto de deslizar sus panty por su pierna, pero su celular sonando nos interrumpió, era Maite, Aleida daría el discurso de fin de año, un brindis y según lo que sabíamos, después de eso vendría la propuesta de matrimonio.
—Ve tú—le di un beso—, yo necesito un momento.
— ¿Para enfriarte? —sonrió agarrando mi entrepierna.
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Sólo Tú (Vdy) ©
Roman d'amourDos vidas resueltas, dos almas diferentes, dos caminos cruzados y una razón para evitar que lo sigan haciendo. Dulce Espinosa había encontrado la manera de ayudar a su abuela a no perder su preciado hotel clásico, ¿el obstáculo? Christopher Uckerman...