La cena llegó, hora de degustar las exquisiteces que el chef del Fiori tenía para nosotros, la elección, una pizza margarita y una pasta con ragú napolitano, de nuevo reconocía que el chef era excelente y pude notar que el hombre sentado frente a mí en la bellísima terraza del penthouse esperaba mi veredicto.
—Chef del Fiori, aprobado—le guiñé un ojo y continué con mi cena.
—Llevo buena racha—sonrió llevándose la copa a sus labios.
—Bastante buena a mi parecer.
Trabajó durante toda la mañana y nos encontramos en el lobby para salir a pasar el resto del día en un pequeño yate en el Golfo de Nápoles, un momento completo de relajación, con vino, comida que él preparó y un delicioso masaje que dio a mis hombros y espalda, lo necesitaba.
El último día lo dedicamos a recorrer las angostas y bellas calles de la ciudad, así como un paseo por la Vía Francesco Caracciolo en el Alfa Romeo Giulia que pidió en el hotel, con todo el golfo a mi derecha y la ciudad ya iluminándose, era un lugar hermoso y la idea de visitarlo con mi novio me tenía más que encantada, su mirada demostraba lo mismo.
—¿Habías venido ya a Nápoles? —preguntó en medio de nuestro recorrido.
—No—negué desviando entonces mi mirada de la ventana—, de Italia sólo conozco Roma, Florencia, Milán y Venecia.
—¿Y qué tal?
—Me gustó mucho—sonreí—, y conocerlo contigo más.
—Juntos—tomó mi mano llevándosela a sus labios—, en realidad yo también la estoy conociendo.
—¿Cómo? —lo vi confundida.
—La idea de este hotel fue de Alejandro, mi socio, y siempre que vengo paso la mayor parte del tiempo en el hotel, este es el primer viaje en el que me tomo el tiempo de también disfrutar la ciudad.
—¿No estás dejando de hacer cosas de trabajo por estar conmigo?
—No—negó sonriendo—, antes buscaba qué más hacer, aunque fuera algo que ya había hecho, ahora sólo trabajo lo necesario, recuerda que estoy equilibrando mi vida.
—Sí—sonreí—, y en ese caso creo que lo estás haciendo bien.
—Y que me digas eso es muy valioso para mí, voy por buen camino entonces.
—Lo haces—asentí—, gracias por eso.
—No mi amor, gracias a ti, fuiste tú quien me hizo ver las cosas y entenderlas, otra vez—soltó una pequeña risa.
—¿Otra vez?
—La primera fue hacerme desistir de la compra del Mervent.
—Cierto—también reí—, pero al final fuiste tú quien tomó la decisión, así que, lo podemos tomar como un logro mutuo.
—Sí, creo que lo podemos llamar así. De igual manera yo te lo debo a ti—me vio a los ojos en cuanto estacionó el auto en uno de los miradores—, lo hice por ti, para estar bien contigo, porque te amo.
—Y yo te amo a ti mi amor—sonreí antes del beso en el que nos unimos durante algunos segundos.
Nuestro vuelo a Niza saldría al siguiente día después del desayuno, de ahí conduciría hacia Mónaco, así que pidió un auto que ya debía esperarnos a la hora del aterrizaje.
Un Bugatti Chiron azul cobalto, ante el cual sonrió en cuanto lo vio.
—Hombres y testosterona—musité en medio de una risa.
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Sólo Tú (Vdy) ©
RomanceDos vidas resueltas, dos almas diferentes, dos caminos cruzados y una razón para evitar que lo sigan haciendo. Dulce Espinosa había encontrado la manera de ayudar a su abuela a no perder su preciado hotel clásico, ¿el obstáculo? Christopher Uckerman...