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Llegué a mi oficina teniendo en mente los pendientes que seguramente me estarían esperando sobre el escritorio, lo normal después de regresar de cualquier viaje de supervisión. Natalie ya me esperaba en la entrada del hotel.
-Jefe, buenos días-saludó con la sonrisa de siempre.
-Buenos días-respondí con un simple asentimiento de cabeza y caminamos hacia el interior de la oficina.
-¿Cómo estuvo su viaje?
-Muy productivo-señalé la silla frente a mi escritorio para que se sentara-. ¿Me permites los reportes?
-Claro, claro-asintió entregándomelos.
-¿Algún otro tema que quieras tratar conmigo? -pregunté sin verla, pero consciente de que seguía ahí.
-Ah, no señor-se levantó de inmediato-, con permiso.
Traté de concentrarme en los documentos que tenía frente a mí, pero el saber que pronto me convertiría en padre de nuevo me sacaba de toda concentración y las sonrisas aparecían, los nervios también, mi primera experiencia como padre había terminado muy mal y era un episodio en mi vida que aún me perseguía, la culpa no se había ido y varias, por no decir que muchas noches, llegaba a soñar con el momento en que los vi en ese auto destrozado, estaba seguro de que era algo que me pasaría hasta el último día de mi vida, había sido una época bastante mala para mí, hasta que conocí a Dulce, desde el primer momento que la vi lo supe, que esa mujer tenía algo verdaderamente especial, el solo hecho de tenerla cerca, de percibir su perfume floral, de ver sus hermosos ojos, aunque al principio con miradas frías, escuchar su risa, sentir su calor, me hacía sentir como no había pasado en mucho tiempo, claro que nuestra vieja rivalidad había intervenido en mi intención de acercarme a ella, pero al mismo tiempo fue lo que dio pie a que lo nuestro comenzara, incluso lo hizo divertido, verla hacer sus rabietas me causaba risa y cierta ternura, lo único que quería hacer en cada una de ellas era besarla, hasta que lo hice, aquella vez que me vio desnudo en mi yate, el que ella estuviera ahí escondida al principio me llegó a molestar, pero terminé por entender sus razones y por agradecerlas, pues me dio la oportunidad que llevaba tiempo esperando, besarla, y desde el momento en que mis labios tocaron los suyos supe que estaba perdido, había comenzado a enamorarme de ella y eso sólo fue en aumento, la amaba, muchísimo y aunque Karina había significado mucho para mí, lo que sentía por Dulce sobrepasaba cualquier sentimiento que hubiera tenido antes, no veía mi vida sin ella y es por eso que en mi bolsillo llevaba desde el inicio del viaje una pequeña cajita con un anillo de diamantes en su interior, se lo daría en Nueva York, después de haber terminado el plan que venía preparando desde que despegamos hacia Londres. La noticia del embarazo había sido sorpresiva sin duda, pero eso sólo lo hacía mejor, en ese momento me sentía el hombre más afortunado del mundo.
La vida me estaba dando una segunda oportunidad en todo y no pensaba desaprovecharla en lo absoluto, esta vez las cosas marcharían bien.
Casi terminaba de revisar el primer reporte cuando la puerta de mi oficina se abrió abruptamente, viendo entrar a Dulce, pero esta no era mi Dulce, había algo en su mirada que me hizo recordar cuando recién nos conocimos, traía algo en la mano.
- Amor, pensé que nos veríamos más tarde- la vi caminando rápido hacia mi escritorio.
-Ni más tarde ni nunca-dijo con voz amarga, azotando una carpeta sobre mi escritorio.
-¿Qué? ¿Qué es eso? -arqueé una ceja confundido.
-Ábrelo-señaló la carpeta-, aunque es obvio que lo sabes.
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Sólo Tú (Vdy) ©
RomanceDos vidas resueltas, dos almas diferentes, dos caminos cruzados y una razón para evitar que lo sigan haciendo. Dulce Espinosa había encontrado la manera de ayudar a su abuela a no perder su preciado hotel clásico, ¿el obstáculo? Christopher Uckerman...