Capítulo 3 ☠️

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El flash me enceguece y sonrío con incomodidad sosteniendo la mano del hombre que reluce el diamante blanco que resalta en mi dedo anular

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El flash me enceguece y sonrío con incomodidad sosteniendo la mano del hombre que reluce el diamante blanco que resalta en mi dedo anular.

—Está sesión de fotografías, saldrá en la próxima revista que confirma el indicio que hemos sembrado —informa la reportera rubia que vimos una semana atrás, quién acomoda sus lentes para después ver la hoja que sostiene —. Puesto que muchos espectadores están felices de conocer tan hermosa noticia, porque han seguido sus vidas y aman la relación de amigos que sostienen desde hace muchos años.

Me separo un poco de la atmósfera pesada, tomando la revista que se titula "El amor verdadero, es posible". Han colocado la fotografía dónde Adal sostiene mi cintura colocando un delicado beso en mi coronilla, y yo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello fingiendo una amplia sonrisa.

—¿Hemos terminado con la sesión fotográfica? —indago al aire con un regusto amargo y una sensación extraña al detallar el diamante simple de mi dedo anular.

—Con la sesión fotográfica sí, pero necesito hacerles una serie de preguntas que son esenciales para la entrevista —Apremia la rubia, y Adal me mira con cautela, a lo cual sonrío con toda la tranquilidad que puedo ser capaz de fingir.

—Puedes encargarte de ello, sin mi presencia, ¿Cierto? —Planteó y él asiente, ignorando el ceño fruncido de la rubia —. Ahora sí me disculpan, me retiro.

La rubia trata de detenerme, pero Adal niega diciéndole que no hay problema, ya que él puede brindarle toda la información que necesite. No prestó más atención y tomó mi bolso, tomando el BMW azul que me espera en el parqueadero de la mansión. Los guardias me miran con cautela antes de abrir las puertas. Pongo el auto en marcha y bajo las ventanillas dejando que el aire frío se filtre y me dé un atisbo de alguna sensación, más que solo desolación.

Ya que la paranoia de que he abierto la puerta de todos los males que pueda imaginar, sé ha convertido en mi peor pesadilla, puesto que desde hace días no he logrado conciliar el sueño como es debido, con los recuerdos difusos que se presentan. Paso la mayor parte del día en la plaza y centros comerciales distrayendo a mi mente con las personas que transcurren en una vida tranquila llena de monotonía.

—Lo siento —se disculpa el moreno con dificultad, quién me hace fruncir el ceño cuando su rostro se me hace familiar.

—¿Te conozco? —pregunto con duda, y él niega, hablando en un idioma que no entiendo, señalando el helado de chocolate que se ha caído al suelo por el impacto —. No te preocupes, no pasa nada —sonrío para tranquilizarlo, mientras él vuelve a disculparse tratando de pagar por el desastre, más no lo aceptó y a él no le queda más remedio que marcharse.

En ocasiones es necesario darse un tiempo para meditar y reflexionar con nosotros mismos y preguntarnos si es correcto el camino que llevamos. Si todo lo que hemos hecho o deseamos hacer es lo correcto para una vida próspera, no recuerdo a ciencia cierta mi pasado, pero mi futuro será difuso, hasta no tener claro lo que debo hacer en mi presente. Porque sé, que la unión con Adal es algo que mi padre deseo muchas veces para que no sufriera, pero al mismo tiempo hay algo muy dentro de mí, que me grita que eso ya no es posible por mucho que lo intente, ya que cada vez que intentó hacerme a la idea de estar con Adal, la mirada fría del hijo de Ivar me perturba.

Implacable Redención Libro 3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora