Catarsis
LiliethLa brisa ligera eriza mi piel, y la comodidad de las sábanas suaves me desconcierta, abro mis ojos con pesadez, tratando de acostumbrarme a la poca luz que proyecta la lámpara de noche, y me alertó; cuando palpó mi cuerpo, y noto que llevo puesto un camisón de telas finas, el cual altera mi ritmo cardíaco, al suponer lo peor.
Me levanto de la cama con rapidez: como si está quemará, provocándome un leve mareo por mi debilidad; reviso mi cuerpo, y agradezco no tener señales de nada, mi boca se encuentra reseca y con duda tomó el vaso de agua que descansa en la mesilla, una luz naranja se proyecta en las paredes blancas de la habitación y la ignoró, tomando el pomo de la puerta para salir al exterior con cautela.
La cabeza me punza cuando camino a través de los pasillos oscuros, con el viento helado que eriza mi piel, la alfombra amortigua que el frío no pase a mis pies, y el camisón de seda cubre hasta la altura de mis tobillos, contrastando con el escote pronunciado que resalta mi pecho con el encaje negro que los acaricia, mi cabello desordenado ayuda a que el frío no se impregne en mi pecho y mi cerebro me exige que busque una salida.
Al divagar en la casa qué es espaciosa y lujosa, no es algo que me impresione, pero mi presión arterial me hace doler el pecho por la incertidumbre y de algún modo mi ansiedad se acrecienta, los quejidos que resuenan afuera del jardín llaman mi atención. Y me acerco observando a los hombres que rodean al ser que es consumido por las llamas que se alzan en el poste que se encuentra enterrado en medio del jardín. El miedo que se instala en todo mi cuerpo me hace temblar cuando un sujeto alto, de cabello rubio cenizo, que se esconde en la oscuridad, vestido con un traje negro y una gabardina de cuero y guantes a juego, detalla la escena sin remordimiento.
—Al fin despiertas —, su voz hace latir a mi corazón con fuerza, dejándome sin aliento —. Bienvenida a casa.
Sus palabras son sinceras, acelerando mi respiración cuando me enfrenta, acercándose sin invadir mi espacio personal, lo que me deja detallar su mirada. Una mirada que se impregnó tanto en mis recuerdos desde el día que salí de aquella rara clínica como el día de las subastas de caridad. Mi cuerpo reacciona aún estímulo jamás experimentado, deseando cosas que me impresionan y abaten de igual manera; sin ser capaz de reconocerlas, ya que al ser hijo de Ivar Volkov, mi raciocinio me reprende por sentir todas estas cosas difusas, por qué todo lo que él representa, es de lo que mi padre me protegió toda su vida.
—Está equivocado —Me atrevo a contestar, cuando una mini explosión en el exterior, provoca un sobresalto en mi cuerpo —. Para que este lugar sea mi hogar, usted debería ser parte de mi vida, lo cual dudo mucho que lo sea.
Su media sonrisa, reseca aún más mi garganta, y ya no sé, si el temblor de mi cuerpo se deba al miedo, o a la ansiedad de sus movimientos que se aproximan dejándome sin salida cuando toma mi mano, llevándosela a los labios, es un acto tan simple, pero que hace arder cada partícula de mi cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
Implacable Redención Libro 3
Roman d'amourEl tiempo ha pasado, el correr de la sangre se ha incrementado, envolviendo el caos a su alrededor, ya que han avanzado los planes, las imposiciones y la venganza, rebelando secretos que se encontraban dormidos. Él Korol de la Bratva junto a su Koro...