Especial 🎃💀

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Presa

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Presa

La luna surcaba el cielo oscuro desvaneciendo la densa niebla que se confundía con la nieve que cubría las calles. Los tres hombres que se habría paso en aquella noche helada caminaban hombro con hombro, adentrándose en la casa de paredes viejas que, pese al clima, se encontraba atestada de personas con sus rostros maquillados de catrinas: con maquillaje neón, mientras que otros optaron por máscaras bien elaboradas.

—Los Záitsev están seguros de que uniéndote con Laika, podrán llegar sin tanto alboroto al trono del círculo —dijo el hombre menor, que sacudió la nieve de su abrigo, que lo cubría del frío, detallando con sus ojos verdosos esmeralda, los cuernos de la máscara del hombre que se llevaba el cigarrillo a los labios con calma, regalándole una tenue sonrisa.

—Aún no es mío, porque no lo deseo, pero bien se sabe que cuando lo quiera, lo conseguiré, así deba incinerar el mismo mundo —respondió seguro, aplastando la colilla del cigarrillo, tomando él trago que la mujer con shorts diminutos le ofrecía con una mirada sugerente lo cual él no dudó en responder con sus ojos azul zafiro y perversos que hipnotizaban a cualquiera —. Ya que el trono no es para quien se lo hereden, sino para quien se lo gane y lo mantenga.

El tercer hombre, el cual era el mayor de los tres, negó con una tenue sonrisa, retirando un mechón de su cabello castaño que molestaba su vista al barajar las cartas, moviéndolas una tras otra entre sus manos, matando el tiempo.

—No logro visualizarlo unido con Laika dentro de dos años —reflexionó consigo mismo, el más joven, mirando a los ojos avellana del hombre mayor que refugió su sonrisa detrás de su copa —. De hecho, ya lo empiezo a visualizar como la novia ofendida que no desea que la vendan, rebelándose contra su padre por dicho arreglo.

Los tres hombres sueltan una carcajada que llama la atención del hombre que descansa en una mesa aparte en la casa Escarlath, ignorando al hombre que alzaba los fajos de billetes, sonriendo con sus dientes amarillos.

—Todavía es un crío —le recordó Beret a su hermano mayor, detallando a Daren con los otros que parecían pulgas a su alrededor —. Si Laika hace un buen trabajo, pronto obtendremos lo que por derecho nos pertenece.

—No lo subestimes Beret —reprendió el hombre que cubría su rostro con una máscara de guy fawkes —. Nuestro padre, por pensar como tú, dejó que le arrebataran su gloria.

Beret apretó la mandíbula por las palabras de su hermano, que siempre se daba el lujo de subestimarlo, creyendo que él jamás sería capaz de sacar adelante el clan Záitsev. Por otro lado, el vestido blanco con pedrería plateada que cubría a la mujer de cuerpo escultural a la cual le temblaban las piernas con cada paso que daba adentrándose aquella casa le formaba nudos en el estómago, recordando que había tomado una pésima decisión.

—Relájate Lilieth —recomendó la morena, alborotando aún más su cabello afro, resaltando el maquillaje de catrina —. Laika me ha recomendado esta fiesta, y nosotras necesitábamos un respiro de tanto estrés.

Implacable Redención Libro 3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora