Amargura
DarenRodeo la habitación con desesperación, al sentirme acorralado, detallando como Karl revisa el estado de Lilieth que se encuentra recostada en el mullido colchón, acariciada con las sábanas blancas que la cubren. Su piel está demasiado pálida, y las venas le sobresalen de sus brazos dándole un color verdoso que me enerva.
—Estará bien, si no sufre más ataques de pánico como él acaba de vivir hace un instante —informa, preparando la jeringa que introduce en sus brazos —. Debe tratar la manera de no llegar a estos extremos, mi señor.
No digo nada y solo observo por un par de minutos lo que hace con el calor abrazador que toma mi pecho, al sentir la rabia que no deja de pulsar en mis sentidos, escuchando el tintineo de los medicamentos que Darkó realizó exclusivamente para ella.
—¿Qué hay de lo otro? —indago, y él suspira, al resguardar los implementos que utilizó en su maletín de cuero que deja a los pies de la cama.
—Está limpia de cualquier método anticonceptivo, su ciclo en este momento se encuentra de forma irregular, pero podemos arreglarlo si así lo desea —Sus palabras de cierta forma apaciguan un poco la tormenta —. Ya que la intromisión de la ocasión pasada, fue la única secuela que dejó por la droga que consumió y el daño que recibió, eso sí, debo anticipar que si en algún momento la señora desea volver concebir, sería un embarazo de alto riesgo, puesto que su cuerpo requiere de muchos cuidados y medicamentos para su pronta recuperación, por ahora la única certeza que poseo, es que dormirá por unas horas por el efecto del sedante y todo lo que su cuerpo empezará a procesar.
Asiento dejando que deje los frascos de medicamentos en la mesita de noche, y sale dejándome a solas con la mujer que descansa con un respirar lento, me acerco acomodándome a su lado por un par de horas, apoyando mi cabeza sobre mi brazo, al pasear mis dedos por la piel suave de sus mejillas, su aliento choca contra mi rostro, pero no hay más que un sueño profundo.
Y lo odio, odio conocer que ahora lo único que la mantiene cuerda y fuera del pánico de los demonios que acechan su mente, es esto. Alucinógenos que apaciguan el daño ocasionado con los depresivos que tomaba para poder conciliar el sueño y mantener a raya sus emociones. Poco a poco mis dedos se van perdiendo por el sur de su cuerpo, despertando los recuerdos.
El sudor corría por su espina dorsal, al apoyar sus manos en las almohadillas que amortiguan sus quejidos, cuando mi palma chocaba en su redondo trasero, las marcas de mis dedos, quedaron en su cadera, mientras mi polla se abría paso en sus labios mojados que recibían gustosos los empollones duros y sonoros que la hacían chorrear en abundancia. El recuerdo de su cuerpo sonrojado bajo el yugo de mis caricias, están vivo que me veo paseando mis dedos por encima de las aureolas que se remarcan en el encaje del camisón que las frunce, su cabello contrasta con su piel y rodeo su cuerpo con un miedo abrasador que me descompone en partes iguales. Ya que si en el pasado me mentía diciéndome a mí mismo que su muerte no me afectaría, era una estúpida mentira.
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Implacable Redención Libro 3
RomanceEl tiempo ha pasado, el correr de la sangre se ha incrementado, envolviendo el caos a su alrededor, ya que han avanzado los planes, las imposiciones y la venganza, rebelando secretos que se encontraban dormidos. Él Korol de la Bratva junto a su Koro...