Capítulo 11☠️

41 5 9
                                    

PrecedenciaDaren

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Precedencia
Daren

El sol se alza en su punto más alto, iluminando el cartel "villa del Carmen", es el nombre con el cual fue bautizada la mansión de Lilieth en México luego de quitársela a Marcos Gutiérrez. Las puertas son abiertas con la tanda de camionetas que derrapan en el camino principal alzando la arena. Y me concentro en el paisaje verdoso con el chillido de las gaviotas que sobrevuelan en la orilla del mar.

—Todo fue preparado como lo ha ordenado mi Korol —dice Mark observando a Zaria quien niega suspirando profundo llamando la atención de la mujer a mi lado.

—Hay patrones que no podemos romper, pactos y costumbres, mi señor qué... No serán de su agrado, pero por nuestro bien debemos mantener —agrega la morena, colocando hacia atrás su cabello rizado.

—¿A qué te refieres? —cuestiono con cautela, colocándome alerta cuando la mujer a mi lado solo se concentra en el paisaje del exterior.

—Como muy bien sabe, hemos invitado a los narcos más pesados de toda América y a los líderes de las pandillas que gobiernan los suburbios —recuerda y asiento, pues estos idiotas han retrasado entregas hurtando mi mercancía para ponerme en contra de otros convirtiendo todo en una cadena de mierda que no desea romperse, ya que las ratas que creen ser capaces de enfrentarme aprovecharon la ausencia de la persona que los mantenía en línea para alborotar el hormiguero y así poder darse un tiempo para contra atacarme —. Las reuniones siempre fueron lideradas por Hugo, el líder que mi señora colocó como pantalla, pero por alguna razón que aún no logro encontrar, estos señores conocen que este hombre ha sido manipulado por nuestro Korol y por eso han perdido la fe en la credibilidad de sus palabras, y exigieron la audiencia con nuestra Koroleva en persona.

—Es lo que se les dará —señalo, y Zaria por un par de segundos baja su mirada cuando las camionetas se estacionan.

—Lo sé, y aunque suene descabellado, debe dejar que lo haga ella sola, sin vigías, ni cámaras, ni micrófonos, no podemos hacer lo que desea, pues esto solo incrementaría las sospechas que ya se han sembrado y no podemos permitirlo —dice suspirando profundo, y oculto la sonrisa que desea desencadenarse en mis labios cuando escucho a mi mujer.

—¿Debo entrar sola? —indaga Lilieth con un temblor en la voz que trata de ocultar lo mejor que puede, lo cual me sorprende, ya que su postura grita lo contrario.

—Es lo que se ha hecho siempre junto con mi presencia —concilia la morena, y está suspira cuando todos mis hombres junto a los de Lilieth bajan de las camionetas.

—Sé que dije que podría hacerlo sola, pero no puedes dejarme con toda esa barbarie ahí dentro, yo puedo equivocarme y... —Lilieth habla tan rápido que su respiración le pesa, y tomó su rostro con delicadeza para observar con mejor precisión su mirada. Las pupilas de sus ojos están normales, lo cual me alivia, ya que cada vez que tiene un ataque, estás, se dilatan y el iris de sus ojos baja una tonalidad colocándose casi negros. Aún recuerdo el día que tuvo el segundo ataque después de nuestra conversación en la sala de nuestra mansión, su respiración simula entrar en un ataque de pánico cuando entierra sus uñas en mis manos.

Implacable Redención Libro 3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora