¿Amira?
DarenLa noche es fría, y el humo de mi puro se pierde en el techo, cuando los reflectores acarician su silueta, resaltando sus rasgos físicos, rasgos que paralizan a la mayoría e hipnotiza al líder de todos los presentes, mis hombres rodean el lugar, y detallo como Basil toma con brusquedad al hombre que se cubre el rostro, captando el movimiento de su alrededor con el maldito de Adal que no despliega los ojos del escenario ni cuando es señalado por algo que no logro captar.
—Solo te pediré un favor —dijo, perdida en la imágen de las personas que estaban siendo refugiadas por Basil —. A él no lo tocaremos, hasta conocer qué tan sucio y contaminado está este asunto.
—Lilieth, es un Záitsev —señalé desde la silla de mi escritorio —. Y no de cualquier Záitsev, sino de Ólek, y...
—Y no importa Daren, porque sé que la mejor arma que tienen los Záitsev, es ese hombre que fue arrastrado ha abandonar su mundo tranquilo por la caótica realidad que estos idiotas provocaron —su mirada sería nunca abandonó la imágen proyectada —. Y si fuera tan desagradable como su padre o tan imbécil como Robert, no hubiese dudado en acabarnos, teniendo dicha oportunidad en sus manos, conoce más de lo que crees y por ello no deseo matarlo, o al menos no hasta conocer que no tengo más opción que hacerlo.
—¿A quién tomaremos esta vez entonces? —cuestione, observando la nueva ruleta que giraba sin parar.
—Al que el destino nos dé —simplifico, y frunci el ceño cuando se me acercó, sonriéndome con dulzura, para acariciar mi rostro, y dejar un leve beso en mi mejilla —. Lo único verdaderamente importante ese día, será que el Jeque conozca mi existencia.
—¿Tienes miedo? —indague, tomando su mano para sentarla en mis piernas.
—No, porque tengo tu apoyo, y sé que no será igual que meses atrás porque no habrá droga que nuble mi juicio —dijo, acariciando mi cabello, e inclinándose para besar mi rostro —. Esas semanas fueron una tortura Daren, y las leves cicatrices que hay en mi cuerpo me recuerda lo que no debo volver hacer.
El cubo de cristal se abre unos minutos después de que Lilieth terminara su presentación, y Karim entra a la sala donde ella dejó dormida Alabi, avanzando como polilla hacia la luz, y yo avanzo despacio, ocultandome tras la puerta oscura donde no se capta mi silueta.
—¿Amira? —llama, cuando la alcanza, y ella lo ve sobre su hombro, cuando deja caer el velo en el sofá rojo, en lo que él trata de tocarla.
—Señor, no puede tocarla —le recuerda la anciana, instándole a sentarse en el sillón en medio del salón —¿Deseaba una presentación en privado?
Indaga la anciana con fingida inocencia, y Lilieth le sonríe de lado, dándole la cara cuando él toma asiento, Karim empieza a respirar rápido paseando la mirada por todo su cuerpo, buscando algo en ella que a Lilieth no le perturba.
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Implacable Redención Libro 3
RomanceEl tiempo ha pasado, el correr de la sangre se ha incrementado, envolviendo el caos a su alrededor, ya que han avanzado los planes, las imposiciones y la venganza, rebelando secretos que se encontraban dormidos. Él Korol de la Bratva junto a su Koro...