Año 2025, 18 de Agosto, lunes

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Daré las explicaciones correspondientes. Después de eso, me quedé vagando por el parque Saint James… desde hacía años que no venía y en realidad quedarme ahí solo me causaba dolor. Sentí como el pecho me exigía un trago o varios de alcohol, pero dadas mis circunstancias cuando estoy en ese estado de embriaguez, preferí nada más sentir, y recordar la banca donde nos sentamos me recosté ahí como jamás lo hice, soñando que fueran sus piernas, sintiendo todo lo patético que uno puede llegar a sentirse cuando está en ese estado de melancolía tan profundo… y al amanecer fue peor. Apenas amaneció todo alumbró el espacio tan bellamente que me dio la impresión que su "todopoderoso" se burlaba de mi dolor. Y entonces vino a mi aquella reunión en el parque Saint James, y pues como estoy escribiendo sobre todo esto volví al Bentley en cuanto tuve las ideas más ordenadas.

Pasó que tras aquella comida en 1793, Aziraphale me agradeció con esa sonrisa adorable que me hizo sentir algo extraño en el pecho pero que, como siempre, logré disimular. Pero es que los siguientes años en Inglaterra, cada vez que nos veíamos, cada vez que sonreía de la forma que fuera, o cuando me miraba con esa expresión entre lastima por mi alma y risa por mis aventuras demoníacas, en cada ocasión esa sensación se alojaba en mi pecho y luego de separarnos, recordarlo me hacía sonreír… Era extraño y me asusté, así terminé consumiendo laudano en 1827, para ayudarle a salvar una vida y es que era una niña, por satan! una niña otra vez! No podía dejarlo así, pero cometí una buena acción y mi bando lo notó. Recibí una inmensa reprimenda por eso y les dije que no volvería a ocurrir, pero para hacerlo, debía estar lejos de él, yo lo sabía así que les dije a todos que dormiría. Me miraron mal, obviamente, porque no necesitamos dormir, pero sabía que dormir era una de las formas de no verle y por lo tanto, así tampoco querer ayudarlo. 

Inicialmente esa era la intención y hasta donde saben todos el siglo XIX yo lo dormí en su mayoría, lo que no saben ni mi ex-bando, ni el ángel ni nadie hasta ahora que me estoy confesando es que durante esos años yo estuve lidiando con esa sensación tratando de no entrar en pánico, bebiendo como un loco y de vez en cuando, desquitando mis nuevas necesidades físicas en lugares especiales para eso, siempre con hombres, siempre con rubios… el miedo me invadía día tras día. La situación del láudano había llegado demasiado lejos, digo, qué pasaría si nos pillaban con el ángel? ¿Qué pasaría si se enteraban de que lo que yo hacía era producto de los sentimientos que tenía hacia él y que comenzaban a alojarse en mí? Que pasaría si alguien descubriera aunque fuera algo de nosotros? No lo soportaría. No podría, sé que ellos me harían daño hasta enterarse de todas nuestras reuniones, lo había visto, conocía sus formas pero si yo no estaba, él podría negarlo todo. Podría decir que jamás pasó nada de esto, que son inventos de parte de los míos… necesitaba un seguro, necesitaba mantenerlo a salvo, o al menos, si me iban a cazar, al menos saber que tendría con qué defenderme… Así que un día en 1862, llamé a Aziraphale a que se juntase conmigo en Saint James… como hace tiempo no lo veía, cerca de 30 años, me vestí lo más elegante que pude con el sombrero de copa (tan popular en la epoca) más alto que tuve, ademas de ropas a la medida, obviamente en negro, y le esperé. Cuando llegó, volví a sentir todo esto otra vez y luché contra mis ganas de salir corriendo, debía decírselo, debía pedirselo. Lo tenía escrito, por si acaso no lo lograba en palabras, pero su reacción… su reacción me confundió por completo. Él me dio a entender al inicio, que tenía los mismos miedos que yo, miedo a perderme, a que yo me destruyera… pero estaba tan equivocado, él tenía miedo de la humillación que implicaba "fraternizar" con un demonio… "fraternizar" todavía me retuerzo de rabia cuando recuerdo o escucho esa palabra y es que la conversación quedó grabada a fuego en mi memoria…

- Tengo a otras personas con quien "fraternizar", Ángel. -le dije enojado.
-Por supuesto que sí 
- No te necesito -dije, quería hacerle sentir lo mal que me hacía sentir su desprecio. 
- Pues el sentimiento es mutuo, obviamente- me respondió. 

Ahg, cómo pudo decir algo así? ¿Cómo pude decirle algo así? Mi corazón fue tirado al agua tal como el papel que le di. No quería el agua bendita para mí, aunque sí lo había pensado pero cuando se lo dije, yo… yo estaba pensando en usarlo para asustar a mi bando, para que no me molestaran más… yo no… nunca esperé que eso fuera así. Me enfadé y desaparecí. Ahí sí que dormí, sí, ahí sí que dormí de verdad, no quería saber del mundo… 

Hablando de eso, es buena idea dormir, se ha hecho tarde y estoy cansado. Mañana seguiré sin falta, el siglo XX  es de hecho uno de mis favoritos…todo se pone interesante en esa época, todo antes del desastre… 

Atte. A.J. Crowley 

El Diario de Anthony J. CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora