Año 2025, 17 de Septiembre, miercoles

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Estoy gratamente sorprendido de mi mismo. Pasé un mes dormido o casi un mes y en realidad me siento mejor, el día está algo más nublado hoy y acompaña mi estado de ánimo. He viajado con mi Bentley hasta un prado en Escocia, se supone que hace frío y pronto lloverá, pero este clima me recuerda esa vez…

Pasó unos años después, en 1945, luego de que se detuvieran las hostilidades. Inglaterra entró en un jolgorio colectivo bastante interesante que tenía a la gente en un estado de locura parecido al de los años 20, pero reducido a una sola semana. Fue una semana donde yo pude divertirme también en lo corporal. Llevaba tiempo sin hacerlo y casi se sintió como un alivio aunque sí debo admitir que en esa ocasión fui más consciente de que mi acompañante era un hombre blanco y rubio… de hecho tal vez fue por eso que la conversación se dio así, ah pero me estoy adelantando.

Como decía llevaba tiempo sin hacerlo y en la euforia colectiva fue más fácil encontrar una presa para ello. Recuerdo que algo me había comentado Aziraphale por teléfono sobre ese estado de la gente, algo así como que le gustaba ver a la gente disfrutar pero era inevitable para él preocuparse por su bienestar y yo, bromeando había respondido que estos tiempos eran excelentes para tentaciones y desgracias… sabía que eso le preocupaba y le colgué para ir a verle directamente. Lo explicaré, pasó que luego del susto años atrás me importaba un poco menos que me vieran con él, había decidido que si quería ir a verlo, lo haría y ya. Iba saliendo del edificio cuando unas personas, que supuse eran una pareja, buscaban un espacio para tener sexo aunque ellos no me lo dijeron así. Ah! Cabe aclarar que aun yo no me establecía en algún lugar específico, mi bando aun me buscaba un departamento que estuviera acorde a mis necesidades de alto rango y, en realidad, era yo quien siempre les decía que no, por lo que vivía en una hostal no muy lejos del ángel, a 10 minutos en mi Bentley… tal vez si estaba algo retirado pero no era tanto al final. Bien, la cosa es que estos amantes me dicen que ella está embarazada y que necesitan un baño. Después de todo lo que he sabido del embarazo y el alcohol, asumí que sería buena idea dejarla entrar así que esperé afuera a que ambos salieran…

Recuerdo haber pensado en su felicidad. No solo la que compartían con todo el mundo en ese momento sino la de ellos, la que tenían entre ellos. Quise pensar que estaban enamorados y que habían esperado a ese bebé por años, que justo habían concebido en la guerra, asustados se habían preguntado qué harían con ese bebé que tanto habían anhelado hasta que ahora, que todo estaba a salvo, el alivio los había llevado a celebrar sin medida y dejarse llevar… volví a sentir esa sensación de nostalgia. Claramente esa no sería mi vida, y no era que quisiera formar familia, tener hijos o algo así, me da asco de solo pensarlo, no. Era otra cosa, era pensar en esa felicidad de dos, pues el único ser con quien yo podía sentir algo parecido a eso era Aziraphale, el ÁNGEL.  Pero era cosa de vernos ¿cómo sería posible algo así? Si ni en mis mejores momentos de fantasía, como esos, podría haber pensado jamás que… Aclaremos que yo no había aceptado que algo me pasaba con él, yo jamás… había sentido esa sensación con él.. esa… me refiero a que, jamás había entendido que eso era una atracción, estaba negado para mí, era imposible…. Imposible de sentir, imposible de pensar, imposible de imaginar y mucho menos de decir… Hasta ese día.

Ese día lo sentí, ese deseo del que otros demonios y humanos habían hablado, ese deseo que tanto escándalo había provocado en el Cielo… tenía deseos de posesión, pero no de la demoníaca a la acostumbramos, sino de… de… vaya! Es más difícil escribirlo de lo que pensaba, pero qué estupidez! Un beso. Eso es. Quería besarlo locamente y vivir lo que seguía después…

Y es que ese día, mientras esperaba afuera que estas personas salieran, Aziraphale llegó al lugar,  buscándome para evitar las tentaciones de las que le había hablado… no alcancé a detenerle ni llamar su atención así que entró directamente, aah! Que buen momento de risa! Y es que al entrar, muy lejos de lo que ellos me habia dicho y mucho más lejos de las expectativas que el angel tenía, se encontró con nada más ni nada menos que a esos dos humanos  sinvergüenzas, teniendo sexo. Ja! Y no es que Aziraphale no hubiera visto nunca eso  antes, obvio que había presenciado esos actos desde el inicio de los tiempos, lo que ocurrió es que primero los escuchó y, esperando mis maldades, no reconoció qué clase de ruido era, por eso y pensando que yo le estaba haciendo daño a alguien, fue al rescate de la dulce damisela en peligro! Ah que risa! Y es que pobre ángel, con toda su historia de héroe! Ah! Qué manera de reir! Me contó que apenas había dicho  disculpas y salió de ahí. Recuerdo verlo, caminando entre furioso e inmensamente avergonzado fuera del lugar y yo, que estaba justo enfrente, fui testigo de su rostro avergonzado, asustado y totalmente perturbado por la situación. Recién entonces y dentro de toda su confusión, pudo verme.
Yo no entendía su rostro en realidad, porque desconocía completamente esta situación, pero recuerdo claramente que se acercó a mí y entró directo a mi Bentley. Cuando le pregunté qué le pasaba, solo me respondió que él no quería contarme esa vergonzosa situación, afuera, donde todo el mundo podría oírle. Entré entonces a preguntarle para tratar de entender y apenas me contó hice mi mejor esfuerzo para evitarle más vergüenza, por lo que mi sonrisa solo se hizo más grande. Y en eso estaba cuando de pronto un recuerdo fugaz vino a mi mente y mi comentario siguiente hizo que la situación cambiase, transformándose en algo… diferente.

Y es que, tratando de ayudarle a no sentirse tan abrumado, le comente a grandes rasgos alguna de las cosas que yo había aprendido de los humanos, del amor, del sexo y en medio de todo eso, en un desliz, le dije que yo había hecho algo así ya antes… vaya es que recordar esa cara hace que todo mi ser reviva esa situación… pasó que apenas terminar esa frase, el ángel me miró con una sorpresa extraña, no alcanzaba a ser reprobatoria sólo porque la incredulidad que le embargaba parecía tener más fuerza y yo creí ver algo más, supuse que era curiosidad, es por eso que no me sorprendió cuando me preguntó:

- Es… tu realmente… ¿lo hiciste?
- Pues sí, -dije ya sin tanto pudor- no es como que los ángeles caídos no lo hayan hecho nunca, en la historia varios cayeron por eso mismo
- Lo sé pero…

Me miró a los ojos con esa cara de que estaba realmente curioso pero le incomodaba no saber si esa curiosidad le causaría problemas e intenté no burlarme de él, por lo que sólo se filtró en mi rostro una media sonrisa

- Pregunta lo que quieras saber
- Es que… O sea ¿no se te hizo extraño? Son humanos, son… ellos tienen…
- Genitales, sí
-N-no lo digas en voz alta, Crowley, por favor- dijo incómodo mirando hacia adelante. 
- Aziraphale, tienes que estar bromeando, llevamos años aquí entre ellos, debes haberte dado cuenta que nosotros, cuando estamos en la tierra, estamos… bueno, tenemos las mismas partes del cuerpo.
- Pero ellos las usan para reproducirse ¿acaso tú querías reproducirte con ellos?
- Por supuesto que no, sé qué pasó con Eva y los demás, por eso lo intenté con un hombre, como los griegos…
- ¡Dios! ¡Es obvio que eres un demonio! ¿Sodoma y Gomorra no te parecieron suficientes como ejemplo? Los griegos también se condenaron por eso!
- Tú lo has dicho, soy un demonio, qué más mal me puedo hacer?
- Pero tú… Es que es…! Eres…!
- Un demonio.
- Sí! ¡Es increíble, Crowley, por amor de Dios! - dijo con voz reprobatoria.

Pero entonces guardó silencio un momento y su cara se volvió en aquella de preocupación por mi alma para luego abrir la boca para decirme algo, me miró y volvió a mirar enfrente, sin que saliera un solo sonido de su parte. A los pocos segundos hizo exactamente lo mismo y me hizo gracia, entendí que tenía curiosidad por algo más y tras el tercer intento le dije:

-Pregunta con confianza
-¿Yo? Yo no tengo nada que preguntar, ni creas…
-Ah, de acuerdo -dije mirando hacia el frente y encendiendo el motor del auto- ¿Quieres que te lleve a…?
-¿Lo disfrutaste? -me interrumpió.
-¿Disculpa? -pregunté fingiendo que no lo había escuchado.
-No, no es nada…
-Vamos, dime…  -sonreí.
-T-tu…
-¿Qué?
-¿Lo disfrustaste?
-En realidad… creo que depende de la persona con quien estés… -dije recordando mis experiencias pero luego vi su rostro, estaba tan curioso… asi que dije, sin pensar- por qué? Acaso quieres intentarlo?
-A-ahora, contigo? Por Dios Crowley, que clase de proposición…?
-Yo nunca dije que conmigo -le lancé, bromeando.

Su reacción fue mi perdición. Toda esa sensación que hasta ese momento había tenido pensando que estaba todo bajo control se fue al averno. Y es que me miró con una expresión de sorpresa que rayaba en el terror abriendo mucho los ojos, y al mismo tiempo, su rostro se tiñó de un delicioso color rojo, tan rojo como la mismísima manzana de Eva y Adam. Mi corazón, que ni debería moverse tuvo una reacción extraña, comenzó a latir rapidísimo como si estuviera averiado y el cuerpo, tan humano como podía ser en mi materialización de demonio, tuvo otra reacción, más abajo del ombligo, una reacción que conocía desde que vi a los griegos y que había renacido con el Marqués, pero muchísimo más intensa…

Ahora fui yo quien miró hacia el frente, totalmente confundido y perturbado ¿que me acababa de pasar? Le dije que bajara del auto, le pedí que por favor él se encargara de echar a las personas que estaban en mi apartamento, que había recordado un encargo demoníaco urgente y que debía irme ya. Sorprendido con mi reacción, se despidió y bajó rápidamente. Ni siquiera lo miré y salí lo más rápido y lo más lejos que pude de ahí.

Llegué aquí, a Escocia, el mismo lugar donde estoy ahora. Mi ser estaba vuelto loco, aún lo está al recordar todo esto. Recuerdo haber estacionado mi Bentley y que corrí hacia la pradera, llovía y el pasto estaba húmedo pero no me importó. Me tiré al suelo a descansar, a calmar esa sensación… y es justo lo que haré ahora. Volveré a escribir mañana u otro día, por hoy, solo quiero recordar el día de mi perdición…

Atte. A.J. Crowley

El Diario de Anthony J. CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora