Año 2025, 21 de Septiembre, domingo tarde

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De acuerdo, directo al asunto pendiente.

Después de esa conversación y de haber tomado la decisión de que no haría ningún movimiento hacia él hasta que él lo decidiera, me di cuenta que era imposible. Podía controlarme, pero de vez en cuando podía sentir que Aziraphale me decía ven y yo iba como perrito faldero tras él. Aunque siendo sincero, si yo le decía al ángel que fuera a mi departamento, también lo hacía, pero las dos veces que lo intenté me di cuenta que era una malísima idea. Mi mente se llenaba de pensamientos que rayaban en la lujuria y mi cuerpo comenzaba a entrar en calor, lo cual me obligaba a salir en mi Bentley a otro lado menos… privado. Así creamos lugares base para juntarnos, pero igual siempre llegábamos a la librería. No sé por qué en ese lugar, yo no me sentía igual, ahí podía mantener la calma un poco mejor aunque a raíz de estar reprimiendo todo eso  comencé a tener fantasías durmiendo…

En mis sueños besaba a Aziraphale en alguna parte, generalmente era en mi departamento, pero a veces también en la librería, lo subía al escritorio, pegaba nuestros cuerpos, buscaba ver su rostro de placer. Había algunos sueños más eróticos que otros, había algunos donde solo nos tomábamos de la mano y otros donde el sudor de los cuerpos desnudos arruinaba por completo el escritorio, la alfombra o la cama… De todas formas eran fantasías, nada grave, me decía a mi mismo. Pero en los años 60, con los hippies y su libertad… todo se fue al carajo. Y es que la gente estaba vuelta loca, había drogas y alcohol por todos lados y gente besándose e incluso más que eso con toda tranquilidad por las calles como si fuera lo más normal del mundo, entiendo que era una forma de protesta, pero eso no me funcionó. Luego tenía fantasías de hacer esas cosas con Aziraphale con toda esa libertad que había en las calles… y me asusté.

No quería forzarlo, lo había decidido, pero un día en la librería me di cuenta que inconscientemente mi mano se había acercado a la suya. Por suerte me di cuenta de lo que estaba pasando mucho antes de que él se percatara de ello. La conversación siguió tranquila, ya había aprendido a fingir, pero después de ese día comencé a pensar nuevamente en nuestra seguridad.

Mis fantasías eran mucho más peligrosas que cualquier trato que teníamos. Si me salía de control y se enteraban no solo tendría una reprimenda que lo alejaría de mí, corría el riesgo de que fuera mucho peor, que lo destruyeran… porque sin duda eso sería traición. Entonces recordé que hace un siglo atrás había ideado una forma de salvarnos. Lo pondría en marcha en secreto. Ahora a los humanos les podría pagar para que lo hicieran. Solo necesitaba un litro de agua bendita. Nada más. Asi que comencé a alejarme de Aziraphale otra vez, necesitaba tener esto listo, y cuando logré llevar a cabo la reunión en 1967, él se apareció en mi auto. Me había descubierto y me volvió a decir, esta vez más tranquilo, que no estaba de acuerdo. Lo sabía, por eso no lo había involucrado y entonces me sorprendió.

-No puedo dejar que arriesgues tu vida, menos por algo tan peligroso. Así que… -me dijo y me entregó el termo- puedes cancelar el robo. Solo no abras la tapa.
-¿Es la real?
-La más bendita.
-Después de todo lo que dijiste…

Él solo asintió. Se veía preocupado y yo tenía la mente totalmente confundida, podía tomar esto como una muestra de que en verdad… sí me quería?

-Debería decir "gracias"? - le pregunté
-Mejor que no. - negó.

De acuerdo, él no estaba orgulloso de esto, pero aun así me sentía… querido… quería hacer algo por él…

-Te… te puedo dejar en alguna parte?
-No, no.

Ah, eso fue triste. En realidad solo quería alargar mi tiempo con él, acaso él no quería lo mismo?

-Oh, no luzcas tan decepcionado, -me dijo entonces- tal vez algún día podríamos… no lo sé, ir de picnic, cenar en el Ritz…

Vamos, solo quería pagarle su gesto de alguna forma, la que fuera. Solo quería estar con él un rato más.
-Te daré un aventón, donde sea que quieras ir…

Me miró, triste. Por qué estaba triste? No debía ser asi! Por favor, moría de ganas de retenerlo pero sólo guarde silencio.

-Vas muy rápido para mí, Crowley…- dijo y se bajó.

Miré el agua bendita por un rato… él había dicho que quería salvar mi vida… que no podía dejarme arriesgar mi vida… Había pensado tanto en ello, tanto… Iba a usarla para desaparecer de su vida y él… él, entregándome la llave para eso, me había salvado de hacerlo… él quería tenerme cerca. Y yo me aferré a eso con todas mis fuerzas…

Fui un estúpido, claramente, pero lo anhelaba tanto, mucho más de lo que jamás iba a aceptar, siempre me hacía el fuerte, el indiferente, el que no le importaba nada, pero él… él era el único para mí, el único ser del que realmente me preocupaba aun cuando yo dijera que no era así… aún más que la mismísima humanidad, sabía que él era un ángel, pero era mi ángel…

Atte. A. J. Crowley

El Diario de Anthony J. CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora