Año 2025, 26 de Noviembre, miércoles en la mañana

12 0 0
                                    

ATENCION: ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS CALIFICADAS COMO R18+. LEER CON DISCRECIÓN.

Dormir es una de mis actividades favoritas, realmente me gusta, siempre me ha gustado lo considero… relajante. Pero después de lo que escribí aún cuando intenté dormir, no lo logré y estuve toda la noche recordando ese día, porque no sólo pasaron estas cosas, esa noche fue… el paso previo a la razón por la que decidí escribir todo esto una vez que él… no importa, lo contaré en su momento. Por ahora, me quedé en que volamos en medio de la noche y toda esa basura super cursi que se me ocurrió escribir. Pero en algún momento volvimos a la casa y eso fue cuando el ángel se sintió un poco cansado. Entramos tomados de las manos, sonriendo como si fuéramos dos adolescentes quedándonos por primera vez sólos en la casa de noche, bromeamos y reímos de algo que ahora mismo no logro recordar, y entonces, de pronto, el silencio nos embargó. Aziraphale me miró de reojo y sonrió nervioso, y yo al notar eso, me di cuenta que mi nerviosismo también aumentaba cuando lo miraba.

-Crowley… -me dijo en un susurro.
-Si?
-Quiero ir a la cama -dijo con determinación.

Y antes de poder responder, tomó de mi mano como lo había hecho hace unos años justo la noche antes de aquel terrible momento, cuando bailamos en su librería. Me dejé llevar lentamente por su decisión y apenas entramos a la habitación, cerré la puerta tras de mí. No sabía qué decir, ambos estábamos realmente nerviosos. Pero entonces nos vimos a los ojos… si hay algo que he aprendido no sólo de los humanos sino que de seres vivientes en general, es que cuando se miran a los ojos pareciera que la conexión entre ambas partes se hiciera más grande, más potente, más intensa… y eso es justamente lo que me pasaba con Aziraphale, mirarnos a los ojos era una cosa… simplemente mágica, como si nos conectáramos en tantos niveles que era imposible de describir con palabras… “inefable” hubiera dicho él. Y con esa conexión inefable al mirarnos, nos fuimos acercando, despacio, como si fuéramos dos imanes que se acercaban en cámara lenta… hasta que nuestros labios se encontraron. Fue un beso tranquilo en un inicio, y luego poco a poco fue aumentando en intensidad, necesitábamos del otro como se necesita el aire para respirar, queríamos sentirnos más cerca, tocarnos no sólo con las manos, sino con todo el cuerpo.

Aún besándonos tomé con fuerza ambas piernas de  Aziraphale para envolverlas en mi cintura hasta que llegamos al borde de la cama, donde caímos quedando yo sobre él. El contacto entre nuestros cuerpos se hizo más profundo y él soltó un jadeo. Ah… no puedo evitar escribir de eso nuevamente, era tan maravilloso su sonido, su forma de jadear y de decir mi nombre con la respiración agitada.

-Aah, Crowley… -decía.

Besarlo era lo mínimo que podía hacer mientras me miraba con esas tentadoras mejillas sonrojadas y rogando con sus ojos "sigue por favor". Me estaba volviendo loco, así que comencé a buscar la forma de quitarle toda esa ropa que estorbaba tanto. Giré hasta que él quedó sentado a horcajadas sobre mí, permitiendo que quitara el chalequillo primero y luego su corbata, los primeros botones de su camisa, ah, se veía tan sensual con un poco de su pecho al descubierto, lo besé y nuevamente me regaló esos jadeos con mi nombre. Pero el inocente angel no se quedó atrás, me quitó la chaqueta y rápidamente fue por mi camiseta también, quedando a torso desnudo frente a él. Sus ojos… oh, sus ojos me miraron con tal deseo que hasta me sorprendió, sonreí complacido y recibí un beso intenso de su parte pero yo quería más, así que intenté volver a ponerlo debajo de mí, sin embargo, él no me dejó y con esa voz que tan pocas veces le oía, grave y seductora me dijo:

[COMIENZA ESCENA NO APTA PARA TODO PÚBLICO]

-Déjame pagarte lo que has sufrido…

Su frase me sorprendió y lo miré con una ceja arriba, pero antes siquiera de poder preguntarle algo, se bajó de mis piernas tocando mi pecho y luego mi abdomen, obligandome a recostarme en la cama, no creía posible lo que mis fantasías gritaban que pasaría hasta que comenzó a desabrochar mi cinturón. En verdad haría lo que yo creía que iba a hacer? Su rostro se acercó a mi entrepierna y los nervios me traicionaron

El Diario de Anthony J. CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora