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Un nuevo día comenzaba para Wilbur lo que implicaba seguir siendo el chico del aseo, callo en cuenta que limpiar un barco no es fácil para el y menos al tener que estar rodeado de piratas que es muy probable que lo maten con tal de tener un poco de dinero; se paro de su amaca y miro sus cosas donde estaban indagando los demás de la tripulación por lo que rápidamente se paro y les arrebato sus cosas.

—¿¡Qué creen que hacen!?, Son mis cosas - lo metió nuevamente en el cofre - Ni se les ocurra tocarlas o les cortaré la mano.

Uno de los marinos se le acercó; piel de color morena con una cicatriz en su mejilla siendo un rasguño profundo a simple vista, de cabello de tono cafe con barba, cuernos casi blancos que eran adornados por anillos de plata, ojos carmesí con pupilas blancas, sus ropajes siendo de telas blancas y un chaleco de cuero marrón junto a un pantalón negro y botas del mismo tono.

—¿Y quien dijo eso es tuyo principito? - se paro frente a él.

—Yo lo digo mendigo plebeyo - le empujó.

—Tu también lo eres ahora baboso - apreto los puños.

—Creo que los cuernos que te pusieron te afectaron el celebro - le empujó nuevamente - Yo soy un príncipe.

—Ya no lo eres... Mira, tanta broma y juego de dejaron imbecil.

—Imbecil tu abuelo infeliz.

La tripulación presente empezó a gritar "pelea" ambos sujetos quienes esperaban a que el otro empezara, fue Wilbur quien dio el primer golpe para salir corriendo a cubierta pero sin contar con que el otro le hiba a perseguir, apenas subir las escaleras fue tirado al piso por el agarre de uno de sus pies por lo que le diouna patada al carnero en uno de sus cuernos, Jschlatt aprovecho la oportunidad para darle un cabezazo al chico el la pierna sacandole un quejido de dolor y subir para empezar a pelearse en ese lugar siendo el espectáculo de los demás presentes.

El ruido de un chiflido tan agudo como el de una tenera hirviendo paro su pelea en un instante para ver de donde provino, la tripulación le dio paso al primer oficial con su máscara puesta en señal de respeto mientras los otros se paraban como podían.

—¿Se puede saber lo que paso aquí? - resonó su voz.

—El mocoso rompió el código dos - pronunció el de cuernos.

—Ustedes estaban usmeando entre MIS cosas - ahora hablo el de mechón blanco.

—Sorpresa animal, ya no lo son - le dio un codazo.

—Si lo son rata de dos patas - le devolvió el gesto.

—¡Suficiente! - ambos miraron al azabache - Ambos irán ahora mismo al camerino del capitán y le dirán lo que hicieron, ¿Quedó claro?.

—Si oficial - pronunciaron ambos.

Miro al resto de la tripulación - Los demás sigan en lo suyo si no les pasara lo mismo.

El resto de los navegantes se fueron a hacer sus deberes mientras que el par se dirijia al camerino del capitán con algo de temor, al llegar a la puerta tocaron para tener el permiso de entrar el cual les fue concedido a ambos.

Las paredes eran decorado con varios mapas que contenían coordenadas a distintas islas y lugares, cofres que eran muy seguros de poseer dinero, una mesa enorme que daba espalda a un ventanal con vista al mar abierto con papeles en un extremo y dos tinteros junto con plumas para escribir, un pequeño cofre por la mesa era la atención del cuervo pero no más que las cosas dentro de ese lugar como el parche negro sobre el ojo partido del pato; el capitán les cedió asiento al par el cual acepto.

—¿Se puede saber que hicieron ustedes dos? - miro al par.

—Este infeliz estaba husmeando en mis pertenencias y me golpeo - reclamo el príncipe.

—El empezó con empujones el cobarde - frunció el ceño -, Solo sabe llorar.

Ambos se empezaron a gruñir hasta que el golpe en la mesa los callo en un instante - Jschlatt... ¿Cual fueron los códigos que rompieron?.

—Códigos dos y nueve Capitán - hablo claro.

—¿Te tengo qué recordar el código nueve timonero? - saco de un cajon un papel enrollado algo viejo por el color.

—No Capitán - bajo su mirada.

—Bien - suspiro - Cubriras el turno de Missael por la noche al timon y se te serán retirados quince doblones, ¿Quedó claro?.

—Si capitán - sus orejas bajaron al igual que su ánimo.

—Puedes retirarte, tengo que hablar con él - miro al príncipe.

El de cuernos afirmó para salir del camerino dejando solos al par de aviares en tensión, más que nada sobre el cuervo que era intimidado por la mirada del más bajo sobre el, jugando con ese papel.

—Te lanzaría al mar trozado por cada extremidad por hacer todo un show en mi barco por una estupidez - se paro de su asiento.

—Yo siento lo ocurrido - en su voz era evidente el miedo.

—Lo pasare por esta ves Wilba - le entrego el rollo - Por favor abrelo... Cuando yo diga el número del código tu lo leerlas, ¿Bien?.

El castaño hizo caso a lo pedido por el pelinegro, parecía ser una simple hoja a su parecer con algunas letras sin valor en ese momento hasta que empezaron a brillar de un tono verde al igual que su arete lo cual lo asusto por un instante.

—Código uno. - se poso detrás del castaño.

—Y-yo... Yo no-no...

—Creo que no te quedó claro - cargo el arma y la apunto a la cabeza del cuervo - Código uno.

Trago en seco - Todo hombre dentro de la tripulación tiene derecho a provisiones, respeto y boto sin importar de donde sea.

—Código dos - retiro el arma del otro para caminar de un lado al otro atento a las palabras del príncipe.

—Todo le pertenece a todos, nada le pertenece a uno en su totalidad.

—Código tres.

—Se prohíbe los juegos de dados o cartas por dinero, de lo contrario será castigado.

—Código cuatro.

—Todas las luces serán apagadas a las ocho de la noche, nadie tiene permitido tomar después de esa hora.

—Código cinco.

—Mantener limpios y en condiciones su arma, pistola y alfaje para el combate.

—Código seis.

—No se permiten niños en el barco, de lo contrario serán ase... asesinados.

—Código siete.

—Abandonar el barco o puesto de combate durante batalla se castigará con la muerte.

—Código ocho.

—Traición al capitán o ala tripulación es castigado con la muerte.

—Código nueve.

—Respetar a los nuevos tripulantes hasta que se les de su puesto.

—Código diez.

—No se permiten peleas entre la tripulación, el capitán decidirá el castigo de ser roto alguno de los códigos.

El papel dejó de brillar y su miedo a incrementar, todo su plan se echo a perder con ese código que tendría que cumplir de hoy hasta terminar su viaje que no el mismo estaba seguro que algún dia terminaría.

—Dejado claro el código - podo su mano en el hombro del más alto - Tu castigo será limpiar todos los cañones tanto por fuera como por dentro, serás supervisado por Jaiden, ya puedes irte.

—Si Capitán.

Se paro para salir del camerino del capitán con algo claro; no saldrá de ese barco nunca jamás.

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¿Qué creen que pueda hacer Wilbur para escapar?.

En alta mar para amar // Quackbur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora