𖥸 24 𖥸

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—Parezco un muerto con vida. - se quejo el castaño - Me siento horrible, e incluso mal.

—Es eso o estar muerto. - le dio una palmadita.

—Eret, no me ayudas.

Ambos se encontraban limpiando los cañones del barco ya que apostaron las tareas del barco con la aviar, de no haber apostado, lo hubieran juntado las velas y listo, pero ahora estaban haci.

—¿Te puedo hacer una pregunta?. - dejo las esponjas de lado.

—¿Sobre el capitán?. - rio al ver el sonrojó del príncipe.

—No, no de el. - suspiro - ¿Cuantos años tienes siendo pirata?.

—Se podría decir, que empecé a los dieciséis.

—¿Cuantos tienes?.

—Veitiuno, - sonrió - Pero no importa mucho.

—¿Tan joven?.

—Las reglas en el mar son diferentes a las de la tierra.

—Buen punto.

La platica fue interrumpida ante el sonido de un cañonazo al barco, alertandolos de inmediato; entre ambos movieron un cañón para ver lo que ocurría afuera. Un barco se acercaba con velocidad al suyo, apenas iban a preparar los cañones cuando fueron retenidos por el oso y el castaño de mejillas moradas.

—Vos te vas a cubierta con el capitán. - señaló al oji blanco par después señalar al cuervo - Vos te quedas acá pa'.

—¿Eso por qué?. - dio un paso atrás.

—El nos estará buscando en cubierta. - lo jalo.

—¿Quién?.

Eret se retiro a cubierta para toparse con toda la tripulación con las espadas y pistolas en mano, dándole a entender que era una muy mala señal la cual empeoró al ver el barco enemigo, Wilbur junto al par espiaban con cuidado aquella reunión. Un tablón callo del otro barco para darle pase a quien era el capitán.

De cabello castaño con manchas blancas se hacían notar debajo de su sombrero rojo con dorado, piel blanca con marcas de algunas runas el las palmas y anillos de sus dedos que daban a garras afiladas, ojos verdes como el bosque eran tonorios pese a sus ojeras, más cuando es ese oso pardo se volvió capitán de una tripulación. Vistiendo ropajes rojos y negros con pocos hilos dorados.

Ambos capitanes estaban frente a frente, notándose la diferencia entre tamaños y tripulación, mientras que el añado tenía algunos hombres, el oso tenía más de cuarenta.

—Es un hermoso día, ¿No lo crees Quackity?.

—¿Qué mierda es lo que quieres Rubius?.

—Verás, escuche por allí que tu eres quien tiene al hijo de Philza. Quería ver su eso era cierto.

—Como puedes ver, no hay ningún solo Craft aquí.

—Entonces no te importara su revisan tu barco. - apenas dio un paso de detuvo.

—¡Harás eso sobre mi cadáver hijo de perra!. - lo amenazó apuntando con la punta de su espada al cuello del más alto.

—Sabes que si fuera por mi, te quitaría el ojo que te deja ver. - aparto el arma - Solo eres un mocoso que esta en una orden de críos sin sentido.

—Mientes.

—Si miento, entonces dime. - lo jalo por el sacó - ¿Dónde está tu bandera negra?.

Esa pregunta heló la sangre del de alas doradas, sabía que por ley una bandera negra tiene la ventaja ante su posición como parte del tribunal pirata.

—Es mejor que lo dejes en paz. - resonó la voz entre la pequeña tripulación.

Los hombres se apartaron para dejar a la vista al primer oficial, el oso se sorprendió al verlo, dejando de lado al pato de un empujón.

—Miren nada más. - poso sus brazos detrás - Te di por muerto en la guerra Missa, ahora veo que estas con el crio.

—Por lo menos no estoy como perra en celo tras Vegetta por un simple "hola". - noto como la sonrisa del oji verde se borro.

—Aún sabes como jugar sucio, pero no me importa.

—La platica es entre tu y yo. - se quejo el capitán más bajo.

—Alex, callate si no quieres que te arranque la lengua de un tirón. - volvió su atención al oso - Mejor vallamos a un lugar más privado.

Ambos se dirigieron al camerino para hablar más tranquilos entre ellos, dejando al alado y a su tripulación en cubierta para que no dejaran pasar a los del otro barco. Wilbur, Spreen y Karl al escuchar la platica y las pisadas se posicionaron justo debajo del camerino para ver si podían escuchar algo, el uno co podía era el oso pero ambos tuvieron que ayudarle a pegar una de sus orejas en la madera arriba de ellos para que pudiera hacerlo.

—Sabes que aunque tengamos al hijo de Craft, no te lo podemos entregar. - se cruzó de brazos.

—No me importa si fuera de tu tripulación, pero es de la tripulación de este imbecil. - se acerco a él con cautela - Han er ikke verdt en eneste dublon.

—¿Eso ha de importarme?. - frunció el ceño - Lo deje claro la última ves.

—Eso es lo que no comprendo Ángel, ¡lo tenias todo y lo dejaste de lado!.

—Fue mi decisión.

—Eras uno de los tres grandes, de los más temidos con tu flota de seres marinos, barcos enteros a tus pies, no solo eras una bandera negra, eras una bandera roja.

—Parece que aun sigues dolido.

—Escuchame bien, quiero algo acambio de ni llevarme el puto cuervo junto al pato de mierda.

—Te daré algo que te interesará.

—Dudo mucho que-...

Fue interrumpido al ver tal joya, un anillo de oro con una hermosa gema azul claro que lo dejo embobado, ese anillo era el mismo que colgaba de su cuello y estaba "dispuesto a entregarlo".

—El corazón del mar. - murmuró el oso antes de tratar de tomarlo.

—Te lo daré si cumples mis condiciones.

—¿Y cuales son?. - se aparto un poco.

—Dejaras este barco y a su tripulación en paz, si te atreves a romper esa condición... El anillo volvera a mi al anochecer.

—Trato. - extendió una de sus mano y mostró la otra.

En un rápido movimiento, el esqueleto le hizo un corta en la palpa ajena y suya, pese al pardo quejarse, el se mantuvo firme, pues era un pacto de sangre.
Al salir del camerino, el oso estaba sonriente con la gema que tenía en manos mientras que el primer oficial solo tenía una cadena fina en manos, el primero se subió a su barco no sin antes mirar atrás con una sonrisa, uno de sus hombres pareció darle algo, poniéndose el anillo en una de sus manos.

—Cambie de opinión. - alzó una ballesta.

Con esas palabras alarmó a casi toda la tripulación de "La Nevada" a excepción de el marcas negras y el ciervo; el arma dio al de rulos, justo en el hombro.
Se escucharon los reclamos del capitán mientras que la otra tripulación huía, los tres escondidos salieron a cubierta para ver lo que había pasado, mientras que la tripulación se retiraba, el capitán le dio la orden de seguir con el rumbo al primer oficial.

—¿Le diste el anillo?. - miro a su amigo.

—Si, se lo di Phillip. - camino hasta el timón.

—¿Etai seguro que es una buena idea po'?. - se puso a su lado - Sabes lo que pasará.

—Ese es el punto... Seguiremos a ese barco, haci sabrán con lo que no hay que jugar.

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¿Qué les pareció?, actualicé hoy por que mañana voy a estar muy ocupada.

En alta mar para amar // Quackbur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora