En alta mar para amar // Quackbur

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Rubius admiraba la joya que consiguió con la luz de una lámpara al tener la noche sobre ellos, ese anillo era mucho más valioso que aquel pato ante su opinión, sabía lo que esa pieza llegaba a simbolizar en el mar, entre barcos y la antigua corte, podría estafar hasta el mayor pirata con ese anillo. No por nada era conocido, no por nada era temido, ahora está desprotegido.

—¡Capitán!, - entro uno de sus hombres al camerino - Le tengo noticias.

—¿Qué no sabes tocar o que coño Mangel?. - se paro - ¿Qué pasa para que estés haci?.

—Encontramos a una mujer en el agua, esta por empezar una tormenta y no nos negamos a salvarla.

Ante las palabras de su amigo, sonrió con malicia antes de volver a guardar el anillo, sentándose nuevamente, subiendo sus pies al despacho, sacó un cigarro y con el fuego de la lámpara lo prendió.

—Tráeme a la vista, tal ves podamos divertirnos con ella esta noche... ya sabes, uno a la ves.

Escucho como la puerta se volvió a cerrar, el mundo pirata era reconocido por cerrar cruel, deste matanzas hasta sus actos de "paga" a la mujeres por un poco de cuerpo. Una parte de el le repudia tal acto, le recuerda lo que tenía que ver cuando era una polvorilla en una tripulación, ver como la mujer rogaba por piedad y clemencia ante sus ojos, ver como podían llegar a morir por el favor de una sola noche, incluso ver como después de quitarle la virginidad, era sometida como esclava o deborada por los demás como animales salvajes. Pero la otra, disfruta ser el quien lo hace, tener a la tripulación como perros rastreros por un simple trozo de carne, como tener a alguien vulnerable debajo suyo, complaserse a sí mismo sin importancia de los demás, era lo mínimo que podía pedir a cambio de que estuviera en su barco, en su flota, en su merced sin piedad de ella ante el.

La puerta se abrió de golpe, la figura callo al suelo; portaba una caperuza negra, una camisa de manga larga, un chaleco azul al igual que su pantalón que le llegaba a las rodillas, botas un tanto largas, ropas dignas de una pirata pero gastadas, rotas, dejando a la vista su piel blanca, su cabello castaño largo con puntas de un tono rojizo, llamando su atención la cola de tiburón y marcas grises en su cara, sus ojos cafés algo inchados por lo que suponía llanto.

—Tranquila muñeca, - con una señal la levantaron - Solo quiero saber... ¿Qué haces aquí?.

Ella no respondió, solo miraba atenta el anillo que le dio el esqueleto, solo para mirarlo con una sonrisa, una que dejaba ver sus dientes afilados como navajas, bajando su mirada para murmurar algo in audible, molestandolo en un par de segundos al ver como no quitaba su sonrisa.

Cruel and cold like winds on the sea,
¿Will you ever return to me?.

Era poco decir que quedó fascinado por la voz de la mujer, era dulce, tranquila y sobre todo, una maravilla verla como se acercaba a él.

Hear my voice, sing with the tide
My love will never die.

Wilbur noto algo peculiar por uno de los agujeros de los cañones, el barco no hiba a la dirección dicha por el capitán, ya que se hacercaban a la tormenta.

—¿Qué pasa calabaza?. - se apoyo a su lado.

—Eret, ¿Quién está en el timon?. - miro asustado a todos lados.

—Olle tranquilo, - lo tomo por los hombros - ¿Qué es lo que pasa?.

—Vamos a una tormenta, quien este en el timon nos está metiendo en una maldita tormenta eléctrica.