Cap 8

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-¡Vuélalo por los aires, venga, no te dejes ninguno!- Comencé a reír tirada en el cómodo sofá de mi nueva compañera de piso. Estaban poniendo en la tele una película de esas de tiros y explosiones que tanto me gustan, cuando de repente entró Caitlyn por la puerta.


-¿Qué es todo este escándalo? Se escucha desde el ascensor, Jinx debes aprender a comportarte- Me dijo mientras cerraba la puerta con la cadera ya que iba cargada con bolsas. Realmente no me importó mucho lo que dijo y seguí gritándole a la tele cuando, sin darme cuenta, Caitlyn agarró el mando y apagó la tele. -Te he dicho que no grites- La verdad, desde que habíamos llegado a su piso Caitlyn se había comportado diferente a cuando entró a aquella celda y comenzó, bueno, comenzamos a besarnos, y todo lo que pasó después... Ahora era más estricta y aburrida, aunque aun así me seguía poniendo demasiado, así que me levanté y me acerqué a ella.


-Está bien, si quieres puedo susurrarte al oído- Le dije acercándome a su cara. Sus mejillas enrojecieron y se apartó rápidamente yendo en dirección a la cocina pidiéndome ayuda. La verdad es que yo no era buena haciendo comida, siempre comía cosas preparadas, cuando podía comer...


-Si vas a vivir aquí tienes que hacer cosas Jinx, pon la mesa- Gruñí para mi misma y comencé a rebuscar en los armarios y cajones los cubiertos y los vasos, Caitlyn comenzó a cortar una lechuga y encendió el fuego poniendo una sartén. Puse cara de asco al ver la lechuga y me acerqué a Caitlyn por la espalda cuando acabé de poner la mesa. Agarré a la morena de la cadera y pegué su cuerpo contra el mio. -¿Qué estás haciendo Jinx?- Dijo tartamudeando.

-Quiero tomar un aperitivo antes de la cena- Le susurré al oído con un tono seductor antes de darle un beso en el cuello y otro en el hombro. Caitlyn apoyó las manos en la encimera dejando también el cuchillo que sostenía en su mano derecha, pero no hizo nada más, se quedó inmóvil. Deslicé mis manos hasta su cintura acariciando suavemente sus curvas. Quería subirla encima de aquella encimera y hacerle todo lo que no pude en la celda, pero tenía miedo, no sabía muy bien por qué, yo nunca he temido a nada, y mucho menos a una mujer. ¿Por qué tenía miedo ahora? Quizá, y solo quizá estaba esperando su consentimiento, quería hacerle tantas cosas... pero mi cuerpo me impedía hacerlo si ella se negaba...

¿Oficial o delincuente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora