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Me remuevo inquieta en la butaca.

¿Por qué pasa tan lento el tiempo?

La profesora — una anciana bastante gruñona — se dedica a hablar y hablar y hablar.

Lo hace con esa odiosa voz que no cambia de tono y estoy a nada de caer en un profundo sueño.

Pataleo con los pies, muevo mis manos y giro la cabeza para todos lados intentando combatir la somnolencia que se quiere apoderar de mí.

Solo faltan treinta minutos para que acabe el martirio.

A mi alrededor hay chicos y chicas que parpadean continuamente tratando de mantenerse despiertos. Otros se han dado por vencidos y están en el móvil y uno que otro ya tiene la cabeza recostada sobre sus brazos durmiendo.

¿Quién mierda asignaba los profesores y los horarios?

En serio ¿a quién se le había ocurrido poner a la profesora Margaret con ese tonito suyo a dar una clase aburridísima de tres horas por la noche?

Era un suplicio de los martes de seis a nueve p.m.

Mi móvil vibra.

Es Lindsey, mi compañera de dormitorio.

"Aun nada ??"

Sé que pregunta si aún no obtengo respuesta sobre la vacante en la revista universitaria.

Mi entrevista fue el lunes por la mañana.

Escribo rápidamente.

"Aun nada, nadita"

No era normal recibir una respuesta tan pronto, tomando en cuenta que había, seguro, al menos treinta solicitudes más aparte de la mía.

Aunque, por otro lado, la asistente del señor Ed me había dicho que prácticamente la vacante era mía.

La tardanza me había puesto a dudar de mi desempeño durante la presentación y entrevista.

Otro mensaje:

"Tranqui, qué quieres cenar ? pasta o pasta"

Rio bajito.

" :s "

—... y es así como debe de hacerse. — dice la profesora en ese tono neutral.

Parpadeo con frustración.

La BSU debería de cambiar a sus docentes.

La anciana da por terminada la clase/sesión de tortura y Flash se queda pendejo en comparación conmigo cuando me incorporo y salgo disparada al exterior.

La noche ha refrescado bastante y hace un poquito de frio, pero no me importa porque mi ropa es abrigadora.

Me detengo en la parada del bus, sé que no debe de tardar mucho.

El campus es bastante enorme y por ello cuenta con una línea de transporte estudiantil muy eficaz y capaz de transportar a los casi once mil estudiantes que alberga. Sin contar al staff.

El complejo de dormitorios B, donde resido, no está muy lejos del edificio de ciencias de la comunicación, donde llevo la mayoría de clases. El resto las llevo en los edificios de las carreras de las ciencias sociales y humanidades. Y una mínima parte en los departamentos de ciencias económicas y administrativas.

Perfectamente podría ir andando, pero estoy cansada y me da pereza.

Cuando el transporte llega me trepo y tomo asiento poniéndome los auriculares para escuchar música en lo que llego a mi dormitorio.

Hockeyclub ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora