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          Bien.

Todo está bien.

Fingiré que no me pone los nervios de punta el escuchar los gritos y las amenazas del coach Bowman para con los chicos entrenando sobre el hielo.

Desde que Ed me dijo que tenía que estar pegada al coach para el artículo sobre el cambio de un alumno de Evergreen a BSU, a esto he llegado. A asistir a todos los entrenamientos de hockey sobre hielo varonil de esta semana. Los cuales han aumentado, ya que este viernes es el primer juego oficial de BSU contra Evergreen.

Lentamente he llegado a odiar este jodido deporte.

No importa cuántos juegos haya presenciado ya, no puedo evitar saltar en mi lugar cada vez que escucho a los chicos chocar cuerpos, chocar los muros, chocar los sticks, chocar los pucks, chocar todo lo existente a su alrededor. Niego, sintiendo como un escalofrío me invade.

Odio lo frío que es el rink.

Odio los gritos del coach o de Horton. Odio todo esto.

El coach Bowman, por otro lado, me adora. Ha disfrutado de estos días en los que lo he seguido como sombra. Creo que se siente importante.

Aún no he llegado a la parte donde le pregunto sobre la transferencia. No lo he hecho porque a pesar de los rumores que Ed ha escuchado. No hay trato. Al menos no por ahora, por lo que he visto.

El coach no ha hablado de ello con el equipo, por lo que los chicos no tienen ni idea aún. Lo que es extraño. Horton tampoco sabe nada al respecto. Solo está enfocado en llevar a su equipo a ganar el campeonato universitario.

Y hablando de Horton, su actitud hacía conmigo no ha cambiado, su hermana no le dijo nada sobre nuestro extraño encuentro del viernes pasado, y creo que es porque no le conviene que su hermano sepa que sigue cercana a Brooklyn, el capitán de los Halcones. Yo tampoco dije nada, y a pesar de que lo ignoré un poco el fin de semana, sus ganas de verme no disminuyeron. No acepté verlo, no acepté ir a comer ni cenar con él. Tampoco acepté a su invitación para salir junto con Tristan el domingo.

Aun así, se las ha ingeniado para acercarse a mi tanto como su entrenamiento se lo permite. Así que al igual que el coach, parece contento de tenerme aquí, observando las prácticas.

Me sorprende el nivel de su interés, y una parte de mi cree en verdad que solo quiere que apoye su trayectoria desde mi posición en la revista.

Su equipo lo quiere, es un buen líder, aunque veo que le gusta complacer a todos demasiado. Eso hace que algunos integrantes del equipo cuestionen su autoridad.

Y eso me lleva a preguntarme si cuando Tristan esté jugando para los Bulldogs, habrá el mismo tipo de problemas. Después de todo, su padre forma parte de la escena.

¿El padre de Horton habrá hecho lo mismo? ¿Podría ser que el capitán de los bulldogs tan solo es el capitán porque su padre así lo pidió?

El coach Bowman estaba hablando sobre las negociaciones para la adquisición de cierto jugador en el teléfono el miércoles. Es curioso como todo suena tan formal.

¡Estamos en la universidad, no en la Liga Nacional de Hockey, por dios!

Dijo algo sobre los requerimientos del estudiante siendo demasiado, o al menos, no siendo fáciles de cumplir.

¿Qué es lo que Tristan podría exigir para cambiarse? No me sorprendería que fuera algo imposible, considerando la manera en la que le hablaba al coach el día que los espié.

—¿Disfrutando la vista? — inquiere Dean, uno de los defensores de los Bulldogs, saliendo del rink para tomar un descanso.

Se quita su casco para tomar agua. Su cabello color bronce está completamente empapado de sudor.

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