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Llama a Scott — me apresuro a decirle a Finn.

            Yo no creo tener el número del pelirrojo, pero sé que Finn sin duda alguna lo tendrá.

            Cuando me giro para ver de nuevo a Brooklyn, ya no está.

            No debería de sentirme tan inquieta, pero lo hago.

            ¿Es que acaso Evergreen apesta tanto que todos sus estudiantes prefieren venir a pasar el rato a BSU?

            No me sorprendería que así fuera.

            Ahora que lo pienso, si los chicos se ponen como locos cavernícolas cuando se trata de hockey, no me imagino como se pondrán al tratarse de uno de ellos tonteando con la hermana menor.

            Todas las variables de esta ecuación apuntan a que las cosas se podrían poner muy feas... y aun así no debería de importarme.

            —¡Nicky! — grita mi compañera de dormitorio en mi oído — ¡Bailaaaa conmigo!

            La enfoco rápidamente frente a mí y rió por lo despeinada que está.

            —¿Siiiii? — insiste haciendo pucheros.

            Asiento varias veces regresándole la sonrisa, antes de ver a Finn intentando localizar a Scott.

            Él puede hacerlo. Si puede, son adultos prácticamente.

            No es mi problema.

            Así que me dejo llevar por Lindsey. Bailamos rodeadas de los chicos mientras Finn se va a un lugar menos ruidoso para llamar a Scott.

            Uno de ellos nos ofrece más tequila y acepto, así que nos acercamos a la barra para vaciar el resto de la botella de tequila que tienen por ahí. Linds y yo nos estamos quejando del sabor a alcohol mientras nos atienden.

            —Hace calor ¿no? — grito para Lindsey, que se abanica con su mano.

            Siento como las puntas de mi cabello se pegan a la base de mi nuca por el sudor. Tengo sed de algo más que no sea tequila, pero tequila será por el momento.

            —Ya verás, es que, si te pones la sal primero, sabe mejor — me instruye el chico.

            Asiento repetidas veces, no me siento en mis cinco sentidos y no puedo concentrarme en lo que me está diciendo.

            Termino el primero de mis shots de golpe. El alcohol calentándome el pecho enseguida.

            —Pfff — resoplo, tratando de deshacerme del sabor—. Mentiste, arde igual.

            Lindsey ríe con mis quejas y se toma lo suyo como si nada. Ya está en ese punto en el que bien se podría tomar la botella entera como si fuera agua.

            —Venga, sigue el segundo — nos anima el chico —. Haz lo que te dije, toma primero la sal.

            Niego, lo único que conseguirá es que me vomite aquí y ahora

            Tomo el segundo vasito para después aguantar la respiración y vaciar su contenido en mi boca.

            Joder.

            Traga. Traga.

            Aún me falta el último y no sé si pueda cumplir con esta tarea.

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