IX

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El nido


6 de noviembre del 2038 - 4:00 pm -265 Acre Av, Detroit.


—¿Crees que está averiado? —pregunta Alessa, con una mezcla de preocupación y frustración mientras observa el rostro inmóvil del androide. —¿Qué le has hecho, Hank? —regaña al mayor, quien la mira ofendido por la insinuación.

—¡No le hice nada!. Aún no... —gruñe cruzando los brazos y lanzando una mirada desconfiada al androide.

Desde que llegaron al edificio, Connor ha permanecido rígido en el ascensor; sus ojos están cerrados y no parece haber algún indicio de que vaya a reaccionar. Hank y Alessa se miran el uno al otro, más que confundidos por su repentino comportamiento.

—Deberíamos hacer algo, tal vez llevarlo a la estación o a Cyberlife —sugiere la mujer, mordiéndose el labio con nerviosismo y acercándose al androide. Examina su LED, que emite un tono azul normal pero parpadea de vez en cuando.

—O tal vez deberías abofetearlo para ver si reacciona —bromea Hank, acercándose a ambos.

—Aunque sé que te encantaría que hiciera eso, no lo haré —responde ella, esbozando una sonrisa sarcástica que provoca otro gruñido de Hank.

Alessa examina detenidamente el rostro del androide de lado a lado. Se permite admirar su rostro mientras sus ojos permanecen cerrados, consciente de que si sus miradas nuevamente se cruzaran, se moriría de vergüenza. Mientras tanto, Hank, impaciente y poco dado a la espera, da un paso decisivo hacia Connor.

—¡Oye, Connor! —exclama Hank, provocando que el androide abra los ojos y Alessa se aparte abruptamente al verlo reaccionar. Connor alza las cejas, confundido, al notar la cercanía de la detective. —¿Se te agotó la batería o qué?

—Lo lamento —responde Connor con voz neutra— Estaba elaborando un informe para CyberLife.

—Ah —dice Hank, aún confundido.

Alessa se dirige rápidamente hacia el lado del teniente bajo la atenta mirada de Connor.

—Bueno y ¿piensas quedarte en el ascensor? —interroga Hank, observando la expresión rígida y neutral de Connor.

—No, ¡ya voy! —responde Connor, siguiendo inmediatamente a Díaz y Anderson.

—¿Qué sabemos de este sujeto? —pregunta Hank caminando hacia el fondo del pasillo.

Con cautela, avanzan uno tras otro por el estrecho pasillo. El interior del edificio es un reflejo del caos que reina en su fachada, con el polvo bailando en el aire, las plumas dispersas y los excrementos de paloma salpicados por doquier. Una ventana solitaria apenas cede ante la luz del exterior, su marco de madera desgastada parece resistir apenas el paso del tiempo. Las paredes, descoloridas y rugosas, cuentan historias silenciosas a través de los grafitis que las adornan a lo largo de todo el corredor.

—No mucho, solo un vecino que reportó ruidos extraños provenientes de este piso —responde el androide. —Se supone que aquí no vive nadie, pero el vecino dijo haber visto a un androide usando una gorra para ocultar un LED en la cabeza -añade.

—Cielos, si tenemos que investigar cada vez que alguien escuche un ruido extraño, necesitaremos más policías —responde Hank, fastidiado.

Connor golpea la puerta con firmeza, aguardando una respuesta que no llega, lo que provoca que Hank alce los hombros, preguntándose cuál será el próximo movimiento del androide. Alessa se sobresalta al escuchar los golpes adicionales que retumban en la puerta, creando un nuevo estruendo que resuena por el pasillo.

Detroit files - Detroit become humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora