XIV

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Vulnerabilidad


8 de noviembre del 2038 -Detroit Police Department 

Alessa agarra el ratón con firmeza, su mano derecha ejecuta tres clics meticulosos antes de permitir que sus dedos deslicen la barra de búsqueda. "Jericho", teclea con deliberación, y antes de atreverse a presionar 'Enter', revisa la ortografía una, dos, tres veces. Nada aparece. Un suspiro contenido se escapa de sus labios, y ella repite el ritual: tres clics, tres verificaciones, un suspiro.

Mientras lee se muerde las uñas, no al azar, sino con un método preciso. Comienza por el dedo meñique de su mano izquierda, avanzando en un orden inquebrantable hasta llegar al pulgar de su mano derecha, nunca al contrario. El sabor metálico de la sangre es el toque final, la señal para detenerse.

Su estomago emite un rugido de protesta, pero ella lo sofoca con el ritmo insistente de sus dedos sobre el teclado. Sus ojos, vidriosos y suplicantes, ruegan por descanso, pero ella los desafía, negándoles cualquier tregua. Con un nuevo clic, abre otro enlace, teclea "rA9" con una esperanza tenue, y aunque se enfrenta al mismo vacío de respuestas, su resolución no flaquea; sigue adelante, aferrándose a la búsqueda de esa pista esquiva que tienen.

Vuelve a buscar "Jericho", su cuello se tensa, sus dedos chasquean en un estallido nervioso, su pierna vibra con impaciencia bajo el escritorio. Ha revisado los mismos enlaces una y otra vez, cada uno ya marcado por el rastro de su meticulosidad, pero ella no puede evitar re-verificarlos, uno tras otro, esperando descubrir algo nuevo en lo que ya conoce de memoria.


8:26 PM

Después de lo que fueron horas de búsqueda incansable, Alessa siente cómo el cansancio comienza a nublar su juicio. Revisa una vez más un enlace que ya ha abierto en incontables ocasiones. La ausencia de novedades la lleva a morderse el labio, y es el pinchazo repentino lo que la saca de su trance obsesivo.

Elevó la mirada hacia la pantalla y en la barra de búsqueda sale: "Connor", un nombre que había emergido de manera inconsciente, convirtiéndose en el centro de su inquietud. Comprendió que su obsesiva búsqueda de Jericho no era mas que un escape de un temor aún más profundo: la posibilidad de que tanto Connor como ella pudieron morir. 

Su dilema era revelador: la "vida" de Connor comenzaba a preocuparle. No se trataba únicamente del temor a perder a una adquisición cara o a una herramienta valiosa; era el miedo a perder a alguien que, desafiando toda lógica, había empezado a considerar como un ser vivo.

"Este debe ser el peor lunes de la historia", piensa ella, agotada por el peso de sus pensamientos. Con un gesto de frustración, arroja el mouse sobre el escritorio y deja caer su cabeza entre sus manos, buscando un momento de respiro en medio del caos.

Levanta la vista y el panorama ante ella es desolador: agentes del FBI se mueven con autoridad por la estación, ocupando cada espacio como si les perteneciera. Las palabras de Perkins, cargadas de una amenaza velada, retumban en su mente. Él había prometido que los sacarían del caso, y ahora parece que sus advertencias se están materializando, poco a poco.

"Malditos buitres", murmura ella entre dientes, su voz es apenas un susurro cargado de desdén. Las palabras se deslizan por el aire antes de que pueda detenerlas, y una parte de ella desea poder atraparlas y devolverlas a la seguridad de su pensamiento, pues en ese preciso momento, Connor levanta la vista por encima del escritorio, su expresión es una mezcla de curiosidad y preocupación.

Detroit files - Detroit become humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora