Detroit files - Detroit become human

XIII

La muerte

La muerte es una verdad inevitable, un destino final que todos enfrentamos, pero que rara vez contemplamos. En la vida de un policía, la muerte no es una visitante esporádica; es una sombra constante que se cierne sobre cada decisión que se toma.

La encuentran en las escenas del crimen, en los casos que permanecen sin resolver. La sienten al acecho en cada esquina oscura, en cada elección cargada de riesgo y en cada momento impregnado de peligro. La miran directamente a los ojos y, aunque algunos le temen o la desafían, otros la aceptan con una resignación serena, conscientes de que podrían ser los próximos en su lista.

Sin embargo, en este mundo surge un nuevo dilema:

¿Puede algo como un androide, considerado un objeto, temerle a la muerte? Y si es así, ¿no indicaría ese temor que de alguna manera posee vida?

8 de noviembre del 2038 - Jardín Zen- 3:30 PM

Connor percibe cómo unas inusuales manchas blancas se entremezclan con el paisaje natural, perturbando la armonía del entorno. Estas manchas parecen brotar como salpicaduras de pintura sobre la tela de un lienzo ya completo. Avanzando por el sendero albo y atravesando el puente en su búsqueda de Amanda, reflexiona sobre los eventos recientes, pero su mente se centra principalmente en la preocupante frialdad de su compañera, quien ha optado por permanecer en su habitación durante todo el día, mientras él estuvo sentado en su sala.

—Hola, Connor —saluda Amanda con una voz que resuena con aparente amabilidad al verlo llegar. Connor, se sube al bote y se sienta frente a ella —Pensé que te gustaría dar un paseo por el agua.

El androide empuja el bote con un empujón suave pero firme, permitiendo que floten en el pequeño lago que se extiende como un espejo de cristal. Toma los remos en sus manos y los usa para avanzar por el lago, creando ondas que se dispersan por el agua.

—Me encanta este lugar —dice la mujer mientras mira a su alrededor— Todo es tan tranquilo y apacible. Lejos del bullicio del mundo.

Connor asiente con la cabeza, sus ojos escanean el entorno con una intensidad que contrasta con la calma del paisaje. Siente una extrañeza inusual, una disonancia entre su programación y el cambio en el ambiente.

—Dime, Connor, ¿Qué has descubierto? —pregunta Amanda, su tono es incisivo, cortando el silencio que se había asentado entre ellos.

—Encontré a dos divergentes en el Club Edén. Esperaba obtener información, pero... de alguna manera lograron escapar —contesta Connor, aparentemente nervioso ante la mirada inquisitiva de Amanda.

—Es terrible, parecía que estabas cerca de atraparlos —comenta ella, pero Connor permanece en silencio, continúa remando con un ritmo que parece marcar el paso del tiempo. Amanda frunce el ceño, observando a Connor con una curiosidad que roza la desconfianza— Pareces... perdido, Connor. Perdido y confundido. 

—Pensé que sabía lo que debía hacer, pero ahora me doy cuenta de que no es tan simple —responde de manera sincera, y por un momento, baja la cabeza como si buscara respuestas en las aguas que reflejan su imagen distorsionada.

—Tenías en la mira a las divergentes ¿Por qué no les disparaste?

Después de un largo silencio que se extiende como una sombra sobre el lago, Connor finalmente responde.

—No lo sé...No sé por qué no lo hice.

—Si no progresas pronto en la investigación, me veré obligada a reemplazarte, Connor —advierte Amanda, su tono es frío como el hielo que comienza a formarse en los bordes del lago de detroit.