Capítulo 1

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Sus labios rozaban mi cuello y su respiración la sentía en el mismo y poco a poco subía hasta llegar a mi oído derecho y al detenerse suspiró en este. Tragué saliva y comencé ha acomodarme en la silla, mis manos estaban atadas a esta y mis ojos mirándola con lujuria a más no poder.
Era fuego lo que ambos soltaban por sus ojos. Ella verdes claros y el pardos. Era una mezcla entre el misterio, la pasión y la intriga. Todo a la misma vez...
-Puedes considerarlo como un obsequio de mi parte. Lleve mis labios a él, mi lengua y la de el; mi Black, batallaban entre sí, la retiro y en sus perfectos labios brillaban los restos de saliva que quedaron, se lo lamo.
-Espero... cumplir vuestras expectativas. Solté una sonrisa al terminar de hablar.
Como gato, fanfarroneó y miró. Sensualmente bajaba moviendo sus caderas y al llegar a lo más bajo arrodillada como una "monja que fuera a rezarle a su Dios". Sus manos masajeaban mis muslos mientras bajaba la cremallera y sacó mi polla. Esta, al salir dura como el hierro y caliente como lava lo lame desde abajo hasta la parte más alta, encima... mete todo en su boca.
Mi cabeza se echó atrás y de manera sobrenatural, salvaje solté mis manos de las ataduras de la cuerda. Su cabeza la empujé a más no poder, quería que se atragantará, que sintiera quien tenía el control. ¡Y mira que lo estaba logrando! Ella, la de ojos verdes me miró y yo también la mire y la deje que sola sacara su boca de mi verga, de sus finos labios quedan restos de saliva que iban de mi hasta sus los mismos. Se pone de pie y va a encima de mi, pude sentir un dolor y luego que el mismo fuera una placentera sensación al cogermela por detrás...
Las manos de la chica la lleva a su cuello, lo aprieta, como de forma de querer ahorcarlo, y volvían a sus batallas de lenguas... gemidos inundando la lujosa habitación y chupones en cuellos y más abajo, casi en el pecho, y más los rasguños como vestía en él, su espalda.
-El sexo es como... una forma de lucha, ver quien tiene el control del otro, quien está arriba o abajo. Conseguir, llegar y tocar lo más íntimo del otro... Decían las mentes de estos, como si estuvieran sincronizadas y concordaran en esto.
La voces en sus mentes seguían con estas palabras y al terminar, ambos, con la mirada penetrante y cuerpos sudados e inconformes, deciden repetir el acto... una y otra vez. ¡La cuenta se perdió entre los gemidos y golpes de sus cuerpos chocando en diferentes posiciones!
***
Años después. Nueva York-Estados Unidos.
El ambiente de por sí era tenso e incómodo para algunos. Y más con la presencia del gran jefe. La junta sería con los mayores accionistas y el directivo del hotel, pero por alguna razón los accionistas mayoristas no estaban presente y era lo que más confuso e incómodo volvía el ambiente en la cerrada habitación, en la cima del edificio hotelero.
Los presentes, los de la junta directiva. Jugarían que a, este, el color oscuro era su preferido, desde sus zapatos finos, tipo de punta y tacón hasta, sus gafas, eran de color negro. Y su actitud seca, cara seria y una mirada que penetra daba un toque a ese tono oscuro. Y si fuera poco, encima de eso, su masculinidad e instinto de alfa sobresaliendo por encima de su vestimenta y gesto facial.
Levanté mi dedo índice y antes, solté un suspiro. -Desde hoy soy el único accionista en este hotel, y no toleraré alguna falla o error, ¿entendieron? Y les guste o no, seré quién tome las riendas del negocio. Tome un par de segundos y miré, sus cabezas agacharon, otros desajustaban sus corbatas, pase mi lengua por mis labios para humedecerlos. -Hemos terminado. Termine hablando para volver a mi izquierda. Tomasso, mi asesor que me levanta la cejas y suelta un suspiró.
-Tú... vuestro padre nos espera. Tan rápido le dije, me levanté de mi asiento y voy a la puerta, los guardaespaldas me miraron con el rabillo del ojo, les hago una seña, de dejarlo a solas.
Mi mente se queda a solas; en la gran habitación, incline mi vista y miré mi whisky, bebí un sorbo largo, tanto que terminé el fuerte trago. Mi dedo lo deslizaba por el borde del vaso y mi mirada aún seguía en el cristal grueso de este...
Bajo solo en el ascensor y en la recepción varios de mis hombres me esperaban, sentados, pero rápido se pusieron de pie al ver que las puertas se abrían y dentro estaba yo. Camino entre ellos. Y afuera, me esperaba Tomasso y los demás, al deportivo oscuro subí y me acomodo. Sí, ¡el viaje sería largo! Dejé reposar mi espalda al cómodo asiento, y mi cabeza recae en este; cierro los ojos. Pero antes...
-Puedes, ¡ya! Acelerar, quiero irme. Cierro mis ojos.
Tal vez estos días qué, el joven Cattorini, ha estado involucrándose en los negocios de la familia, tal y como lo quiere su padre. Don Mateo Cattorini. Le ha vuelto más oscuro, callado, mirada fría y reservado, de por sí, ¡lo es! Pero últimamente aún más.
Descansaba la cabeza en el espaldar de los asientos traseros de su deportivo. Las luces de Nueva York; se reflejaba en el cristal oscuro, abre un poco sus ojos y se queda mirando las luces, edificios y coches pasando junto al suyo. Así fueron los minutos de viaje, hasta el hotel donde se quedaría. Hotel que la misma familia es dueña.

Blanco Y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora