Capítulo 16.- Prospección

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Ambos terminamos de desayunar y comenzamos a guardar las cosas para regresar a nuestro campamento improvisado. Alen le da un último vistazo al lugar y ambos salimos en una sola dirección.

- No creí que tardaramos menos de lo que hicimos a la inversa. Ni siquiera sudé y no tengo porqué preocuparme de oler mal al lado de una chica.
- Supongo que ambos estábamos al pendiente de encontrar algo que nos detuvimos en varias ocasiones, además ¿no crees que es mejor preocuparse que no se nos haga de noche?
- Sí, pero eso no quita el hecho de que huela mal en algunas ocasiones, pequeña.
Suelto una pequeña risita y entro al campamento. Comienzo a cargar municiones y un poco de comida para salir de nuevo lo antes posible.
- Llevaré las mascarillas para el ambiente, quizá deberíamos de usarlas de vez en cuando por si algo pasa. - Creo que ya comprendo por qué Rita me envió dos en vez de solo una.
- De acuerdo, podremos usarlas en la noche cuando no estemos tan expuestos. ¿Y ahora qué es lo que sigue?
- Sabemos que el lado oriente de la ciudad te corresponde, como es el lado más lejos quizá y sea buena idea ir hacia el sur.
- ¿No quieres averiguar de este punto?
- No por ahora.
- De acuerdo. Al menos no nos llevará tanto tiempo llegar hasta allá.
- Andando.

Los días y las horas pasan, encontramos algunos pequeños sitios en donde hay inscripciones y las escaneo con el holograma para tener la mayor información posible. Últimamente no hemos encontrado muchos demonios, solo algunos muy jóvenes o demasiado lentos como para hacernos un daño severo. Supongo que eso es bueno.
Del lado Sur de la ciudad pudimos notar que hay una especie de arco totalmente derrumbado, pero tiene algunas inscripciones en la roca. Alen y yo intentamos acomodar las enormes pilas de caliza para intentar tener un mayor registro de información y gracias a las palabras que él puede descifrar, pudimos determinar que esta ciudad sí es Rahétzan, como dijo Rita, quizá antes de que el tiempo o una guerra hiciera de las suyas.

No se puede decir mucho de la zona Norte, solo hay muchos cimientos de chozas y uno que otro petrograbado en las rocas. Asumo que al menos no nos ha ido tan mal en nuestra misión, aunque para ser nuestra última noche de vuelta, aún no hemos explorado a profundidad el lado oeste ya que de alguna forma intento darle la vuelta, ya que tras regresar de la entrada principal de la ciudadela convencí a Alen de darle una última pasada al centro de la ciudad y dió sus frutos. Encontramos la explanada principal a algunos metros más allá de donde veníamos desde el Sur, incluso pude tomar algunos datos de la plaza, como que es un triángulo que uno de sus lados apunta al oeste y los otros dos al noreste y sureste de donde estamos. Ya en nuestro campamento decidimos acomodar todo lo que no necesitaremos mañana en la ST para que sea más práctico comenzar nuestro viaje de vuelta a la Sede, colocamos un espacio para dormir y contemplamos la distancia entre la luz del calentador y la oscuridad desde donde estamos acostados. Esta noche tuvimos la suerte de que esa cosa funcionara, así que no fue necesario dormir pegados.

Las primeras horas del día y me levanto para repartir nuestra última reserva de comida antes de echar un último vistazo antes de irnos, despierto a Alen y comemos juntos mientras hablamos de aquella plaza triangular sin sentido aparente, terminamos y guardamos los últimos cachivaches en la caja para salir.

- ¿Estás lista?
- Sí, vamos.
Esta vez no vamos muy lejos, ya que abarcamos gran parte del territorio estos días y solo avanzamos un par de kilómetros hacia el centro pero no hay nada peculiar que haga valer la pena, así que decidimos regresar y largarnos de una vez. De nuevo el tiempo pasa un poco rápido y justo cuando salimos de la zona urbana se puede escuchar un quejido a lo lejos, Alen y yo intentamos ser cuidadosos debido a que nadie debería de estar tan cerca pero creo que los dos sabemos de dónde proviene ese asqueroso ruido de mierda. Es un maldito Yeki acechándonos desde la distancia y por lo visto, es un Yeki normal y no el bastardo que se hace llamar por Neferet. Alen y yo somos los primeros en atacar y esa cosa no se hace esperar, intentamos disparar desde lejos pero es lo suficientemente ágil como para leer movimientos de larga distancia.
- Lena, cúbreme. Esta basura es muy rápida, así que en cuanto se acerque lo retendré un poco para que te encargues de él, ¿de acuerdo?
- Hazlo.
Esta vez me limito a usar mi katana y empuñar mi daga para ser más rápida y certera en mis movimientos, Alen lo toma por el cuello y consigue llamar su atención lo suficiente como para que sea seguro acercarse y matarlo, pero... No tengo idea de dónde lo consigue, pero el Yeki toma algo que parece ser un cuchillo de una especie de vídrio negro que hace que Alen lo suelte y comience a cortar sus extremidades. No sé qué hacer, así que intento hacer lo que Alen no pudo e intento apuñalarlo de una vez por todas, pero no fue suficiente. Me aferro a él para intentar matarlo pero es inutil, tiene tanta fuerza como para arrojarme a unos tres metros de distancia e ir sobre mí haciéndome una cortada con su cuchillo en el rostro. Me tiene tomada de los brazos y me enseña sus dientes para arrancarme la cara, me aterra no poder hacer nada por Alen y suelto un grito de terror al cerrar los ojos con fuerza. El Yeki hace un chillido demasiado agudo que hace que abra los ojos y comtemplar que mi daga que le atravesaba por la espalda de nuevo es clavada en él una y otra vez hasta que comienza a tambalearse, aprovecho para usar su arma en contra y el instante en el que lo atravieso empieza a hacerle quemaduras en la herida y Alen le dispara en la frente como ataque final. Ambos estamos exhaustos por aquella batalla tan corta y complicada que deja caer su arma al piso y caigo sobre mis rodillas. Alen se inclina al lado mío y me abraza para saber cómo estoy.
- Lo siento, no creí que fuera tan fuerte. Debí mantener la postura cuando tuve oportunidad y...
- Shhh... Está bien, pequeña. Hiciste un gran trabajo, y gracias a tí pudimos vencerlo juntos.
Sus palabras son muy dulces y son reconfortantes al momento en que siento los latidos de su corazón. - Es el primero que enfrentamos de esa manera, sabíamos que eran más capaces que los demonios ordinarios pero no creí que también podrían evolucionar.
- ¿Crees que Neferet tenga algo que ver?
- Posiblemente, no creo que por ellos mismos pudieran hacer sus propias armas. Como sea, ¿ya estás mejor?
- Sí, gracias. Creo que deberíamos de llevarlo con nosotros
- ¿Hablas de llevar un Yeki a la Sede?
- Deberíamos de estudiarlo, y lo digo porque la herida que le hizo su arma lo quemó de la piel.
- Quizá y es una medicina de su propio chocolate.
- ¿Qué? - suelto una pequeña risita por no entender lo que dijo.
- Perdón, una cucharada de su propia medicina o una probada de su propio chocolate. Lo siento, estoy algo aturdido todavía.
- Está bien, no pasa nada. ¿Cómo están tus cortadas?
- Arden un poco, a comparación de las que me hicieron con sus garras tú y esa cosa.
- Lo lamento... - Me siento muy apenada por aquel día.
- Tranquila, estoy bien. Pero ese idiota acaba de poner una cicatris en tu mejilla.
- Ahora que lo dices, también me arde un poco. No es como las otras heridas.
- ¿Tendrá algo que ver con él?
- Para eso tendremos que llevarlo a casa.
- Bien, tú ganas. Al menos no estamos lejos de la ST.
- Sí, ahora tú lo cargas de los hombros y yo de las piernas.
- No es justo, el torso y la cabeza son lo más pesado.
- Sí, lo sé.
- Oye, qué tramposa.
- Bien, deja de lloriquear y yo tomaré los hombros y tú las piernas. Y llegando a la Sede les diré a todos que no quisiste cargar con él.
- ...De acuerdo pero solo porque yo soy más fuerte.
- Sí, claro. Anda.
- ¿Deberíamos de sacarle eso?
- ¿Hablas del cuchillo?, no, déjalo. Quizá eso ayude cuando lo analicen. Ahora camina.
- Ya voy.
Tardamos alrededor de media hora en llegar a la ST ya que Alen se estuvo quejando todo el camino. Lo colocamos en el piso y en lo que Alen termina de acomodar todo adentro yo me encargo de buscar la manta para poder moverlo con facilidad, pero creo que nuestro día pasó más rápido de lo que pensamos debido a que la luz se va con cada movimiento que hacemos. No podemos darnos el lujo de acampar otra noche, no por la comida, sino porque en cualquier momento esa cosa comenzará a oler muy, muy mal y cualquier análisis que le hagan puede salir defectuoso. Así que nos damos prisa para acomodarlo en la cabina y ambos subimos para comenzar nuestro viaje a casa.
- ¿No crees que ya empieza a oler a pescado aquí? - Comenta mientras comienzo a elevarnos del suelo.
- Y lo será aún más en un espacio tan reducido como este. Así que respira profundo mientras puedas.
- Qué asco.
El tiempo vuela al igual que nosotros, pero esta vez me mantengo al volante debido a que hay turbulencia esta noche y sería mejor reducir la velocidad. Mientras tanto Alen y yo conversamos de mejoras en nuestros entrenamientos y de que sería buena idea asearnos antes de ver a los demás, aunque es casi seguro de que eso no pase.

Hasta que el futuro nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora