Capítulo 02.- La Llegada

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- ¿Cómo...?
- White, Lena. Ese es tu nombre.
Nombre... Tengo un nombre.
Mis manos cubren mi boca para ahogar mi sonrisa, lágrimas de felicidad caen por mi rostro al escuchar letra por letra.
- Pero, ¿Cómo es que lo saben?
- Sencillo, 210503, es tu número de registro. - Apunta a la cadena que traje conmigo - A pesar de que seas una de nosotros, no tenemos mucha información tuya, tus archivos tienen seña de ser escasos. Pero de lo que estamos seguros, es de tu nombre y de que tienes 23 años.
Me entrega una carpeta gris con mi número y con la palabra Portadora en la pestaña. Dentro está escrito mi nombre en una hoja y pocos datos sobre mí. No tengo procedencia alguna, padres, familia... Solo aparece mi edad, mi baja estatura de 1.56m y el color carmesí de mis ojos, al final de la hoja, solo tiene algo escrito: Peligrosa desconocida.
- ¿Peligrosa?, ¿por qué habría de ser peligrosa?
- No lo sabemos, esperábamos que contestaras esa pregunta, pero al parecer de nada servirá. Lena, ¿de verdad no recuerdas nada de ti? quién eres o de dónde vienes...
- No... Solo recuerdo... - son esas extrañas imágenes en mi cabeza de nuevo, no tengo idea que sea, todo es muy rápido, es esa silueta una y otra vez. Mi desesperación es tanta, que empiezo a gritar y llorar como una niña asustada.
- ¡Dave, rápido!, Lena, escúchame. Todo está bien, no es real. Mírame, abre los ojos. Lena, LENA...
Todo es obscuridad una vez más y no entiendo lo que pasa, al caer intento tomar esa luz brillante del cielo sin tener éxito como hace rato. Me pregunto qué es lo que podrá ser.

Una lámpara de techo me ilumina el rostro, tengo puesta una bata blanca y recostada en una especie de cama con rejas alrededor, supongo que estoy justo en medio de la habitación, hay casi la misma cantidad de camas a mis costados y todas están vacías.
- Bienvenida señorita White, se encuentra en el área de enfermería. Tuvo un desmayo por desnutrición y deshidratación. El comandante Blake me dijo que la diera de alta en cuanto despertara, sus pertenencias están a un costado suyo y el baño está justo enfrente de usted para que pueda cambiarse. El comandante la esperará afuera para escoltarla de vuelta al CG.
Me dice una mujer de 1.65 de alto, cabello rizado y creo que es de color cobrizo.
- Gracias, hm...
- Me llamo Iva.
- Gracias. - Inclina ligeramente su cabeza y aquella muchacha que parece un poco mayor a mí, se retira con una amable sonrisa. Creo que se le da el hablar con los demás.

Decido ponerme de pie, aunque me cuesta trabajo levantarme, tomo mis cosas y cierro la puerta del baño. Hay dos espejos en el, uno maltratado por el tiempo que está encima del lavabo y otro de cuerpo completo en la pared izquierda, casi detrás de la puerta. Observo mi rostro y noto que mi cabello es de color negro con un brillo azul y un ligeramente quebrado, el largo es hasta mis hombros, tengo dos mechones de cabello más pequeños que el resto en ambos lados hasta mi barbilla y mi fleco cubre a la perfección mi ojo izquierdo.
A pesar de que ya estoy limpia, quiero asearme un poco, me quito la bata médica blanca con puntos negros y abro la llave de la ducha. Me gustaría recordar cuándo fue la última vez que toqué el agua, es increíble la sensación cuando pasa por todo mi cuerpo.
Cierro la llave y volteo a verme en el espejo de enfrente. Mi piel es blanca, mis atributos como mujer no están desarrollados como tal a pesar de mi edad, y al parecer, tengo un tatuaje en mi pecho, justo a la altura de mi corazón y es un triángulo negro que apunta hacia arriba con una especie de jeroglífico en el centro. No tengo idea de cuál sea su significado, pero me gusta.

Mi ropa solo tiene un solo color, y ese es el negro. Al parecer, visto una blusa abotonada de cuello alto, botas que sobrepasan mis rodillas, una especie de falda corta y una gabardina con capucha. Creo que había un clima frío de donde provengo.
Me pongo mi cadena en la que ahora dice: 210503-LW, y unos anillos. A pesar de no estar mucho tiempo frente al espejo, siento escalofríos y evito mirarlo.
Por una extraña razón tengo que estar equipada con algo aparte de la cosa de metal que parece tener una especie de correa, debo cargar un cinturón con un arma plateada; tiene un increíble diseño, las líneas de los bordes y el mango son de color negro, además de que tienen detalles a mano y la personalizaron con mi número de identificación, solo que está vacío.

Decido ponerme en marcha para ver a Daniel y hablar con él de lo que está pasando. Al salir de la enfermería, está recargado en la pared viendo hacia el piso con los brazos cruzados, aunque no había notado que tenía una mirada triste.
- ¿Daniel?... - voltea inmediatamente y me ve con una ligera felicidad.
- Veo que te recuperaste por completo.
- Sí, aunque no sé qué fue lo que pasó.
- Entraste en una especie de crisis al intentar recordar, pero terminaste haciéndote daño a ti misma por tu sufrimiento y te desmayaste por tu falta de alimento. ¿Aún te siguen doliendo tus heridas?
- ¿...Heridas?
- Sí, las que te hiciste en la cara. - recoge un poco mi cabello para señalarlas, pero da un paso atrás al ver que no había señal alguna.
- ¿De qué hablas?
- ¿Eh?, no, de nada... Sígueme.

Al caminar, pasamos por dos habitaciones gigantes a los costados, una está llena de pruebas de una especie de metal líquido y la otra es de prácticas con todo tipo de cosas.
- Como verás, tenemos que estar preparados, ¿recibiste lo que te mandé?
- ¿De qué hablas?
- Del arma, ¿no te llegó?
- Oh, ¿hablas de ésta? - abro un poco mi gabardina para mostrarla.
- Exacto. Como verás, del lado izquierdo están las pruebas con Mercurio y determinan si es completamente puro, si es menor al 100% de nada servirá. Mientras que a la derecha, es el campo de prueba para demostrar la efectividad de las armas y que no tenga alguna especie de falla o defecto. Bien, te muestro el Cuartel General de la BMPH.
La sala es muy grande, hay una mesa ovalada para varias personas con sillas, aparatos extraños y una proyección extraña justo en el centro de la habitación.
- Te presento a la Subcomandante, Rita Crawfort.
- Es un placer, señorita White. - Me saluda de mano con una sonrisa de agrado, no sé como contestar su saludo, así que imito el gesto que hace. - Toma asiento, hay que charlar.
Tiene la misma estatura que Iva, solo que tiene la tes un poco más obscura y con el cabello negro.
Daniel me sede su asiento y se coloca a mi lado, mientras que Rita se sienta enfrente.
- Espero que tu estancia aquí sea de tu agrado, veo que ha sido un honor que nuestro mismísimo comandante sea quien haya estado al pendiente de ti.
- Sí, gracias. Todos han sido muy amables desde que llegué. - Contesto con cortesía y frialdad al mismo tiempo.
- Me alegra escucharlo, pero vamos directo al grano. Lena, ¿sabes por qué estás aquí?
- Porque me encontraron en medio de la nada y casualmente pertenezco aquí.
- Debes estar bromeando - Rita lo dice en un tono burlón mientras dirige su vista a Daniel.
Su sonrisa desaparece por completo al observar la seriedad de su rostro.
- Me temo que no es un chiste. Ella no recuerda nada, lo que acaba de decir es lo único que sabemos y el archivo podría indicar algo más pero no hay evidencia.
- Daniel, es una locura.
- Lo es, pero es cierto. Y el Yina que ella posee lo confirma.
- ¿Yina...?, ¿Acaso dijiste Yina?
Al parecer, ambos hablan con mucha intriga con respecto a ello.
- Lena, ¿podrías ser tan amable de enseñarme tu pecho...? - lo volteo a ver con una mirada cortante y hacerle entender que no me desnudaría en público. Creo que lo comprendió. - ¡No, no es lo que parece! Lo lamento, quise decir que nos mostraras el tatuaje que tienes del lado izquierdo de tu pecho y lo sé porque Iva me lo dijo. No porque lo haya visto...
Aún no comprendo bien lo que pasa, pero ambas miradas cambian por completo cuando desabotono tres espacios de mi blusa.
- No puede ser, es el Yina... El archivo no estaba equivocado. - Rita parece demasiado sorprendida.
- ¿Qué es "Yina"? - pregunto de una manera desconcertada.
- El Yina es un símbolo dividido en dos partes y ha sido importante para la humanidad desde que existe, traído por los dioses para nuestra paz y en cuanto sea dividido es porque será el final.
- ¿Final?, ¿final de qué?
- No lo sabemos, Daniel y yo creíamos que a tu llegada, todo se aclararía... Ese chico no tiene idea de lo que significa y tú no recuerdas ni quien eres.
- ¿Qué chico?
- Verás, hace cuatro años, dos muchachos llegaron a la base diciendo que querían ser cazadores, ya que habían quedado huérfanos y querían ayudar a nuestra guerra.
- Iva y Alen Carter.
- ¿Iva...?, ¿Fue la que estuvo cuidándome?
- La misma, solo que ella se desempeñó en atender heridos a sus 16 años, mientras que su hermano mayor logró ser un cazador individual a los 18.
- ¿Y qué con los hermanos Carter...?
- Que Alen tiene la parte contraria del Yina. Pero cuando Daniel le preguntó acerca del tatuaje, mencionó que había nacido con él, pero nadie sabía el porqué.
- Por eso buscábamos en los diferentes expedientes si encontrábamos algo similar, Alen y tú eran los únicos que tenían escrito en el expediente como "peligrosos" y que no tenían identificación alguna, más que su número de registro. Pero sus archivos han tenido años guardados en la documentación de Inexistentes.
- Hay algo que nadie ha podido explicar por siglos, pero hemos encontrado soluciones con el paso del tiempo. Por eso existe la BMPH.
- ¿Y qué es eso?
- Es la Base Militar de Protección a la Humanidad.
- ¿Protección?, ¿De qué?, ¿Quién nos protege?
- Los cazadores son los que se encargan de ellos y nos dan protección de ellos, - Daniel hace una ligera pausa, pero logra terminar lo que intenta decir con un tono serio - de los demonios.

Hasta que el futuro nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora