Este mundo está lleno de personas que lloran en habitaciones de hotel. Personas tapete. Personas bonitas con el corazón amorfo que sobresale de la planta del pie izquierdo y duele a cada paso que da.
El mundo está lleno de mujeres a las que hieres. Mujeres florero que puedes romper de un codazo. Mujeres soporte que se doblan para que las uses de mesa y pongas tus barajas y tus botellas de trago.
El mundo está lleno de mujeres (¿mujeres?¿amigos?) que se vuelven bilis al día siguiente. Mujeres a las que les cobras el favor de haberlas llevado a casa, de haberlas alimentado, de haberte molestado en entablar conversaciones con ella abriendo su carne de un tajo de la misma manera en la que Moisés separó el Mar Rojo. Con sangre, lágrimas y viscosidades.
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