Negociaciones (#2 El Negocio)

Capítulo XXV: adiós tranquilidad

Capítulo XXV: adiós tranquilidad.

Jagger

De pie, en la entrada del salón y bebiendo un té que no está muy bueno, veo a Dakota sonreírle a mamá Marie mientras intenta seguirle el ritmo en un tejido, pero es un caso perdido porque está claro que ese no es un don que posee mi novia, sin embargo, mamá Marie es paciente y ríe ante el desastre de nudos que hace Dakota, ella no se rinde.

Me gusta verla así, riendo, relajada y despreocupada, odio cuando el miedo es tan fuerte que la paraliza, no porque la considere débil, se trata de la impotencia que me da no poderle garantizar con certeza que sus miedos son una perdida de tiempo. Me duele cuando la siento temblar, cuando llora, cuando el miedo es tan grande que la paraliza porque esa no es la vida que ella tendría que estar teniendo.

Tendría que estar teniendo un romance explosivo, sin peligro, encantador y lleno de buenos momentos, pero tuvo la mala suerte de que me enamorara de ella y aunque deseo darle tanto ese tipo de romance, no he tenido oportunidad, no puedo, al menos no ahora y me digo que una de mis motivaciones para seguir con vida es cumplir con ello cuando esto acabe.

Porque esto tiene que acabar, tiene que existir una fecha de caducidad.

Mi teléfono vibra y cuando lo saco, tal como lo esperaba, se trata de Seth con una imagen. Le respondo con rapidez antes de presionar sobre la foto y hacerle zoom.

Pensé que ver la imagen me haría tener escalofríos y una rabia cegadora, pero lo que siento es ansias de acabar con todo, de terminarlo, de verlo destruido.

Miro la imagen durante largos minutos y luego me guardo el teléfono, me termino el horrible té y me uno al salón justo al lado de Dakota que tiene el ceño fruncido.

—¿Qué se supone que tejes? —La molesto en tanto le meto un mechón de cabello detrás de la oreja, dejándole una sutil caricia que la hace estremecer.

—Un gorrito, se supone que se lo daré a mi hermanito.

—O hermanita —digo y rueda los ojos.

Tenemos esta discusión tonta todo el tiempo sobre el hecho de que creo que tendrá una hermanita y ella y Rose esperan un hermanito.

—El punto es que creo que no se parece a un gorrito.

Resopla frustrada y me da un empujón con su costado que me tiene conteniendo las ganas de reír.

—¡Cómo si tu pudieras hacerlo mejor!

—De hecho, sí puedo —aseguro tomando las agujas de su mano y sacando todo su desastre para empezar mi buen trabajo.

Me concentro en mis puntos y escucho la risita de mamá Marie a quien le guiño un ojo. Cuando lanzo una mirada de reojo a Dakota, mira con el ceño fruncido mis manos.

—No es posible.

—¿Por qué? ¿Por qué soy hombre? —La fastidio.

—No, porque ¿En qué momento aprendiste?

—Me encargué de enseñarle bien a mi Kye, aunque también parte de ello es su talento natural. Él es maravilloso.

—Lo soy totalmente —digo con galantería y Dakota resopla—. ¿No crees que lo sea? Porque me parece que la pasas bastante bien cuando estamos solos y sin...

—Cállate —Me pellizca el costado y me quejo—. No te pellizqué tan fuerte, exagerado.

—Sí lo hiciste y lo haces por envidiosa.