𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐰𝐨.

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Tom's pov

Tenerla indefensa delante de mi era como una victoria asegurada, sabía que con ella podía ganar mucho dinero, teniendo en cuenta que es una modelo reconocida por su curvilíneo cuerpo y sus rasgos muy bien marcados, aún más. Cualquier persona pagaría miles por una noche con Cloe Price.

- Por más que grites como un cerdo en un matadero nadie te salvará, tu madre está muerta y no tienes a nadie a quien acudir.- generar miedo y desesperación en las personas era mi talento, y ahora no sería diferente. Quería que rogara, llorara y se revolcara delante de mi, aunque por más que lo hiciera, no me importaría.

Quité la cinta de su boca y una avalancha de insultos fueron disparados hacia mi persona, nada que no haya escuchado, era una persona con muchos enemigos, estaba acostumbrado.

- ¿Ya terminaste?- reí con malicia - Debido a que ahora trabajarás como prostituta en el club deberías comportarte, ¿Sabes?- reí aún más al ver que las lágrimas eran presentes en sus ojos y mejillas. Acaricié su cabello despeinado con mis manos, su tacto era suave como la seda y el color era castaño.

- Y-Yo tenía una c-carrera.- sus llantos ahogados interrumpían su intento de formular la frase, aunque entendí perfectamente lo que dijo, hice que lo repitiera una vez más.

- Más alto.- ordené sin ningún sentimiento.

- Yo tenía una carrera, estúpido idiota.- repitió con fastidio clavando sus ojos oscuros en los míos. Por un momento pareció no tener dificultad para hablar pero de nuevo sus sollozos volvieron a ser sonoros.

- Y la tendrás, serás la puta más querida y buscada de todo New York, Muñeca.- Tomé su cabello con fuerza y la obligué a mirarme fijamente, estampé mi mano en su mejilla haciendo que esta empiece a hincharse y la tomé de nuevo. - Y a mí nadie me insulta, ¿De acuerdo?... ¡Di que sí, carajo!- asintió con la voz temblorosa y la dejé atrás rumbo a la puerta.

- ¿Que me harás entonces?, maldito hijo de puta.- esa niña si que tenía valentía para desafiarme. Tal vez no sabía quién era, o sí y era una suicida.

- ¿Tienes idea de quién soy yo?- me incliné sobre mis rodillas para quedar a su altura.

- Eres el hijo de puta más sádico de todos los Estados Unidos.- contestó casi de inmediato, sabía quién era. Sonreí jugando con el aro ubicado en el lado lateral de mí boca.

- Sí, y por eso deberás pedir perdón por insultarme.- rió girando su cabeza.

- ¿Eres idiota o no te funciona el cerebro?- pude sentir a Georg y a Gustav acercarse a paso acelerado para atacarla, les di una seña para que se queden inmóviles en dónde estaban, si trabajaría en el club, la quería intacta.

- Se me está acabando la paciencia y si no quieres que corte tus dedos uno por uno y te los meta por el culo, tendrás que pedir perdón, y sabes que soy capaz de hacerlo.- empalideció y yo sonreí ante su debilidad, su falsa valentía no duraría mucho ante mí.

- No.- anunció empezando a temblar. - No lo haré.- ¿Me estaba tomando el pelo o era yo?, volví a estampar mi mano en su mejilla hinchada y esta gritó de dolor, tomé su barbilla y la alcé.

- ¿Cuál es tu mano favorita, cariño?- cerró los ojos con fuerza y tragó saliva al escucharme susurrar en su oído.

- ¡Está bien!, está bien, l-lo siento.- y otra vez las lágrimas no paraban de salir, solté su barbilla con brusquedad y escupí su regazo.

- Muy bien.- apliqué un leve beso en su mejilla humeda y me dirigí hacia la salida.

Salí por la puerta sin antes decirle a mis hombres que la preparen para ir al club, la quería allí esta misma noche.

𝙋𝙤𝙠𝙚𝙧 𝙁𝙖𝙘𝙚 ; 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora