𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐱

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Tom's pov.

Bill era la persona mas calculadora, silenciosa y sádica que conocía, pero también tenía la esencia de la misericordia y la sensibilidad, por lo que si decía algo que le dolía, lloraría como un perro mojado cuando nadie lo esté viendo, y me daba igual.

Cerró la puerta detrás de él pegándo un portazo que hizo que el vaso de whisky se balancee, en cambio yo tomé el mío y me estiré sobre el sofá, descansando mi arma de mí cintura junto a la mesa ratonera. Faltaba una una noche para el juego con Antony, pero no me gasté en practicar su derrota, ya la tenía planeada desde el momento que me desafío.

Ese sentimiento odioso en el pecho volvió cuando recordé que Cloe estaba en juego. No podia permitir que eso pasara, y para eso tenía que tener la victoria asegurada sin hacer trampas, me repugnan los tramposos. Cuando apostaba, no siempre tenía las mejores jugadas, pero mi objetivo era hacerles creer que sí, por lo que siempre apostaba más de lo que mis cartas me permitían y el rival siempre se retiraba primero, ya que solo un idiota apostaría más de lo que se le permitía. Fuí interrumpido por las bisagras de la puerta rechinando, abriéndose.

- Conseguí información sobre los contrabandistas de Los Angeles, están dispuestos a negociar.- Gustav apareció por la puerta con una sonrisa de punta a punta.

- Ahora no, Gustav, no estoy de humor.- Él observó mi respuesta con extrañeza, las noticias del negocio siempre llamaban mi atención.

- Estás así desde hace horas, ¿es por lo de esa chica?, no veo la hora de que esté en el club.- me reincorporé, recostando mis brazos sobre mis rodillas, observando al sujeto.

- Te dije que ella no irá al club, entiéndelo.- clavé mi mirada en la suya.

- ¿Entonces la tendrás aquí toda la vida?- sus preguntas me irritában, no tendría idea de lo que iba a hacer pero estaba seguro de que no la dejaría en el club, corría peligro de que alguno de los pervertidos le haga daño o la mate. Tenía ese poder en mis manos y nadie podría lastimarla, a menos que yo se lo permita.

Estando de pie, a centímetros de su rostro, espeté:

- Si yo quiero, la mato, y a tí no te tendría que importar, así que deja de cuestionar mis decisiones y encárgate de que el Speach este listo para mañana por la noche, tengo una apuesta pendiente, de la cuál habrán litros de sangre corriendo por el suelo luego.- Gustav bajó la vista al suelo, sabía que si contestaba saldría con un manchón morado en su pómulo o una pequeña hemorragia en su nariz.

Salí de la habitación con los dientes rechinando de rencor.

Cloe's pov.

- Todavía me duele el cuello, ¿sabes?- revisé su cuello con la mayor suavidad posible, aunque no era mi fuerte.

- No me importa.- seguí revisando, ignorando sus gemidos de dolor.

- No me dejaste ni una noche en el hospital, dudo que esté bien.- tenía razón, teniendo en cuenta que casi le parto el cuello, pero no lo admitiría.

- Ya te dije que no me importa, y necesito que estés bien, hoy seras mi Muñeca.- ella me acompañaría a hacer unos tratos con un hombre que necesitaba mi ayuda, por lo que necesitaba que esté elegante, ya que de esto dependía el respeto de todos hacia mí.

Hoy haría un trato con un cliente, ya que este necesitaba poder pasar su contrabandeo por la frontera sin que la DEA lo localice. Le haría ese favor cambio de que me deje porcentaje de lo que ganaría luego con aquella trata.

- ¿Hoy?, es media noche.- dejé su cuello en paz ya que no ví muchas complicaciones más de lo morado, cosa que se podía neutralizar con maquillaje, aunque me gustaría que las demás chicas del club vieran lo que pasa cuando las cosas no se hacen a mi forma.

𝙋𝙤𝙠𝙚𝙧 𝙁𝙖𝙘𝙚 ; 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora