Temp 2: El comienzo de una nueva historia

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Habían pasado diez años desde que el amor de mi vida me abandonó en Hamburgo, ya ni recordaba su rostro, como si hubiera sido un mal sueño. Me negué a vivir encerrada en una habitación, me recuperé y salí adelante, conseguí trabajo fácilmente como cajera de una tienda de ropa de elevado precio en la localidad ya que todos me daban por muerta tras la muerte de mi madre y mi desaparición repentina, no pagaba renta ya que el se aseguró muy bien de que el dueño de mi departamento no reclame ni un centavo. Mi vida dió un giro repentino, una parte estaba ahí con él y puedo jurar que habían sensaciones en mi pecho que no eran mías.

- Serían treinta dólares con veinte centavos.- espeté con una sonrisa a la rubia teñida que tenía delante mío que me observaba con asco mientras sostenía la tarjeta de crédito, tomé la tarjeta y cobré lo que debía.

- Cariño, se ve que no tienes buen estilo para la ropa.- la observé confundida, ¿Acaso la gente millonaria no tenía modales? Cómo sea continúe sonriendo, no quería perder mi trabajo por una susodicha.

- Que tenga un buen día.- no alcancé a decirlo cuando la mujer desapareció por la puerta, respire aliviada antes de que apareciera una figura masculina delante mío.

La barba y el cabello largo resaltaban delante mío, y un pequeño tatuaje en su mano rescató mi atención.

- ¿Dejarás de mirarme?- por alguna razón me parecía muy familiar su voz pero no quise entrar en detalles ya que tenía que atenderlo.

- Por supuesto, lo lamento, ¿Que se le ofrece?- este se rascó la barba con una sonrisa pícara muy familiar.

- El vestido color champagne que está en exposición, es para un regalo.- me acerqué hasta aquel vestido y lo saqué del maniquí para meterlo en una caja de regalo pero este tomó mi mano.

- Mi mujer es parecida a ti, ¿Puedes probártelo?- jamás un cliente me había pedido probarme sus prendas ya que les daba asco que toque sus prendas la mayoría de las veces, pero esto me tomó completamente desprevenida, aunque al cliente nunca se le puede decir que no ya que siempre tiene la razón.

- Mhm, por supuesto.- me encaminé al probador y me coloqué el bellísimo vestido, hacían varios años que no me probaba un vestido así de lujoso, hacía años que perdí mi autoestima y la confianza en mí misma, pero aquel vestido me recordó los bellos momentos que pasé con el amor de mi vida que para muchos era un asesino serial, un proxeneta y un narco, pero para mí, para mí era el hombre más hermoso que podría existir.

Salí del probador y me coloqué delante del hombre, este me miró de arriba abajo, pero no con lujuria como pensé que lo haría sino con nostalgia, angustia, sus ojos se cristalizaban cada vez más.

- Es... Es el vestido que querría ella.- su rostro cambió repentinamente, ahora me miraba con enojo y dureza, el miedo me recorrió todo el cuerpo así que me metí al probador me quité el vestido, me coloqué mi ropa y salí.

- Se-señor, ¿Cómo lo piensa abonar?- su mirada estaba perdida en el suelo y sus manos estaban blancas de apretar sus puños.

- ¿De verdad no me recuerdas?- y de repente todas las piezas del rompecabezas se encajaban, ¿De verdad estaba dispuesta a pasar la eternidad con él o solo me gustaba la manera en la que corría peligro? Aún no lo sé, pero las lágrimas caían como si fueran cataratas, de repente sentí como mis piernas se debilitaban.

Por un momento creí que nuestro amor se había desvanecido, si es que en algún momento hubo algo, pero verlo parado frente a mí tan distanto fue como verle la cara al bellísimo diablo, sabes que es malo y que puede succionar tu alma pero sigues ahí porque su belleza te retiene.

- T-Tom..., ¿Que haces aquí?- el rió y me tomó del suelo, sus brazos eran más fuertes que antes.

- Cloe, yo nunca te he olvidado.- 'pero yo sí' pensé, estaba dispuesta a olvidarlo y lo había logrado pero vuelven cuando menos quieres o esperas. Había soñado esto, había llorado por esto, pero una vez que lo tengo no lo quiero. Quiero vivir sin huir y esto me ayudó a lograrlo, ya casi no recordaba mi etapa de modelo.

- ¡Tienes que irte! ¡Corre! ¡vete! ¡No quiero saber nada de tí! ¡Mal nacido! ¡Hijo de perra!- el se cubrió la cabeza por la manada de puños e insultos que le llegaron de mi parte.

- ¡Estate quieta! Y escucha.- me tomó por los antebrazos.

- ¿Quién carajo te crees tú para tocarme? maldito hijo de puta.- el rió y me sentó en el banco de la recepción.

- Cloe, los hombres de Luke están aquí en Hamburgo, tienes que venir conmigo, en dos días un barco irá directo a París y podremos seguir nuestras vidas ahí.- estaba loco si quería que volviera con él, más sabiendo todo lo que se.

- No, no iré, ahora déjame en paz, no me van a encontrar.- sorprendentemente no se quejó, solo me soltó los ante brazos y se retiró de la tienda. Tengo que admitir que me decepcionó un poco su reacción, tal vez yo me estaba enamorando de su versión violenta y no de él.

Mi día estaba terminando, las calles estaban cada vez más oscuras así que solo cerré la tienda y camine calle arriba, a mi departamento, noté la camioneta negra detrás de mí pero no le dí importancia. Un hombre salió de ella y colocó un pañuelo en mi boca hasta qué perdí la fuerza de mi cuerpo me subió a la camioneta y cerró las puertas.

Lo último que escuché antes de perder la conciencia fue la voz masculina de hoy en la tienda.

- Cómo los viejos tiempos, amore mio.-

𝙋𝙤𝙠𝙚𝙧 𝙁𝙖𝙘𝙚 ; 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora