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Tierra 53

Nanda Parbat

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Nanda Parbat

La oscuridad cubría cada parte de aquel campo, el sonido de un par de espadas chocar solía escucharse y entre jadeos el entrenamiento aumentaba.

Paloma cayó de nalga soltando un fuerte gruñido.

—¡Estás distraída! —la regaño Malcom—. Tienes que se más rápida.

—Dejame descansar un poco...

—¿Qué parte de que no hay descansos no entendiste?

Malcom cada vez estaba más cerca y apuntando con su espada le ordenó ponerse de pie y seguir con la pelea.

—¡Llevo 36 horas sin dormir, y solo me has dado un plato de sopa! —gruño Paloma cuando estaba de pie.

—El entrenamiento que llevas es la preparación para ser mi sucesora.

Sin sentir las manos y con los pies temblando como si de gelatina se tratara, Paloma se colocó en guardia y comenzó de nuevo la batalla contra su entrenador.

Durante unos minutos Nyssa contempló la escena, y para ella podía ver que Paloma había avanzado mucho en estos meses, su agilidad había aumentado por mucho, su puntería con el arco se elevó incluso haciendo dudar de la hija de Ra's Al Ghul.

Cuando por fin Malcom permitió que Paloma regresara a su habitación, una ducha caliente fue lo primero que tomo pues sus músculos lo pedían a gritos.

Una vez que se recostó sobre su cama quedó profundamente dormida, el agotamiento físico literalmente la estaba matando.

Habían pasado por tanto en estos últimos meses que con lo que Paloma soñaba cada noche era con una botella, una botella de tequila que le ayudará a mitigar el dolor y la pena que llevaba en su vida.

El haber dejado a su familia sin poder despedirse completamente le estaba matando, se preguntaba si su padre estaba bien, si su par de hermanas están teniendo una buena vida.

¿Si Oliver se encontraba bien? Porque a pesar de lo vivido, no me deseaba mal.

Si aquel rubio de ojos azules la seguía buscando, pues lo último que Nyssa le hizo saber era que Steve Rogers había desplegado un grupo de hombres para su localización.

Sin éxito claramente.

Una vez que el cuerpo de Paloma reposo algo, abrió los ojos poco a poco sintiendo como su espalda le cobraba factura.

—¿Pero que? —dijo al abrir de golpe los ojos notando que se encontraba en el piso y amarrada de pies con una cadena que estaba en una esquina— ¡Malcom! ... ¡Malcolm!

Los gritos de Paloma retumbaron por los pasillos llamando la atención de todos.
Un grupo de hombre con varias cubetas de agua se dirigirán hacia dónde Paloma de encontraba.

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